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ARTURO MACÍAS PEDROZA

EL NIÑO EN LA SOCIEDAD VIOLENTA

QUINTA PARTE

ERES UNA NIÑA

En el marco del Día internacional de la mujer, nuestro país se ha puesto en movimiento, y en seria de comentarios sobre el niño en la sociedad violenta no podíamos dejar fuera la violencia de que son objeto las niñas. Podría comenzar con los variados tipos de violencia que sufren especialmente las niñas desde la edad infantil por las presiones, a fin de que sean más ordenadas, más limpias, que aprendan comportamientos, actividades y lenguaje "propios de las niñas". En el curso de la infancia y adolescencia se multiplican para las niñas las limitaciones, las frustraciones, a fin de hacerlas dóciles, sumisas, dispuestas al sacrificio, bien dispuestas a ayudar a los adultos, sobretodo a la madre, a retraerse cuando las exigencias del macho son puestas en peligro por su presencia. Aquello que para sus hermanos hombres es un orgullo, para ella es un defecto: la independencia de juicio, la curiosidad, la vivacidad, son consideradas poco femeninas. Y si nuestro sistema educativo sustancialmente desanima el conocimiento directo, autónomo, del mundo externo (también los niños son perseguidos por los papás y maestro que los quisieran ver siempre limpios, calmados y en paz), para la niña la prohibición es casi absoluta. A menos que no se trata de hacer limpieza, de poner orden donde el niñito ha llevado desorden y ha ensuciado.

Le será consentido apreciar los vestidos bonitos, los peinados de moda. Vistiendo y desvistiendo a sus muñecas pero sin poder crear con ellas ninguna situación nueva o personal, hasta asimilar perfectamente el modelo de la mujer "objeto" continuamente presentado y representado por los medios de comunicación de masas. La escuela, se dedica también a construir pertinaz y coherentemente el modelo más adecuado al sistema. ¿Y las que no se acoplan? En quinto año ya han asimilado perfectamente el modelo. Así apuntan en sus reportes los maestros: "Buena, cordial, respetuosa", "humilde, tímida y callada" "no es traviesa, es afectuosa", "delicadísima, inteligente, ordenada", siempre aliñada, reflexiva, no le gusta competir (y hace bien porque de todos modos perdería)".

Quien quiera buscar, encontrará muchos datos indicativos de esta realidad. Libros de texto, lecturas, reportes, planes de trabajo, evaluaciones de maestros, horarios, actividades, llevan muchos signos de la violencia que, afectuosamente, cortésmente, dulcemente, pero implacablemente, se hace a las niñas.

Pero permítasenos señalar una práctica mucho más violenta: El aborto.

La imposición de la ideología de género busca legalizar el aborto como un derecho pero en realidad está promoviendo la violencia. No sólo se mata al niño o niña que es abortado, sino la misma práctica del aborto es una acción invasiva hacia la mujer que destruye un proceso natural, que además no es seguro ni gratuito por más que sea legal (hay más riesgo en el aborto que continuar el embarazo). ¿Cómo pueden salir a marchar para protestas por la violencia en contra de las mujeres, quienes promueven el aborto, siendo que éste es una práctica violenta?

Existe además la norma NOM 046 SSA2-2005, ratificada por la Suprema Corte de Justicia el 5 de agosto de 2019, que con el pretexto de "proteger a las niñas y mujeres violadas" permite el acceso al aborto a niñas, sin necesidad de denunciar al violador. ¿Cómo pueden eximir al violador de su culpa y tal vez enviar a la niña violada nuevamente con su agresor, que probablemente es el mismo que la lleva a abortar? Este supuesto derecho de las personas violadas protege al agresor y lo deja impune, permitiendo que los mismos abusadores y tratantes lleven a sus víctimas a abortar.

Si hay una manifestación contra la violencia, debe estar exenta de toda petición de aborto; siendo los grupos abortistas los principales organizadores de las manifestaciones, se contradicen a sí mismos y pierden por ello toda autoridad para convocar, no sólo por su violenta manera de protestar, sino sobre todo por promover el aborto como un acto de violencia que va contra la vida de un inocente, en el lugar que debería ser el más seguro para él (o ella).

Las políticas públicas están aún muy lejos de proveer instancias más seguras para las niñas. Es precisamente eso lo que se debe exigir, promoviendo variados apoyos para la familia, ya que, por su carácter de fundamento de la sociedad, es la institución que mejor enseña a vivir en paz, y a formar seres humanos armónicos y equilibrados.

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