Columnas Social

Las palabras tienen la palabra

El país de las marchas

Juan Recaredo

No creo equivocarme si digo que a nosotros, los mexicanos, nos encantan las marchas. En muchas ciudades de nuestro glorioso país y especialmente en la Ciudad de México, los habitantes diariamente "disfrutamos" de alguna marcha que se hace para protestar contra alguna cosa, en la que los inconformes toman las calles para marchar. Luego sucede que los grupos contrarios a los que están marchando también marchan para protestar contra los primeros que ya estaban protestando… y así andamos de marcha en marcha mientras que el que realmente está marchando es México.

Me cuentan que un despistado habitante de la Ciudad de México llegó a la calle Reforma para apoyar en una marcha, nada más que al desconocer los gritos de protesta de los marchistas, le preguntó a uno de los de ahí: "Disculpe compañero, ¿qué no es esta la marcha de los maestros?" -preguntó el despistado hombre. "No, mi amigo, esa fue la marcha de la mañana, nosotros somos transportistas y tenemos el horario de la tarde… si quiere le doy una pancarta…". "Bueno, pues ya ni modo, démela pues…". Entonces juntos gritan: "¡Gobierno fascista, no apoya al transportista!" o alguna frase similar de rima muy libre.

A esas les llamamos marchas, porque eso hacen sus participantes: marchar, andar, caminar por las calles exponiendo sus demandas. Sin embargo, el verbo marchar tiene otros significados. Por ejemplo, bien lo dice aquél brillante filósofo llamado Luis Miguel: …si no supiste amar, ahora te puedes marchar. Marchar es irse, partir de un lugar. Y se marchó, y a su barco lo llamó libertad, canta el igualmente famoso José Luis Perales en su canción Un Velero Llamado Libertad.

"¿Qué tal marcha tu nuevo negocio?" "Pues ahí va marchando bien…" decimos utilizando a este verbo como un sinónimo válido de "funcionar" o "desenvolverse". ¿Y si al amigo no le va bien con el nuevo negocio? Pues lo tendrá que cerrar y entonces diremos que "ya marchó" o sea que ya murió, o para decirlo más académicamente: "ya se lo cargó el payaso".

Ya sabe usted, querido lector, que me gusta buscar el origen de las palabras y en el caso de marchar es el francés marcher y éste del fráncico -una lengua muerta desde la Edad Media- markon, que quiere decir "dejar huella"; porque quienes marchan lo hacen con tal fuerza que van dejando huella por donde pisan.

La marcha es muchas otras cosas: algunas personas llaman marcha al motor de arranque de una máquina. También es un ritmo musical muy característico y que se usa originalmente para marcarle el paso a las tropas, como la Marcha de Zacatecas. Sin olvidar que, en atletismo, una marcha es una carrera en el que el atleta camina rápidamente pero uno de sus pies siempre debe estar tocando el piso.

Muchas otros son los usos de la palabra marcha, pero en esta ocasión mi espacio ya marchó, así que es momento de marcharme. ¡Adiós!

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected], Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Alicia de Hoyos dice: "En un mercado, me dijeron 'pásele marchanta' pero yo siempre pensé que 'marchanta' era la mujer que se encarga de vender en el puesto… ¿Es así?".

LE RESPONDO:

Está usted bien. Un marchante es un comerciante, un vendedor ambulante; la palabra viene del francés marchand que es "vendedor". Lo que pasa es que algunos se confunden y creen que la palabra "marchante" viene de "marchar", con el sentido de andar o caminar. Por eso le dicen marchante al que anda caminando por los pasillos del mercado, pero es un origen equivocado.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Dijo José Díaz Ramos, político español: "Es preciso marchar cautamente y no dejarse llevar por optimismos exagerados".

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