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Un critico de la fotografía

Dr. Leonel Rodríguez R.

A la memoria de los señores Papadakis, don Aristóteles y su señora esposa, doña Alicia Sosa de Papadakis; a sus hijos Aristóteles, Nicolás y "Kukla".

Desde mis años mozos fui afecto a la fotografía; sin embargo adquirir una cámara fotográfica por más sencilla que ésta fuera, no estaba dentro de nuestras posibilidades económicas y menos como estudiante; sin embargo ya como empleado de la Compañía Minera Asarco donde empecé a trabajar a partir del uno de agosto de 1957 con un sueldo diario de $17.47 más el séptimo día, ya había más posibilidades de que algún día me hiciera de una de ellas, por más sencillas que ésta fuera. No obstante había otros problemas, en mi primera ciudad adoptiva (Nueva Rosita, Coah.) no fácilmente podíamos conseguir los rollos necesarios ni mucho menos un lugar para que nos revelaran el rollo o los rollos utilizados e imprimirlos, teníamos que esperar varias semanas o meses para que alguien que fuera a Eagle Pass, Texas los dejara en la Botica del Águila, dejar un anticipo por cada uno de ellos, esperar no menos de una semana para que estuvieran impresas las fotografías que tal vez hubieran salido bien y esperarnos que personalmente tuviéramos algún viaje a la ciudad fronteriza o que alguien nos hiciera el favor de recogerlas en nuestro nombre. Total que teníamos que esperar varias semanas o meses para disfrutar de las fotografías que con tanto esmero habíamos tomado en algún evento familiar especial. De todas aquellas decenas y decenas de fotografías que recuerdo haber tomado con alguna cámara muy sencilla la mayoría de ellas desaparecieron; tal vez alguna de mis hermanas Ma. Gloria, María Guadalupe Ma. del Refugio, conserven algunas de ellas; en lo personal guardo en alguno de mis álbum algunas de ellas y que corresponden al día que llevé a cabo mi Primera Comunión sin embargo la mayoría de ellas, lamentablemente, desaparecieron.

Fue hasta que llegué a Torreón, el año de 1968, cuando turisteando por el primer cuadro de la ciudad, llamó mi atención el local que ocupaba la ya desaparecida Fotografía Papadakis, recuerdo que en muchas ocasiones me detenía para admirar sus hermosas fotografías que exhibían en sus aparadores y un día, no recuerdo con qué pretexto me atrevo a entrar al local; recuerdo que al primero que conocí fue al señor Papadakis y me da la bienvenida con el "¿en qué podemos servirle?" tal vez le pregunté que si tomaban fotografías para credenciales, ¡claro que sí! Me contesta, minutos después se hace presente la señora de Papadakis, de nombre Alicia. A partir de ese día entablamos una bonita amistad, fui testigo fiel de conocer y ver crecer a sus tres hijos: Aristóteles, Nicolás y Kukla hasta verlos convertidos en unos apuestos jóvenes y una hermosa jovencita, Kukla, con quien entablé una bonita amistad que perduró hasta que me fui a Piedras Negras, Coah., a cumplir con el Servicio Social, esto a partir del uno de agosto de 1974 mismo que culminamos el 31 de julio del año siguiente. Sin embargo ¡cuánto me enseñaron durante los seis años que los traté, máxime que, como era un aficionado a la fotografía, tips tan sencillos como centrar bien la toma, que los "espacios muertos" tanto a los lados de arriba y abajo fueran los mismos, de igual manera que del lado izquierdo y derecha. Que si el fin principal era la persona o las personas y querían un fondo de algo que les interesara lo mejor era que la persona o las personas se acercaran lo más posible a la cámara pero sin "mutilar ni las puntas de los dedos o los zapatos" en la parte inferior y de igual forma en la parte superior: ni un solo cabello de los "actores principales" y así lograríamos los dos objetivos de la toma de la fotografía: un buen paisaje de fondo y sobre todo los personajes principales vistos de un buen tamaño. Con mucha frecuencia me he topado con turistas tomando fotos, pongo de ejemplo que hacen todo lo contrario: si andan en la playa y la bañista desea que le tomen una buena foto ante un fondo espectacular, el que las anda tomando la o las fotos en vez de pedirle a la persona o personas que se acerquen a la cámara, les pide que vayan más y más y más atrás y al revisarlas en las cámaras modernas como son los celulares o bien las tabletas, lo único que observan es un bonito fondo, pero la fotografiada, si le va bien, aparecerá tan retirada, una silueta alejada o bien tan solo un punto que no se identifica para nada. En ocasiones cuando andaba "turisteando" en el recorrido de Santa Lucía, en la ciudad de Monterrey, vi a una pareja que hacía lo anteriormente describo; me atreví hacerles las observaciones anteriores y les pedí que si me permitían que les tomara unas fotos y que las compararan con las que ellos se habían tomado, les tomé un buen número de fotos para que pudieran ver la diferencia. Se quedaron encantados con las que yo les había tomado. En otra ocasión estando en un curso en la casa de León Troski, en la Ciudad de México donde en dos días "entrené" a un Custodio para que nos tomara buenas fotos a todas y cada uno de los asistentes, en lo personal me tomó una serie de fotos con las cuales me vine muy satisfecho al terminar el curso.

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