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Uno de seis. La prisa por transformar

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza".— Alfred Tennyson

"Corría como si se le acabaran las horas para salvar al país". Así describió el irrepetible Julio Scherer las prisas de María Esther Zuno, esposa de Luis Echeverría, por atenuar los despropósitos e injusticias que desde siempre la marcaron. Doña María Esther fue y murió siendo una luchadora social dolida por los sinsentidos de un país roto.

Es pertinente mencionarlo porque todos los presidentes de México, sin distingo, saben que el tiempo apremia. No hay poder o dinero que alcance para adquirir más días, segundas oportunidades o indulgencias históricas. La Presidencia de la República se posee y detenta una vez, solo una.

Luego ocurre un eclipse, implacable, después el ostracismo y la nada. Ejemplos sobran. El más reciente se llama Enrique Peña Nieto. Hoy, de él y su legado poco queda y ha sido condenado a figurar en las páginas de la prensa del corazón. Ahí jamás existió materia, menos substancia. Peña Nieto es producto y consecuencia de nuestros tiempos.

Vicente Fox, seducido y embelesado por las mieles del poder otoñal y la ambición infinita de su cónyuge, también tuvo prisa y juró que a través de la primera dama lograría prolongar un legado trunco que hoy causa todo menos respeto.

El Gobierno, considera Andrés Manuel López Obrador con no poca razón, es un elefante reumático al que es complicado poner en movimiento.

Lo mismo, con distintas palabras, me dijo Alfonso Romo Garza cuando tuve oportunidad de entrevistarlo, hace algunas semanas, en lo que será la primera de las Entrevistas Rumbo al Centenario de El Siglo de Torreón.

Sí, en Romo percibí optimismo -"soy empresario y estoy acostumbrado a ver las oportunidades", sentenció en aquella charla- pero también un cierto grado de frustración.

Además de la inoperancia de un Gobierno donde en los niveles medios reina el desconocimiento, tampoco debe ser fácil ni para sus hombres y mujeres de mayor confianza, lidiar con los claroscuros de Andrés Manuel.

Por lo general, quienes detentan tal cantidad de poder y en buena medida tienen en sus manos el destino de millones de personas, sucumben a los vaivenes anímicos.

López Obrador, lo digo con respeto, es un hombre terco en el mejor y el peor sentido de la palabra. Dicha necedad lo condujo a buscar, en tres ocasiones, ser presidente de México. Y sí, supongo a veces admite que se equivoca y recula, pero lograr que cambie de opinión no es empresa sencilla.

"Cuándo quieres pasar a la historia, tienes prisa siempre", aceptó Romo, uno de los hombres más cercanos al mandatario. El jefe de la Oficina de la Presidencia de la República sabe que ya pasaron demasiados meses y las cosas no van como quisieran. Tampoco resultan esperanzadoras para quienes no votaron por López Obrador, pero desean que al país le vaya bien.

Hoy, el presidente de México nos pide otro año para que los efectos de la Cuarta Transformación se comiencen a sentir. Este columnista, en tanto, se pregunta qué implica transformar y si a final del camino lo habremos conseguido. De lo que sí estoy seguro es que 2019 se caracterizó por haber sido el año de las guerras entre tirios y troyanos. Extraviamos, todos, el sentido de la templanza y el juicio.

Uno de seis. Sí, el presidente, Alfonso Romo, tú y yo, todos tenemos prisa. Las cosas, sin embargo, ocurrirán más rápido de lo que imaginamos. López Obrador pasará, vendrá otro no sé si mejor, peor o igual.

La pregunta de fondo, aquella reflexión que me permito dejarte en agradecimiento por todo este año de solidaridad y acompañamiento a mis textos, querido lector, es si cada uno de nos hemos transformado o seguimos presos de los vicios, inercias y mezquindades de siempre.

Urge recuperar la calma. No podemos tomar decisiones políticas ni de cualquier otra índole a partir del miedo, la esperanza que ciega o desde lo mucho que nos divide.

La transformación del país, el verdadero cambio, no está circunscrito ni es propiedad de ningún presidente, partido o coyuntura pasajera. Aquí no existen los mesías.

Transformar es un concepto que no tiene dueño y la prisa, en ocasiones, resulta mala consejera.

Twitter @patoloquasto

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