Columnas Social

PIÉNSALE PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

EL NIÑO EN LA SOCIEDAD VIOLENTA

CUARTA PARTE

LA SOCIEDAD DEL DOBLE FONDO

"… Me llamo Pascual, tengo quince años. Soy hijo de Pedro, el obrero. Desde niño jugaba al futbol y robaba, el mercado cerca de mi casa ofrece muchas oportunidades para ello. Pero un día me arrestaron. Estaba pequeño y ya robaba manzanas. Con mis amigos nos colábamos en la bodega, poníamos tres o cuatro manzanas en la playera y escapábamos. Tenía entonces tres o cuatro años… poco después robamos también naranjas de la frutería. Con la excusa de ayudarle a levantar la cortina metálica, escondíamos las naranjas en la ropa y huíamos. Y decíamos incluso 'con permiso', al dueño de la frutería…".

Así inicia la historia de su vida un muchacho de los cinturones de miseria de nuestras ciudades, una sola voz pero no única, marginada, silente para el sistema. Son muchos los chicos que invaden lugares de trabajos miserables, informales, duros, en los que no duran, pero que tienen jornadas que duran hasta 10 horas, para vidas que duran poco.

Esta sociedad se apoya en una paradoja aparente: lleva un atiborrado costal de Santa Claus con trajes inútiles y en un doble fondo la violencia de la manipulación desde el inicio de la vida. Los niños están sonrientes todos los días en las pantallas; con voces siempre alegres y frenéticas, transformados en mascotas del hombre, usados por la ideología de género o la del consumismo. Detengámonos en esta última.

Usados como carnada para el consumo de toda la familia, la pantalla funciona como anzuelo y el "súper" como una gran red. La violencia de la manipulación infantil supera, gracias al doble fondo, la barrera aduanal de los "burgueses" y deteriora a todos en el consumo inútil, forzados a bailar al ritmo que les toquen, donde todos se convierten (empezando por los adultos), en bestias inconscientes y voraces, condenados "mazoquísticamente" a consumir y a comprar en la telaraña del supermercado el día de pago y también en los otros días cuando se anda un poco bajo de ánimo.

Es esta la lógica que pasa dentro de la reproducción ampliada de los procesos sociales; manipulación ideológica que se ve y se esconde: con los reflejos del bello costal de doble fondo la sociedad contrabandea violencia, con las cancioncitas comercialmente "infantiles", con el trasfondo que atrapa a los niños de las periferias, a los de los ejidos, a los del barrio pobre de la metrópoli.

Más arriba, en la mano de quien lleva el costal está siempre el autoritarismo: el tirano que envía a todos al supermercado consumista donde encontrarán al verdugo y a todos los ahorcados ofrecidos al dios del consumo. Esta mentalidad consumista atraviesa las ideologías de derecha y de izquierda y las instituciones educativas. Ha penetrado, transformado y ha hecho que caiga en su juego la familia y la escuela. El debilitamiento de la sociedad a causa de esta corrupción interna, está dispuesta a ceder sus fronteras al invasor, y a la disolución de la familia. La Gran Muralla que se erguía sólida en el ámbito de la estructura familiar, es atacada ahora por las exigencias de una adaptación múltiple y mutable a la realidad espinosa y deformada de las relaciones de producción y de poder existentes en la sociedad civil. A través de la adaptación manipulada inducida por la difusión de los modelos vistosos del templo consumista la familia se vacía de valores tradicionales. Al debilitamiento del poder formativo de la familia se asocia la urbanización, la pobreza, la influencia de los medios, la industrialización, aislando a los papas e hijos de sus demás familiares quedando solos en las tareas formativas que antes compartían.

La escuela no está muy saludable, reducida también a supermercado de los inútiles títulos de estudio y de la baja calidad educativa y demás problemas que todos conocemos.

La crisis compleja en la que nos encontramos ya ha cambiado sus signos y ha atrapado al niño en ella, pero precisamente en esta coyuntura la familia nuclear adquiere mayor importancia. Los esposos dependen más estrechamente el uno del otro y el desarrollo de los hijos está mas ligado a la guía de los papás. El alto porcentaje de los divorcios no significa que la influencia de la familia está en declive, sino más bien que esa pone hoy a los esposos tantas tareas - un tiempo realizadas por otras instituciones - que la presión sobre la familia se hace excesiva.

El paso de las observaciones sociológicas a la implementación de políticas publicas es imperativo. La satisfacción de las necesidades pasa por las estructuras sociales y la práctica de las instituciones fieles a los valores humanos a los que la familia proporciona las bases y los ejemplos. No es la político un juego de poder que culpabiliza al pasado y distrae con cortinas de humo para confundir y alejarse de la soluciones de las legítimas demandas, es la capacidad de organizar una esperanza histórica concreta y utópica, cargada de elementos pragmáticos e ideales, de instrumentos técnicos y de eficaz retórica. Una política que produce una organización en la que se puede vivir sin dejarse absorber por el activismo y transferir en la coherencia cotidiana la continuidad y unidad entre lo privado y lo publico.

Política y ciencia deben estar unidas para así eliminar el doble fondo del costal de la violencia contra la infancia, signo y esencia de la manipulación del poder actual. Es la política y la ciencia quienes abordan los temas de la marginación para descubrir la lógica de la desviación del sistema y a reconstruir la realidad.

Una política que no tiene en cuenta a los niños y no les protege la herencia biológica y cultural no es una política de la esperanza. Lo entendió Montessori que vio el mundo adulto duro, cruel y antidemocrático respecto a las más pequeños. ¿Qué se puede esperar de un gobierno que olvida y no cuida a sus propias semillas vivientes? ¿Debemos esperar las marchas, propaganda y slogans de los "niñistas" en las plazas? Ante el protagonismo de la crónica negra que hoy cubre las planas de los periódicos, el trabajo formativo de toda la sociedad y de sus instituciones debe mirar a un nuevo protagonismo de los niños y de las niñas, por tanto la política no puede limitarse a organizar las esperanzas del poder sin el amor a ellos.

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