En México se registra un desperdicio anual de hasta 28 millones de toneladas de alimentos. (MA. ELENA HOLGUÍN)
Para los comerciantes del Mercado de Abastos de esta ciudad, es mínimo el desperdicio de alimentos perecederos, ya que generalmente todos aquellos que se desechan por merma o descomposición, son recolectados por personas que se dedican a la crianza de cerdos.
Se les conoce como "marraneros" a los recolectores que a temprana hora, diariamente, acuden a la central de abasto para rescatar las frutas y verduras que son desechadas de las bodegas o locales comerciales, para destinarlos al alimento de su ganado.
Comerciantes de ese sector mencionaron que en gran parte, el producto que desechan por tales motivos es bien aprovechado por estos recolectores, de quienes no se tiene un número determinado y por lo tanto, tampoco un control respecto a quiénes practican dicha actividad al interior del mercado.
De acuerdo con estudios que se han practicado por diversas instancias, en nuestro país se registra un desperdicio anual de hasta 28 millones de toneladas de alimentos, lo cual representa dinero perdido para las empresas, ciudadanos y gobierno.
El 18 por ciento de esta pérdida se registra en el sector de procesamiento y fabricación de los alimentos, por recortes, sobreproducción o infraestructura o maquinaria inadecuadas; daños durante la fase de empaque, métodos imprecisos y por inconsistencias en la calidad de los procesos, entre otras causas.
El 16 de octubre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, que en ocasión de 2019 tiene como lema "Dietas saludables para un mundo sin hambre".
Se abordarán avances encaminados a lograr Hambre Cero para el año 2030, como parte del Objetivo Número Dos de Desarrollo Sostenible.
La celebración de este año exige acciones en todos los sectores a fin de lograr que las dietas saludables y sostenibles sean asequibles y accesibles a todo el mundo. Al mismo tiempo se realiza un llamado para que, a lo largo de las últimas décadas, el patrón alimentario se modifique.
Las dietas han cambiado de una forma drástica como resultado de la globalización alimentaria, la urbanización y el aumento de los ingresos económicos. Se ha pasado de platos tradicionales y estacionales donde predominaban los alimentos vegetales y ricos en fibra, a dietas con alimentos cargados en azúcares, almidones refinados, grasas y sal. Además, se abusa de los alimentos preparados y procesados, de la carne y de otros alimentos de origen animal.
