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Sobre aviso no habrá engaño

JULIO FAESLER

Va creciendo la opinión en varios sectores, antes resueltamente contrarios que de todas las perspectivas de la nueva administración, que al final de cuentas, México necesitaba un cambio profundo en su manera de vivir, en sus concepciones y comportamientos.

Ha transcurrido el temido primer año de la administración de López Obrador y al lado de las decisiones más condensables que decretó en ese lapso, aparecen realidades, apoyadas en reportes estadísticos, que pintan un escenario aceptable.

Me refiero a algunos aspectos macroeconómicos. El respeto a las decisiones de la yunta SHCP - Banco de México, ha rendido frutos: los datos de la inflación con que se termina 2019 es ligeramente inferior al 3% y el buen comportamiento del Peso frente a la divisa estadounidense, agradan a los observadores financieros. Por el contrario, son de preocupar la caída en los índices de producción industrial y la escalada de precios de bienes de consumo doméstico que se espera en estos meses.

El panorama es mixto. Una parte del panorama mexicano puede dar aliento a diagnósticos favorables. Pero sobre esos datos estadísticos, desconcierta sobremanera la terquedad de la cruda violencia que a diario se exhibe con jactancia en todas sus formas imaginables. Ese fenómeno se atornilla a la mentalidad de la gran mayoría de la población, fijando modelos que a primera vista no tienen remedio alguno.

Pero para que se dé la evolución que México requiere es indispensable transformar la psique popular que soluciona sus problemas a gritos soeces y a balazos, en una mentalidad de actitud tranquila y conciliadora.

Hay un largo camino de corrección por delante mientras no encontremos la piedra filosofal de la paciencia y del trabajo. Esta vía ocupará más de una generación entera, aunque bien podría acelerarse con policías municipales adiestradas.

Es ocioso reiterar aquí a la educación como factor imprescindible para el desarrollo nacional. A este tema siempre se revierte por ser el eje central de la transformación nacional. Los muchos males de los que históricamente adolece nuestra comunidad con ella se difuminarían.

No se deje esperar que la evolución que deseamos se desenvuelva a su propio acompasado ritmo, para llegar a los deseados niveles de la madura concordia productiva que nos colocarán en la compañía de los más adelantados y prósperos pueblos del mundo. 2019 dejó claro que hay que apretar el paso y saber responder pronto y con eficacia inmediata a cada uno de los retos. Tan vasta tarea requiere en primer término, una convencida energía que, lamentablemente no abunda en nuestra sociedad acostumbrada desde hace décadas, ¿siglos?, a dejar que las cosas sucedan por sí solas. Esa es la convicción de que sí somos fundamentalmente positivos y sí somos capaces de superar los problemas como lo hacen otros pueblos que sin valer más que nosotros actúan con decisión colectiva.

2020 es el momento para poner en práctica esos propósitos como los años ochenta y noventa del siglo pasado cuando la sociedad mexicana, en prácticamente todos sus niveles y actividades, se alzó resuelta a exigir y a obtener un trato digno de las autoridades para el voto ciudadano depositado en cada pueblo y estado de la república. Ese blanco fue el que inspiró y dinamizó la energía general que, sumó la masa crítica que acabó con décadas de descuido y abuso del partido oficial que parecía enquistado para toda la eternidad.

El ciclo ha regresado. Las elecciones para diputados que se realizarán en 2021 son el llamado a la acción para que la cámara baja de nuestro Congreso se integre con la diversidad de banderas políticas y pareceres personales que aseguren la vigencia de la democracia simple a la que muchos próceres de este siglo propulsaron.

Para lograr un Congreso independiente y genuinamente representativo de todas las fuerzas políticas válidas que deben formar el poder legislativo necesitamos preparar y lanzar candidatos idóneos que podemos encontrar entre nuestros conocidos y amistades. Sus campañas serán elementos vitales para dar voz y sustancia a las demandas de todos los mexicanos. Es responder al llamado a actuar en favor del país y a empeñarnos en que los que lleguen a formar nuestro parlamento lo hagan con valor y patriotismo.

Dejar que las elecciones del 2021 pasen sin haber participado en ellas es tanto como no interesarnos por el rumbo que llevará el país, y con ello, el de las decisiones que a diario nos afectan. Sobre aviso no habrá engaño.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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