El domingo 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Sin importar los riesgos y el peligro que afrontan diariamente, mujeres de todo el mundo salieron a la calle para demandar que sus voces sean escuchadas. Esta unidad ha sido una característica propia del movimiento feminista. Y aunque cada uno de los países presentan problemáticas y contextos diferentes, la reacción generalizada alrededor del planeta nos invita a reconocer que las mujeres enfrentan discriminación diariamente no sólo debido a su origen o nivel socioeconómico, sino por el hecho de ser mujeres.
En este contexto, resulta necesario hacer un repaso de algunas inequidades que experimentan las mujeres en el mundo, para poder identificar los retos que nuestras sociedades tienen que superar en cuestión de igualdad de género.
En primer lugar se tiene que seguir trabajando para erradicar la violencia de género hacia las mujeres, quienes, dadas las estructuras sociales dominantes, viven con miedo y no solamente en países donde las tasas delictivas son elevadas, sino en ambientes que resultan relativamente seguros. Por ejemplo, en Reino Unido, el 60 por ciento de las mujeres que esperan en la plataforma del metro y el 59 por ciento de las que caminan a sus hogares se sienten inseguras. En contraste, solo el 25 por ciento de los hombres sienten inseguridad en cada uno de estos contextos.
Este miedo obedece al hecho de que las mujeres son víctimas permanentes de violencia de género, siendo el feminicidio su expresión más extrema. En México, por ejemplo, se estima que 9 de cada 10 mujeres (el 90 por ciento) que utilizan el transporte público han sido víctimas de acoso sexual. Del otro lado del mundo, en Australia, 87 por ciento de las mujeres han sido verbal o físicamente acosadas en la calle.
No obstante, aunque la violencia contra las mujeres es generalizada a nivel mundial, pocos países han construido instituciones que incorporen una visión de género.
Por otra parte, en lo económico es necesario lograr un mayor balance. A nivel mundial, el 75 por ciento del trabajo doméstico no remunerado es realizado por mujeres que dedican entre 3 a 6 horas diarias de su tiempo a este tipo de labores. Otra urgencia que se tiene que atender es cerrar la brecha salarial existente entre mujeres y hombres. En promedio, las mujeres de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos perciben un salario 13 por ciento menor que el de los hombres, por realizar las mismas funciones. En México las mujeres ganan un 14 por ciento menos que los hombres.
Estos son algunos ejemplos que demuestran que en el mundo existen grandes diferencias entre la vida de las mujeres y de los hombres. Eliminarlas es una responsabilidad compartida. Por un lado, cerrar esta brecha requiere que desde los gobiernos se diseñen políticas que consideren estas desigualdades y que, por tanto, tengan perspectiva de género. Tal ha sido una de las causas que históricamente se han abanderado desde la izquierda y que en el caso de México son una prioridad para la actual administración.
Pero los cambios normativos y legales no tendrán ningún efecto si las normas culturales y sociales no se transforman. Necesitamos comprender que las mujeres no son quienes tienen que cambiar su actitud, su forma de vestir o de ser, lo que necesita evolucionar es la cultura y las instituciones. Simone de Beauvoir dijo que la representación del mundo, como el mundo mismo, es obra de hombres, quienes lo describen desde su propio punto de vista, que confunden con la verdad absoluta. Es momento de desterrar esas ideologías autoritarias, para dar paso a la igualdad de género.
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