Columnas Social

Las palabras tienen palabra

Una vida de perros y otros animales

Juan Recaredo

¿Por qué no somos más como el perro? No desperdiciaríamos nunca la oportunidad de salir a pasear, de ser siempre leales, de comer realmente con gusto y con entusiasmo -y detenernos cuando estemos satisfechos-; no nos importarían las veces que nos censuran y no guardaríamos rencores ni tristezas. Muchas cosas positivas tienen los perros que puedes aplicar en tu vida: mantente siempre alerta pero tranquilo, da tu cariño con alegría… nada más una cosa: ¡no te orines en la calle!

Todo lo anterior lo leí -palabras más, palabras menos- en algunos comentarios que vi en internet, y pues sí, en mucho tienen razón al destacar la nobleza de los perros tomar el ejemplo y aplicar un poco más en nuestras vidas. Por cierto, la palabra perro se supone que es algo onomatopéyica, es decir que el vocablo refleja hasta cierto grado el gruñido del animalito cuando está enojado: "perrrrro…". De hecho también esa palabra dicha así se usa para llamar la atención del animalito como si le hablara uno en su idioma; entre perrrro y grrrrrr no hay mucha diferencia.

Un tipo que es muy perro, es alguien que es muy bueno para pelear o para hacer alguna actividad específica.

Y si seguimos viendo a los diferentes animales que usamos para adjetivar a nuestros semejantes, tenemos a la paloma que es símbolo de paz y de inocencia. Se aplica cuando le decimos a alguien: no me vas a decir que tú eres una blanca paloma. Y fíjate que mis primos son unos buitres, nada más están esperando a que se muera el tío para quedarse con la herencia.

La gallina representa la cobardía: "deberías haberme defendido en lugar de correr, eres un gallina". "Mi sobrino es muy mula…" quiere decir que es un tipo muy ladino, muy méndigo para decirlo en términos folclóricos muy nuestros.

Mi comadre es una chachalaca, habla demasiado, nunca se calla. Y luego se pone a platicar con mi vecina que es una urraca, o sea que es prieta y gritona. En cambio, mi tía es una cotorra, que habla y grita mucho.

Mi hija es una hormiguita, porque se la pasa consiguiendo y acarreando cosas para su casa. En cambio, mi suegra es una arpía, avariciosa y codiciosa como ella sola y es que mi cuñado es un burro, nunca quiso ir a la escuela.

Todos los que fueron al mitin son unos borregos y el líder es un perico, habla y habla y no dice nada y luego cuando le piden cuentas, se hace pato y no contesta.

¿Le suena familiar?

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios:[email protected], Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Pedro Uresti: Hay un dicho común que dice: "no hay mal que por bien no venga...". ¿Qué lo correcto no es "no hay bien que por mal no venga"? Creo que lo primero es de carácter negativo y lo segundo es más positivo, ¿no cree usted?

LE RESPONDO:

El refrán "no hay mal que por bien no venga" significa que por muy malo que sea lo que te suceda, finalmente traerá por consecuencia algo bueno.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Para los verdugos el trabajo es la muerte.

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