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Trump pone el Medio Oriente al rojo vivo y pone a temblar al mundo (I)

EMBAJADOR JORGE ÁLVAREZ FUENTES

La inesperada eliminación del general Qasem Soleimani, comandante de las brigadas Al Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, y otros altos mandos de las milicias iraquíes proiraníes, con un ataque efectuado con drones, por órdenes del presidente Donald Trump, pone al rojo vivo el Medio Oriente y agrava los escenarios de conflicto en el mundo. Haber asesinado en Bagdad a un militar y figura política clave en la región, constituye un peligrosísimo acto de guerra, que la administración estadounidense ha querido justificar, nuevamente, en la lucha contra el terrorismo, arguyendo su obligación de combatir a individuos que amenazan la seguridad y los intereses de EUA, habiendo declarado, meses atrás, a la Guardia Revolucionaria como una organización terrorista. La operación fue el desenlace de una nueva escalada militar en Irak, luego de fatales intercambios con misiles entre las milicias proiraníes y fuerzas estadounidenses, a los que siguió el asedio sobre la embajada norteamericana el último día del año. Horas después hubo otro ataque con drones en la capital iraquí, habiendo el Pentágono ordenado el despliegue de 3,500 efectivos adicionales, junto con la salida urgente de todo el personal diplomático y los civiles no indispensables. El Parlamento iraquí debate la suspensión de la autorización para que las tropas estadounidenses permanezcan. No cabe minimizar los efectos multiplicadores que tendrán los hechos ocurridos en Irak, tanto ahí, como en Siria, Líbano, Israel, Yemen, Libia y Argelia, como en el Golfo Pérsico, Afganistán y Pakistán, independientemente de la respuesta, naturaleza y alcance de las respuestas en venganza que lleve a cabo Irán, en el lugar y tiempo de su elección. Los impactos superan los posibles descalabros o alzas en los mercados petroleros y bursátiles.

Al igual que a los miembros del Congreso estadounidense, a los aliados europeos (los cuales no fueron informados) y al mundo entero le preocupa sobre todo saber si la sorpresiva decisión unilateral tomada por Trump responde y forme parte de una estrategia militar, política y diplomática bien formulada, de mediano y largo plazo, o si por el contrario, es una medida intempestiva, oportunista, resultado de un cálculo coyuntural, poco meditado en sus alcances, a partir de la información y recomendación de los servicios de inteligencia, que podría haber descansado en una motivación primordial centrada en sacar réditos políticos de cara al proceso de enjuiciamiento y al derrotero que pudiera seguir el proceso electoral estadounidense, de escalar este conflicto internacional. La situación en el conjunto del Medio Oriente ya era, antes del asesinato, sumamente grave, empezando por Irak, cuyo gobierno, muy débil, atrapado entre dos aliados: EUA e Irán, bajo la égida de éste, encara desde hace meses protestas y reclamos populares. Aunado a ello, el atroz conflicto interno, regional e internacional de la prolongada guerra en Siria continúan ahondándose, con efectos catastróficos para los pueblos sirio y kurdo, en el que figuran como protagonistas Rusia, el propio Irán, Turquía, además de Arabia Saudita, no así EUA. La fragilidad del Líbano resulta más evidente, luego de 80 días de protestas contra la clase política, que se niega a reconocer que no es la enésima difícil formación de un gobierno la que tiene el país al borde del abismo, sino el rechazo abierto a todos los líderes facciosos y con tensiones entre clases sociales, no entre comunidades religiosas. La amenaza de una conflagración podría paralizar las protestas populares. Los recelos de los distintos protagonistas y actores de enfrascarse en otra peligrosa etapa, está haciendo que todos reevalúen y piensen dos veces sus acciones y reacciones, para sustentar su conducta ante los escenarios de crisis. Esto tiene lugar cuando, también, por primera vez en 70 años, EUA ha recortado sus aportaciones económicas a la OTAN, obligando a sus aliados europeos y Canadá a pagar más por la defensa colectiva.

A fin de poner estos acontecimientos en contexto, no puede desconocerse que, en los últimos 2 años, la venta de armamento y el desarrollo de nuevas armas, cohetes, y robots autónomos han crecido en un 7.2 %. Según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, la industria estadounidense de armamentos encabeza este auge armamentista, habiendo obtenido ganancias por 246 billones de dólares en 2018, ejerciendo control sobre casi el 60 % del mercado mundial. Tampoco se pueden omitir las revelaciones sobre las mentiras que, a lo largo de 18 años, Washington ha propagado respecto de los "progresos logrados" en la guerra en Afganistán, que alberga a miles de combatientes terroristas, donde aún permanecen 14 mil soldados estadounidenses, y cuando las "negociaciones" de Trump con los talibanes son un extravío. El Banco Mundial ha adelantado datos de un informe que se conocerá completo, este mes, que señala que entre 2011 y 2017 los conflictos armados se duplicaron; los ataques terroristas se cuadruplicaron y el valor del narcotráfico global superó los 1.3 billones de dólares, el 1.5 % del PIB mundial.

Desatar o involucrarse en una guerra es fácil, sobre todo si se da, como ha ocurrido tantas veces en la historia, resultado del desconocimiento, la arrogancia y la prepotencia de dirigentes y militares, que dan pie a una secuela de errores. Cómo salir de ella es sumamente difícil. Imposible creerle a Trump, de que al escalar la confrontación con Irán lo que persigue es finiquitar los conflictos en Medio Oriente y hacer del planeta un lugar más seguro.

@JAlvarezFuentes

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