Columnas Social

Ensayo sobre la cultura

El cuento de la historia

José Luis Herrera Arce

Nuestra vida cotidiana anda en busca de sentido. Éste se ha encontrado de muchas formas: el mito, el rito, la religión, la filosofía, la ideología y la ciencia, tienen como finalidad encontrar la razón de ser de la naturaleza y junto con ella, de los seres humanos. Cuando lo tiene, se siente la importancia; cuando no, caemos en el vacío, nos introducimos de nuevo al caos, donde el mito comenzó a construir la creación del mundo por medio de Dios o de los dioses.

Cito una referencia a Schopenhauer, en el libro metahistoria de Hayden White: "La verdadera libertad del hombre reside en su capacidad de crear imágenes. La voluntad halla su libertad en su capacidad de modelar un mundo como prefiera con base en percepciones. Sólo experimenta su naturaleza determinada cuando trata de actuar en esas fantasías. De aquí se sigue, por lo tanto, que la más alta meta de la voluntad individual es experimentar su libertad y que, si el único modo como puede hacerlo es mediante el ejercicio de su capacidad de ficción, la mejor vida es la que usa los fenómenos sólo como material para la recreación ficticia" (pág. 232)

Hemos perdido la fe en la sociedad perfecta. Criticamos todos los intentos que se nos proponen sea de derecha o de izquierda. Queremos ser demasiado científicos en las proposiciones y efectuamos una severa crítica a aquellos que siguen persiguiendo los paliativos mitológicos o religiosos; como puede ser la fe en la virgen de Guadalupe en el caso del pueblo mexicano. Sin embargo; hoy más que nunca, estamos muy lejos de identificar aquella ideología; ya que las religiones y las filosofías han demostrado fracasar en el intento, que nos lleve por el buen camino. Únicamente hace falta asomarse al mundo para darse cuenta de que ningún país puede demostrarnos tener la felicidad perfecta. Lo que si construimos es un mundo de ficción donde algunos creen haberlo logrado. Se interpreta la historia a una manera determinada intentando demostrar que los fenómenos se deben a determinadas causas, como los modos de producción; y por el otro lado, se piensa que las cosas se acomodarán si dejamos que las leyes del mercado funcione o el más fuerte se siga imponiendo a los débiles. Todos son intentos de perfeccionar este mundo imperfecto y no se logra convencer. Damos tumbos por todas partes. Se prueba uno y otro y nos quedamos inconformes. En México pasamos por tres partidos y el sin sabor de boca es más amargo que nunca, para algunos; para otros, reciben hoy lo que no recibían antes y con eso basta. Me vuelvo a referir a la cita, recurrimos a la ficción encontrando consuelo en ella. Algunas veces el engaño puede ser válido por una larga experiencia de contradicciones que produjeron los problemas graves en los que nos encontramos inmersos: la corrupción, principalmente que es el mal que promovió todos los demás males.

Si quieren ser científicos, entonces partan de que somos corruptos y con ello no hay ley que valga porque siempre será posible violarla. Y si además, el valor primordial que nos ha impuesto nuestra cultura es el tener y no el ser, entonces, el tener de la manera más fácil es precisamente violando la ley. Si en el camino manchamos el apellido, el nombre o la dignidad, nos podemos reír que buen caballero es don dinero.

Hoy por hoy no veo como dar marcha atrás a las decisiones democráticas que se han tomado. (Es la democracia la que nos trajo a este sexenio. No podemos defenderla sólo cuando nos conviene y repudiarla cuando no nos conviene).

Será fantasía lo que se nos propone pero, ¿Existe alguna otra propuesta válida?; Es más, mi pregunta concreta sería, ¿hay un nombre, un grupo, una cabeza, un partido de nuestra entera confianza que nos dirija en el intento? Lo dudo.

No creo haber llegado aquí atraídos por las palabras de un redentor; llegamos por el repudio de todos los demás intentos que no dieron resultado. En un mar tormentoso, nos aferramos a una tabla. No había más. Si eso no lo entienden, entonces no hay manera de proponer remedios.

Esa hora de forjar nuestras ficción, fantasía, ideología y buscar quien la encauce. Creo en los héroes. Pero primero hay que construir el marco ideológico y ayudar abatir los males que nos traicionaron: la corrupción por principio de cuentas.

Leer de historia, ayudaría.

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