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Sobre el sujeto

SERGIO AGUAYO

¿Qué actor transformará México? ¿El líder carismático y su movimiento, o la sociedad civil organizada?

Lunes 10 de febrero. El presidente llega contento a su mañanera. Ese día presumiría un cheque por dos mil millones de pesos, recuperado por la Fiscalía General de la República; el dinero iría a "la gente que lo necesita". Le preguntan sobre el feminicidio. Se incomoda: "sí es importante" pero "no quiero que el tema sea nada más lo del feminicidio". Reitera: "estoy muy contento" y se lamenta de que "me van a voltear el sentido de esta conferencia". Eso, sentencia, "no me gusta".

Martes 11 de febrero. Desaparece Fátima, la niña de 7 años. Pasan los días, pero en lugar de corregir y pedir disculpas, se niega a recibir a las feministas para escucharlas. Culpabiliza a conservadores y a medios de comunicación, de las protestas por los feminicidios. Denuncia "mano negra". Se olvida que en México, cada día, asesinan a 10 mujeres (una de las tasas más altas de la región). Se afianza la creencia de que es un mandatario narcisista, mezquino e insensible.

19 de febrero. Una organización de la sociedad civil, el "Colectivo Brujas del Mar" lanza la convocatoria #UnDíaSinNosotras, para un paro nacional el 9 de marzo. La idea prende y hasta la 4T colabora al responder con los manotazos del desconcertado. La esposa del presidente primero apoya, pero luego se retracta y convoca a una movilización alterna. Nace el #NoAlParoNacional. Piden usar pañuelos blancos el 9 de marzo, como una forma de apoyar explícitamente al presidente quien, en un exabrupto cortesano, es nombrado por una secretaria de estado como el "presidente más feminista". Una parte de la 4T se deslinda de la descalificación. Entre quienes apoyan a las paristas se encuentran Olga Sánchez Cordero, Claudia Sheinbaum, Martha Delgado y Natalia Toledo.

¿Qué sujeto transforma la historia? No hay acuerdo. A lo largo de la historia se han ido acumulando respuestas de todo tipo. En el México de ahora, el morado feminista contestatario unge como protagonista a la sociedad organizada, mientras que los pañuelos blancos entronizan al líder carismático. Imposible anticipar el desenlace.

La coalición a favor del paro fue iniciada por feministas, sí, pero se están sumando actores con motivos de lo más diverso. Los partidos opositores buscan la legitimidad perdida. Las universidades y algunos gobiernos y dependencias comparten la validez de la agenda, pero también buscan pintar su raya frente a la 4T. También se añaden los resentidos con los modos o las decisiones presidenciales.

La reacción del presidente era previsible. Una constante de su carrera ha sido el convencimiento de que el partido es el principal sujeto del cambio y que solo él y quienes lo secundan, son los primeros actores del cambio verdadero. La sociedad (organizada y desorganizada) es un objeto, una plastilina destinada a ser moldeada por el líder y su partido. Es una lectura equivocada sobre la historia mexicana reciente.

En nuestra larguísima transición, la periódica renovación de la agenda del cambio ha sido obra de la sociedad organizada y sus vanguardias. Desde el Movimiento del 68, se han ido dando movilizaciones cuyas demandas son tomadas por los partidos políticos para pervertirlas u olvidarlas; en México, los partidos son parásitos del presupuesto y huérfanos de la teoría.

¿Será diferente en esta ocasión? Dependerá de los posicionamientos de los actores de esta obra. El presidente puede seguir aferrado a su paupérrima lectura de la historia o rectificar y pedir disculpas y escuchar con atención a las feministas y a otras víctimas. Sería lo ideal. El paro no es fruto de conspiraciones, es el resultado del enojo por realidades terribles y promesas incumplidas. ¿Lo convencerá la franja ilustrada de la 4T, o se atrincherará con sus incondicionales?

Cualesquiera que sea su decisión, las feministas mexicanas ya llenaron mentes y calles con exigencias legítimas. Llegan con nuevos liderazgos a probarse con un paro nacional que, de ser exitoso, les lanzará el gigantesco reto de transformar esa energía en instituciones con la capacidad de modificar políticas públicas anquilosadas. Su llegada renueva la agenda pública y fortalece la exigencia de ajustes en estrategias. Son una buena noticia para México.

@sergioaguayo

Colaboró: Zyanya Valeria Hernández Almaguer

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Escrito en: Editorial Sergio Aguayo

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