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En La Laguna: latifundio o parcela

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

La Comarca Lagunera, región del centro norte del país, ha pasado por varias etapas que desde el punto de vista de la tenencia de la tierra se puede dividir en tres, explica Héctor Ehrenzweig Estevané, ciudadano de Torreón.

Nace la Comarca en la segunda mitad del siglo XIX con el latifundio como unidad productiva que permanece hasta 1936. En ese modelo de propiedad de la tierra había peones acasillados, que vivían en las haciendas, atados a ellas por deudas de la tienda de raya que no podían liquidar durante toda la vida de trabajo, dando por resultado la pobreza de miles de familias campesinas. El valor producido tenía un reparto muy desigual: mucha riqueza para unos cuantos hacendados y profunda miseria para los peones. Los "golondrinos" -población flotante que venía de otros estados-, sólo permanecía en la región durante la época de cosecha. Esos latifundios sobrevivieron a la revolución pero no a sus efectos: el artículo 27 de la Constitución.

Se expropiaron los latifundios con la aplicación del 27 constitucional en 1936, que dotó a los trabajadores del campo con tierras, pequeñas parcelas, inaugurando una etapa de auténtico desarrollo económico y social, incluida la población rural y urbana.

De 1936 a 1990 los ejidos laguneros se desarrollaron con altibajos. Pero se fueron formando cadenas de corrupción que partía de los más altos funcionarios de Gobierno hasta autoridades ejidales y representantes campesinos. Y sin embargo, el desarrollo económico regional se daba con la formación y crecimiento de empresas grandes, medianas y pequeñas alrededor de productos algodoneros. El desarrollo social se mantuvo con derrama económica considerable que llegaba a la población rural y urbana.

La corrupción llegó a nivel insostenible y variaron las condiciones del mercado algodonero con la introducción de fibras sintéticas al mercado de telas. Esa crisis no se enfrentó con planeación seria y desarrollo social. Por el contrario, se buscó desaparecer el ejido para el establecimiento del neoliberalismo como alternativa de desarrollo.

En 1992 la nueva reforma -en realidad contrarreforma- al artículo 27, dio dominio pleno a los ejidatarios sobre su parcela, cuando, al parecer, dos años antes se operó un malicioso plan para el fracaso ejidal en la cosecha de algodón en 1990. Se les negó con ello el crédito a los ejidatarios y se vetó el cultivo algodonero. Muchos sólo tuvieron la opción de ingreso económico vendiendo sus derechos. Y quedaron dadas las condiciones para el resurgimiento del latifundismo, con acumulación de tierra en pocas manos, acorde al desarrollo neoliberal con promesa de desarrollo económico.

Apoyado por el Gobierno, el nuevo latifundismo moderniza la producción agropecuaria con tecnología de punta y gran subsidio federal, desocupando mucha mano de obra. El Gobierno quitó el crédito a ejidatarios que resisten y les otorgó el mísero subsidio Procampo -gastan más en pasajes para recibirlo-, orillándolos a una lucha de resistencia desigual. Crece la pobreza en campo y ciudad. La brecha de desigualdad se agranda y profundiza.

El latifundio expresa lo peor en la historia de la producción rural, siempre ha traído males grandes a la población mayoritaria: esclavitud, servidumbre, jornaleros mal pagados, miseria; por el lado de los beneficiados, ambición desmedida de acumulación de tierras, enormes ganancias con base en la sobreexplotación de jornaleros, y ahora, como nunca, explotación salvaje de recursos naturales.

En La Laguna es evidente la sobreexplotación del acuífero, que pone en riesgo la vida misma de la población. A esto la mentalidad dominante le llama tener iniciativa, visión empresarial, creatividad y otros conceptos que esconden la cruda realidad.

Para la comarca queda claro el resultado de estas dos experiencias rurales. Y es importante reflexionarlo para escoger lo mejor que convenga a la sociedad y al medio ambiente: latifundio o parcela.

El latifundio no sólo es acumular tierras, también es sobreexplotar fuerza de trabajo y recursos naturales.

La parcela -extensión de terreno agrícola y/o pecuario, trabajada por el poseedor y su familia-, se revela como la opción que puede ofrecer un futuro equilibrado, al ser condición necesaria para el desarrollo social, conservación de la naturaleza y adecuada distribución de la riqueza.

Ehrenzweig invita a ampliar el tema en reunión a realizarse hoy sábado en Morelos 854 oriente, de Torreón, 9:00 a.m.

@kardenche

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