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Sólo intereses: traicionar al pueblo kurdo, vieja tradición de EUA (II)

GABRIEL MOYSSEN

Divisiones internas... Además, se considera que las divisiones internas que han asolado al pueblo kurdo han sido un gran obstáculo para alcanzar sus metas.

Por ejemplo, durante los años 70 Irán e Israel, aliados con el interés mutuo de socavar al Irak bajo influencia soviética, proporcionaron ayuda a la Unión Patriótica del Kurdistán encabezada por Yalal Talabani, opuesto a Mustafá Barzani, líder del Partido Democrático del Kurdistán y padre del ex presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani.

Decidido a aplastar a las guerrillas kurdas peshmerga en la guerra entre Irak e Irán, el presidente iraquí Saddam Hussein lanzó entre 1986 y 1989 la campaña Anfal, matando a más de 50,000 kurdos.

Donald Rumsfeld, enviado especial de Estados Unidos para Medio Oriente, hizo poco para evitar que Bagdad utilizara gas mostaza y nervioso, debido a su importancia como baluarte frente a la militancia chiíta impulsada por Teherán. Años más tarde, como secretario de Defensa, Rumsfeld fue actor clave en la invasión de Irak, "denunciando" su arsenal prohibido de "armas de exterminio masivo".

Después de que las tropas de Hussein fueron derrotadas en Kuwait en 1991, el presidente estadounidense George H.W. Bush proclamó un "nuevo orden mundial" y convocó a "los militares y el pueblo iraquíes a tomar las riendas con sus propias manos, para obligar a hacerse a un lado a Saddam Hussein, el dictador".

Sin embargo, el levantamiento kurdo en el norte de Irak resultó destruido otra vez, ya que

Washington y sus aliados Turquía y Arabia Saudita estaban más interesados en conservar la integridad territorial del país e impedir la propagación del separatismo.

Como medida de presión permanente, Estados Unidos y Reino Unido impusieron una zona de prohibición de vuelos sobre las áreas kurdas en Irak; en contraste, ambos países ignoraron la represión al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía, que incluyó el arrasamiento de miles de aldeas.

En 1979, Abdulá Ocalan, líder del PKK, se asentó en Siria, que se convertiría en su base en los siguientes diez años. El desaparecido mandatario sirio Hafez el Assad, padre de Bashar el Assad, veía al PKK como un instrumento útil frente a su rival Turquía. Sin estar dispuesto a arriesgarse a un conflicto con Ankara, empero, expulsó a Ocalan en 1988; Ocalan fue capturado en Kenia y está encarcelado en Turquía desde entonces.

Debe mencionarse en especial la traición simultánea de Estados Unidos a los chiítas del sur de Irak en este contexto. Discriminados por los sunitas, también se rebelaron siguiendo el llamado de Bush, pero hasta 100,000 habrían perecido cuando los aliados dejaron que Hussein enviara tanques de la Guardia Republicana a Basora y otras ciudades además de emplear helicópteros de combate, pese a la prohibición de vuelos que el general Norman Schwarzkopf delineó con la frase "vuelan y mueren".

Las unidades de Hussein bombardearon templos chiítas y ejecutaron en el acto a miles de personas. Pocos años antes, el dragado de los pantanos de la región desplazó a 400,000 árabes de las marismas devastando una de las culturas más antiguas del mundo aparte de provocar serios daños ambientales.

En el marco de la guerra en Siria, desde 2015 Washington respaldó a las YPG en su confrontación con el Estado Islámico (IS), el Frente Al Nusra, Al Qaeda y otros grupos extremistas.

La milicia kurda incluso logró capturar Rakka, "capital" del califato de IS, aunque el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió a las YPG que no avanzaran hacia el oeste del Éufrates si deseaban conservar la ayuda de Washington, lo que impidió la creación de una entidad denominada "Rojava" uniendo los "cantones" kurdos contiguos en el noreste y el noroeste de Siria.

James Mattis, ex secretario de Defensa estadounidense, argumentó que Turquía, miembro estratégico de la Alianza Atlántica, tenía "preocupaciones legítimas de seguridad" respecto a sus operaciones contra las YPG, que Erdogan considera parte del "terrorista" PKK, y esta política se ha mantenido en la Casa Blanca.

Mientras que Estados Unidos no está abandonando sus bases en el norte de Siria, rico en petróleo y gas, para efectos prácticos está traicionando una vez más a los kurdos no obstante las declaraciones ridículas de Trump sobre su "gran sabiduría sin igual" y los supuestos límites que impuso a la ofensiva turca.

Un dicho popular arma que los kurdos "no tienen más amigos que las montañas"; desafortunadamente para su causa, olvidan que-como recalcó el ex secretario de Estado Henry Kissinger-"Estados Unidos no tiene amigos o enemigos permanentes, sólo intereses".

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Escrito en: editorial GABRIEL MOYSSEN

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