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Tomarle la medida a Trump

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Lo único peor que estar equivocado es ser aburrido"— Roger Stone

Imperturbable, bajo control, en sus cabales. Ignoro qué ocurra en el ámbito de lo privado pero frente a la opinión pública, al Presidente López Obrador parece resbalársele casi todo lo que haga y diga Donald Trump.

Hace unos días, Trump amenazó con declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras por su papel en el tráfico de drogas y personas. Tal anuncio -con justa razón- preocupó, caló hondo y encendió alarmas en ambos lados de la frontera pero, sorprendentemente, López Obrador da visos de haberle tomado la medida al inquilino de la Casa Blanca.

Mientras otros sobreviven en estado catatónico, el presidente de México no pierde la calma ni dedica tiempo excesivo refiriéndose a Trump. Tampoco ha querido treparse al ring de la confrontación, los dimes y diretes y la retórica incendiaria. El trabajo de lidiar con Washington es responsabilidad de Marcelo Ebrard.

Todos sabemos y somos testigos de las muchas cosas y gente que logra sacar de quicio al tabasqueño. La lista es amplia, acorde a los vaivenes anímicos y carácter pasional de quien hoy nos gobierna. Sin embargo, hasta ahora, su homólogo norteamericano no ha sido uno de ellos.

Además de que no es bueno confrontarse con el hombre más poderoso del planeta, entender y saber leer a Trump resulta más sencillo de lo que algunos creen. Con sus asegunes, Andrés Manuel López Obrador probablemente sepa el camino.

Donald Trump será muchas cosas pero políticamente resulta primario y predecible. Se trata de un hombre poco sofisticado quizá, pero que ha sabido comprender el entorno y capitalizar la circunstancia actual.

Para conocerlo a fondo, basta leer alguno de los libros que ha escrito. Todos, sin distingo, son panfletos publicitarios donde además de poner de manifiesto la enormidad del ego que lo caracteriza, también narran y reinterpretan a conveniencia su paso por el mundo.

Donald Trump disfruta saltándose las reglas -ello lo provee de adrenalina- es un transgresor nato y como negociador resulta implacable. Desde hace cuatro décadas, Trump supo que encarecer los términos y condiciones de cualquier acuerdo es la vía para alcanzar el punto medio. "Pide doble para obtener sencillo", reza el dicho entre banqueros que Trump lleva tatuado y le sirve tanto para hacer negocios poco ortodoxos como en la Casa Blanca.

A sabiendas de que se avecina una campaña presidencial complicada, Donald Trump recurrirá a las técnicas de siempre pero ahora elevadas a la máxima potencia. Si ello implica amenazar a México casi con una invasión militar su pretexto de combatir a los cárteles del hampa, no tendrá mayor empacho en decirlo.

Roger Stone, una de las personalidades más estrambóticas y cuestionables dentro de la fauna de asesores y estrategas que respiran Washington, lo sabe. Stone, en buena medida artífice de que Trump sea presidente, afirma y cree que para ganar una contienda hay que hacer lo necesario mientras no se infrinja la ley.

Hace alrededor de dos décadas, Roger Stone supo anticipar que Trump era viable como candidato. Eventualmente, los ciudadanos terminarían hastiados del "establishment" y de ser gobernados por los mismos de siempre. "El sistema político es una cloaca", repetía un Stone que advirtió que frente al hartazgo y desconfianza generalizada hacia la clase política tradicional, serían precisamente los perfiles anti sistémicos quienes eventualmente habrían de ganar terreno y conquistar las urnas. Por ello, Roger Stone vio en Trump a su más grande oportunidad y actuó en consecuencia.

Lo demás es historia. Como elemento adicional, la campaña será mucho más despiadada y estridente pues aunado al modus operandi del hoy presidente, recordemos que Donald Trump enfrenta un juicio (Impeachment) por presuntos actos de corrupción, abuso de autoridad, colusión con países extranjeros y falsedad de declaraciones.

Por ello, no es difícil suponer que Trump habrá recurrirá a cualquier artimaña que sirva para distraer la atención pública de lo verdaderamente importante.

Mientras en México los políticos se rasgan las vestiduras hablando de respeto a la soberanía y los menos avezados casi vaticinan una invasión yanqui que sencillamente no ocurrirá, López Obrador y otros parecen adivinar lo inmediato.

Al actual presidente de Estados Unidos no le conviene ni le interesa enfrascarse en una guerra con los cárteles de la droga.

Al final del día, todo apunta a que nos encontramos frente a una nueva artimaña dentro de la cajita china de sorpresas que tiene preparado el más feroz y atípico de los contendientes por la Casa Blanca.

Para leer a Trump no se precisan dos dedos de frente. El tipo es más predecible que las manecillas de un reloj.

Twitter @patoloquasto

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