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El consejo presidencial de inversión

JULIO FAESLER

El anuncio de la creación de un gabinete presidencial específico para inversiones que encabezará Alfonso Romo es excelente ya que deja clara la intención del Presidente de la República de dar todo el apoyo necesario a que aumenten las inversiones , la producción nacional y, con ello, las exportaciones. El saldo neto será la creación de empleo que es, en último término, lo que hará que el país genere más riqueza que distribuir.

Esta noticia coincide con la coyuntura que se nos abre con la entrada en vigor de la nueva versión del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T MEC) y que debe aprovecharse en toda su extensión abriendo nuevas avenidas agrícolas e industriales. Una vez satisfecha la demanda nacional de nuevos artículos de consumo y de insumos industriales su exportación significará mayores ingresos para nuestra economía y por lo tanto, más recursos para ser repartidos en apoyos federales y locales por, por ejemplo, el Instituto del Bienestar dirigido por Juan Antonio Ferrer.

Atraer nuevas inversiones es relativamente fácil ya que México tiene muchos atractivos para el empresario extranjero. La variedad de países que han montado fábricas en todos los estados de la República comprueba lo anterior. Es muy importante, sin embargo, que el gobierno ofrezca facilidades como lo hacen otros países para adquisición de terrenos, reducciones fiscales, vías administrativas especiales y condiciones laborales atractivas y créditos blandos.

El nuevo gabinete económico, integrado por secretarías de estado entre las que debe estar la de trabajo, es oportuno ahora, en el preciso momento en que el nuevo tratado T MEC empiece a funcionar. Algunas opiniones han apuntado a que sus cláusulas en materia, por ejemplo, en materia de reglas de origen "zonal" no favorecen demasiado a los productos mexicanos. Las condiciones para la industria automotriz tienen la obvia intención de emparejar los salarios mexicanos y norteamericanos en esa industria a fin de eliminar cualquiera ventaja comercial de nuestras exportaciones. Debe entenderse que el nuevo acuerdo es parte importante de la asimilación de la economía mexicana a la de Estados Unidos conforme a la estrategia maestra de construir el bloque norteamericano competitivo que haga frente al de China que está muy adelantado. Habrá que ver en qué nos favorece o daña la serie de arreglos tarifarios entre Washington y Beijing que están en preparación. Pero el balón de la inversión está con el empresariado.

Con independencia de esas consideraciones para nosotros la creación de empleo es una prioridad que nos ha acompañado desde hace décadas. La necesidad típica ha sido de generar al menos un millón al año. El dato más reciente, sin embargo, es que ha aumentado el desempleo que según la OIT alcanzó la cifra de 2.4 millones en 2019. Es aquí donde aparece el comercio exterior como un elemento indispensable. La venta al exterior es una demanda ampliada que hace posible alcanzar escalas de producción económicas que las dimensiones de la demanda nacional no podría justificar.

Hay que tener cuidado. Las mayores exportaciones no significan necesariamente que haya aumentado el empleo que bien puede ser de mero ensamble o armado de piezas hechas por trabajadores de otros países. La exportación que más nos interesa es la que crea nueva fabricación especialmente la de las pequeñas y medianas industrias, las PYMES, que son el 95% de las unidades productivas del país. Dentro de las mejores perspectivas para la industria mexicana está la fabricación de componentes que la industria terminal adquiere para integrarlos a sus operaciones. El abastecer la demanda de componentes de la industria que está al final de la cadena de producción equivale a exportar.

La inversión en México no pasa del 3% del PIB mientras que en otros países el dato es mucho mayor como en la India que es del 16%. No solo el bajo dinamismo de la economía mundial explica el que México en 2019 sólo avanzó un 1.9% y que los pronósticos de la UNCTAD sean mucho más modestos para el 2020 o que el FMI pronostique solo un 1.6% para 2021. Subir el monto de la inversión es precisamente la receta más válida para los momentos en que nos encontramos.

Podemos estar seguros de que el ajedrez del comercio exterior se volverá cada vez más competitivo en el futuro inmediato. La iniciativa privada mexicana tiene que responder con todo ahínco invirtiendo más. Le va la vida en ello.

El curso de los acontecimientos más recientes apunta a la conveniencia de mantener la independencia del comercio exterior muy cercana a las varias opciones para exportar aunque ello sea solo por los signos actuales que subrayan la probabilidad de que los mercados exteriores cambien sus preferencias y por ende sus facilidades para el exportador mexicano. No es momento para comprometernos a un solo mercado por omnipresente parezca. Lo que está por verse es el desarrollo de China con la amplitud inmensa de su población y economía a la que se añade la capacidad financiera de espaldar cualquiera estrategia que quiera para mejorar su potencial e imagen.

La promoción de inversiones es el tema del nuevo consejo presidencial pero, por lo vasto de sus implicaciones, su mandato será incompleto si no incluye al comercio exterior como objetivo principal de las inversiones que se desean y su finalidad de creación de empleo.

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