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Ensayo sobre la cultura

EL SIGLO DE TORREÓN

Se supone que hubo una revolución que comenzó en 1910 y sacó del poder a Porfirio Díaz en 1911. La guerra se continuó durante 10 años más. Huerta tampoco duró mucho en el poder; podríamos decir que la lucha armada se volvió en contra de los propios revolucionarios que se propusieron aniquilarse entre ellos mismos. No fuimos los únicos en sufrir este fenómeno: en Rusia, Stalin se va contra Troski; en Cuba, Castro contra Huber Matos. El poder es canijo.

Como antecedente, en nuestro caso, los Flores Magón fueron relegados por ser abiertamente anarquistas. A Ricardo lo dejaron morir en California. Ellos estuvieron detrás de las huelgas de Río Blanco y Cananea; aun así no congeniaron con las otras ideologías.

Madero era un agricultor que buscó la democracia. Sus propósitos eran muy idealistas pero su voz tuvo éxito. Escribió un libro, la sucesión presidencial, después proclamó el plan de San Luis; cosa rara, dio una fecha para el inicio de la lucha, y cosa más rara, llegó al triunfo sin mucho trabajo y ocupó la presidencia. A partir de ahí, cometió el error de querer desarmar a las fuerzas revolucionarias y confiar su seguridad en los ex porfiristas, como Huerta, el traidor que lo fusiló.

Los grupos se fueron formando. Carranza, que siendo secretario de guerra en Cd. Juárez, renunció al puesto para gobernar Coahuila, proclamó el plan de Guadalupe contra huerta. Cabalgó hasta Sonora para hacer mancuerna con Álvaro Obregón que se convirtió en el general de sus ejércitos. No se pudo entender con Villa, Torreón y su telégrafo fueron testigo; ni tampoco con zapata y mucho menos con la convención. Derrotado Huerta, se enfrentaron los diversos grupos entre sí. En un primer momento, Villa y Zapata tomaron la ciudad de México, Carranza se fue a refugiar a Veracruz. Ni Villa ni Zapata supieron hacer gobierno. Tampoco encontraron a nadie que lo hiciera. Tuvieron que replegarse, Carranza volvió, Obregón vence a Villa en Celaya; Pablo Gonzales está detrás de la traición por la que murió Zapata.

Carranza abre el constituyente donde se escribe la constitución del 17; sin embargo, impide la intervención de los grupos con los que no está de acuerdo: Villistas y Zapatistas. Estando en Veracruz, ya había escrito una ley agraria que le hiciera competencia al plan de Ayala. De todos modos, en la carta magna quedó plasmada la intención de muchas de las reformas que los revolucionarios querían. Una cosa es el escrito y otra el hecho.

En Tamaulipas, Lucio Blanco intenta repartir tierras y Don Venustiano se enoja. Algunos habrán pensado que no era tan urgente hacerlo. Cuando el Varón de Cuatro Ciénegas termina su período, se opone a entregar el poder a Obregón, que había sido el brazo armado que lo había llevado al poder. Obregón se le rebela, y en la huida, Carranza muere en Tlaxcalantongo.

Obregón tiene un período tranquilo de gobierno. Hay un auge cultural y educativo por permitirle hacer a Vasconcelos. Se comienza la vida del México moderno. Hace Mancuerna con Calles a quien le pasa el poder. Se provoca la guerra cristera. Obregón pretende re elegirse. Lo matan. Calles se vuelve el poder tras el trono hasta que se encuentra con Cárdenas.

Éste último se revela a ser uno de los títeres de Calles y lo destierra del país. Su gobierno intentó ser socialista. Se enfrentó a los capitalistas; nacionalizó el petróleo, repartió tierras y dio fuerza a los sindicatos. Logró la unión de los ciudadanos.

Después, vino el desmantelamiento de todo lo que sonara a socialista. En tres sexenios, ya éramos capitalistas, comenzábamos el largo camino de la corrupción con Alemán. Con López Mateos se reprimió la huelga de los ferrocarrileros. En el sesenta y ocho no se supo manejar la huelga de los estudiantes con lo que se llegó al dos de octubre.

Después, comienza el declive económico que nos llevó a ponerle tres ceros a nuestra moneda en la paridad con el dólar. Perdimos lo bancos, la confianza en quienes nos gobernaban. En el ochenta y cinco la ciudad de México quedaba desamparada después de un terremoto. Le entramos al neoliberalismo. Los bancos nacionalizados pasaron a la iniciativa privada extranjera. El gran partido se comienza a desmoronar, pero sigue imponiéndose el dedazo. Es hasta el dos mil en que el Pri pierde el poder. La inseguridad se pone de moda y llega a su apogeo. Los gobiernos emanados de los otros partidos, decepcionan. La corrupción sigue gangrenando el cuerpo social. Hay impotencia para vencer a la delincuencia. Nos ponemos en brazos de Morena.

En ese proceso estamos. Por lo pronto, se acaba con un aeropuerto que podía haber generado riquezas. Se ofrece limosna para todo mundo. Se muestra impotencia ante los grupos delincuenciales. Hay amenaza mundial de hundimiento económico; pero eso sí, el próximo 20 festejamos nuestra revolución.; abrimos nuestras puertas para proteger a un presidente que ya llevaba catorce años en el poder: Evo Morales. El círculo se cierra.

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