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EL DIOS QUE NO SE DERRITE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El "pensamiento débil" es uno de los efectos del extravío antropológico y ético del hombre contemporáneo. Éste consiste en negar todo lo que sabe a "universal, objetivo, espiritual, permanente y trascendente". A pensamiento débil, desde luego, corresponde una "ética débil". Es la de nuestro tiempo. La constatamos en todos los campos humanos: economía, política, cultura, filosofía, religión, instituciones, etc. La teoría filosófica del pensamiento débil encuentra hoy su correspondiente interpretación sociológica en la terminología acuñada por Z. Bauman: "cultura líquida", o "tiempos líquidos". Con esta terminología simbólica quiere expresar ese fenómeno de licuefacción que se vive actualmente, respecto de todo aquello que socialmente se había considerado sólido, inmutable, incuestionable, como las instituciones del estado, familia, matrimonio y los valores y principios morales tradicionales.

El autor de "Tiempos líquidos" así se expresa: "Al menos en la parte "desarrollada" del planeta se han dado, o se están dando ahora, una serie de novedades no carentes de consecuencias y estrechamente interrelacionadas, que crean un escenario nuevo y sin precedentes para las elecciones individuales y que presentan una serie de retos nunca antes vistos. En primer lugar -continúa expresando el autor- el paso de la fase "sólida" de la modernidad a la "líquida", es decir, a una condición en la que las formas sociales (las estructuras que limitan las elecciones individuales, las instituciones que salvaguardan la continuidad de los hábitos, los modelos de comportamiento aceptables) ya no pueden mantener su forma por más tiempo, porque se descomponen y se derriten". Esta descomposición social nos presenta hoy un panorama inédito de "situaciones irregulares" (divorciados vueltos a casarse, uniones libres, uniones homosexuales, personas en situación de calle, emigrantes sin rumbo, hijos de probeta, familias diversas) que habrá que atender. En efecto, irregulares son las situaciones y no las personas.

La crisis antropológica y ética contemporánea, debida a la introducción del "pensamiento débil" (en filosofía) o de los "tiempos líquidos" (en sociología), se caracteriza primordialmente por su negación de la metafísica ontológica, por la cual ya nada existe con objetividad y cada sujeto resulta ser constructor de su cosmovisión y mundo de valores. En esta perspectiva, se ha ido acentuando, ininterrumpidamente, una verdadera "hemorragia de escepticismo subjetivista" que crea condiciones planetarias de anarquía social e intelectual. Frente al futuro, por ende, desaparece la esperanza y toda acción de proyección escatológica resulta superflua. El hombre, por tanto, se desploma en el "sin sentido de la existencia". Se trata de un nihilismo arrogante, destructor de toda esperanza y propedéutico de cualquiera aberración política y de exaltaciones alucinantes del poder y del placer.

La inconsistencia de la ética a la que se ha llegado, prepara a su vez caminos de involución y regresión humana. Las evidencias están a la luz del sol: el hombre del futuro se desdibuja, en efecto, como neo-cavernícola violento, depredador, irrespetuoso, represor y egoísta. El epílogo de estos tiempos líquidos no puede ser sino la "muerte de Dios", o sea, de la esperanza y del bien. Nunca el hombre ha estado como ahora tan desprovisto de profundidad; nunca como ahora siente la necesidad de reencontrarse a sí mismo, recuperar la infinitud rechazada y reconocer que no existe verdadera emancipación y progreso cuando se excluye lo trascendente y lo eterno.

La crisis educativa, contribuye al extravío antropológico y ético que agobia nuestra sociedad contemporánea. Los sociólogos y pedagogos mexicanos por ejemplo, han cuestionado inútilmente la reforma educativa de la escuela media superior que, quitando la enseñanza de la filosofía, convierte a los estudiantes en técnicos sí, pero, sin capacidad de pensar y de ser socialmente críticos; una educación devastadora por la ausencia de valores e ideales.

Se llega así a una inmoralidad creciente en la conducta individual y en las estructuras sociales en términos de corrupción, de libertinaje sexual y de irresponsabilidad profesional. Como ya nada es "sólido" hay una permisividad generalizada y favorecida también por la tolerancia jurídica. Pruebas son los 'divorcios exprés', los matrimonios entre "parejas fantasiosas", los múltiples adulterios, la legalización del aborto y de los úteros subrogados, la utilización de células estaminales embrionarias, etc.

La tiranía del relativismo con su ética pragmática y de eficiencia es una postura intelectual que niega la verdad objetiva y universal a favor de la opinión particular de cada quien. En el relativismo cada uno erige sus valores en función de lo que le es más útil, más cómodo y más gratificante. Finalidad ambigua y peligrosa del relativismo es la de cobijar una gran cantidad de fundamentalismos insostenibles racionalmente. Se llega, así, a un nivel enfermizo de 'tolerancia' en donde por un lado se respetan aparente y arbitrariamente todas las expresiones culturales, pero por otro se declara una brutal censura a aquellas otras visiones ancladas en la tradición y que ponen en tela de juicio los propios cimientos del relativismo.

Parecería que lo anterior es pura cuestión teórica, per la descomposición social en nuestro México es provocada en buena medida por la debilidad de sus instituciones, por la corrupción de todos los niveles, por la mezquindad de la clase política, por la narco-violencia y por la disminución de valores y compromisos entre su población. Es por eso que estos temas no son elucubraciones fuera de la realidad y es necesario ponerlos en nuestras conciencias y combatirlas con una mayor profundización y una atenta reflexión.

Hoy celebramos la fiesta de la presentación de Jesús en el templo; celebramos que Dios satisface las expectativas de los que esperan en la fe representados por el anciano Simeón, de quienes no aceptan que el mundo trascendente se ha diluido. Hoy se renueva la fe en la fidelidad de Dios, en el cumplimiento de la esperanza, en el Dios que no decepciona, en la luz que ya resplandece y que se hace guía para todos.

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