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El omnipresente

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"El carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha eludido".— Arthur Miller

"La 4T agota, pero no aburre". Para bien y mal es cierto, cómico, trágico, demoledor. De Culiacán pasando por la masacre de la familia LeBarón. En el ínter, el omnipresente desliza riesgos de un golpe de Estado. Vaya asunto. No cualquiera se atreve a nombrar peligros inexistentes y evocar cataclismos.

¿Sembrar miedo para generar lealtades? El omnipresente midió los riesgos, calculó el efecto, soltó la frase, de ahí fue a la finca de Palenque a descansar. Magistral narrativa, él la controla, él todo lo llena. Comunicando es un genio y parece que intenta distraernos de lo fundamental.

Primero la CNDH, luego el INE, quizá después -ojalá y no- la Corte, hoy acéfala. Pretextan transformar -sí, el combate a la corrupción hay que celebrarlo- pero al tiempo van cooptando, "matalascallando" poco a poco. Ignoro si el tiro les salga. Colocan afines, súbditos, gran parte de los perfiles desmerecen en estatura, pericia y capacidad técnica. Muchos no perdurarán. El quehacer, el verdadero oficio político, desdibujados.

Un mes, quizá más, donde parece que se truncó el ánimo del país, quizá la propia supervivencia de los organismos autónomos. Al tiempo, puesta en duda la operatividad de Gobierno, desde el exterior nos ofrecen apoyo "desinteresado" para ganar las mil guerras de Galio y los cien mil frentes abiertos…

Vamos, hasta la forma en que nos miran es distinta. El retrato que de México hace la prensa internacional cala, y hondo, porque acusa una realidad ineludible. El omnipresente lo sabe, por eso le viene como anillo al dedo el infortunio de Evo.

Bienvenido, camarada. Gran operación diplomática de Marcelo, sí, pero los aplausos se los llevará el omnipresente. Porque más allá de lecturas geopolíticas, Evo también sirve como distractor de lo fundamental. Luis Echeverría, obsesivo, exprimió a Hortensia Bussi de Allende como quiso. Suena y se lee cruel. Así fue.

Semanas donde las malas noticias fluyen como cascada, lo bueno se desdibuja ante el horror, los sinsentidos y el absurdo. Extraviada la brújula, dentro de lo inmediato habría que replantear el modelo de comunicación del Gobierno de la República. Quizá le funciona al omnipresente pero no a nosotros, los ciudadanos.

Las mañaneras, más que un ejercicio de transparencia, rendición de cuentas y comunicación transversal, retratan el mar de contradicciones que el último mes puso de manifiesto.

"En vivo desde Palacio", circo a tres pistas del omnipresente. A la larga, de no atemperarse, también podría ser su perdición. Ojalá y jamás llegue ese día porque nadie desea asistir a otro fracaso sexenal. Ya hemos visto demasiados.

Semanas donde el omnipresente, en lugar de transmitir un sentido de calma necesaria, agota con sus soliloquios, fábulas y guerras cibernéticas donde en la escala de lo que preocupa, pareciera como si exponer cuentas de Twitter es más apremiante que ejecutar los deberes de la jefatura del Estado.

Días cuando al omnipresente se le mira descompuesto, irritable, irascible y sin control del discurso. Existen otros donde aparece confiado, dueño de sí, sereno, templado, curtido, maduro, atemperado, con rumbo. Son los menos.

Habita en la piel de mandatario, regresa a su papel de opositor, luego recuerda que preside a la república y recula. Todo en un abrir y cerrar de ojos.

El omnipresente embiste y acorrala a la prensa, a quien ose contradecirlo, a los enemigos reales y también a aquellos producto de su imaginación. La estrategia del divide y vencerás llevada al extremo, a uno que a todos nos está causando daño.

Inexplicablemente, el omnipresente festeja que las mañaneras tengan tal rating y que dicho rating sea exponencial. A la par, la inseguridad crece al grado que 2019 habrá sido el año más violento de nuestra historia reciente.

La omnipresencia, lo sé, a todos nos tiene agotados. Quiero pensar que también al propio omnipresente. Hoy su reflejo es distinto. Urge recupere la apuesta por lo que muchas veces dijo quería ser para cada uno de nosotros: el mejor y más justo de los timoneles.

El omnipresente no ha perdido la bondad pero sí algo de recato. Estamos frente a la primera de las seis rebanadas del merengue pero las ansias por comérselo de un jalón se manifiestan.

Llegó la hora de hacer un corte de caja y meditar. Que de la omnipresencia transitemos a los resultados que hoy brillan por su ausencia. Resultados y buenas nuevas en materia de seguridad, justicia social, economía, etcétera.

Menos activismo y campaña, más ejercicio de gobierno y resultados. Porque sean de izquierda o derecha, de omnipresencias y telepredicadores está pavimentado el camino al infierno.

El mundo ya cambió. Aquí, parece, no lo hemos entendido.

Twitter @patoloquasto

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