Cultura

El canto roto de un Revueltas

El compositor Julio Estrada hace un análisis sobre Silvestre Revueltas a 79 años de su deceso

Referente. La música y el recuerdo de Silvestre Revueltas se han sobrepuesto a todo prejuicio, gracias a quienes se han interesado por su obra y entendido su persona.

Referente. La música y el recuerdo de Silvestre Revueltas se han sobrepuesto a todo prejuicio, gracias a quienes se han interesado por su obra y entendido su persona.

SAÚL RODRÍGUEZ

El último sol duranguense del siglo XIX lo vio nacer en el pueblo de Santiago Papasquiaro. Aquel paisaje ocre escuchó su primera sinfonía proveniente de su llanto, de ese dolor por nacer que lo acompañaría toda su vida.

Silvestre Revueltas fue el hermano mayor de una camada de artistas. Tenía tres años cuando escuchó el camino que seguiría su destino, justo después de presenciar una serenata en la plaza del pueblo. Fue tanta la impresión por la música que convirtió en tambor a una tina de baño. El pequeño Silvestre había echado a andar la maquinaria de su imaginación y sobre aquella superficie metálica improvisó sus primeros sonidos.

Inmediatamente, su padre se percató de su talento. A los seis años comenzó su formación bajo la tutela de Francisco Ramírez; tomó el violín como su instrumento y con poco más de una década de vida, debutó bajo el cobijo del Teatro Degollado, en Guadalajara.

El niño creció en lo inhóspito, como esas plantas que desafían al desierto. Era 1913 y convenció a sus padres para que le permitieran viajar a Ciudad de México. Allí logró inscribirse en el Conservatorio Nacional y tomó cátedra con el violinista español José Rocabruna, el compositor Rafael J. Tello y con una estricta compañera apodada soledad.

Después, cruzó la frontera para perfeccionar sus aptitudes musicales en Estados Unidos. En el vecino país, las situaciones personales y una decepción amorosa le orillaron a templar su carácter. A Silvestre lo cubrió el desánimo cuando uno de sus maestros comparó sus composiciones con las de Debussy, pues jamás había escuchado al compositor francés. Fatigado moralmente, deseaba volver a su tierra en Durango y vivir su entusiasmo en soledad. Pero sucedió lo inevitable: contempló la sonoridad de Debussy y de su pecho brotó una admiración por él; ambos buscaban una música de movimientos.

Su regreso a suelo azteca fue apenas el comienzo en la historia de uno de los compositores más importantes que ha tenido este país. Señalado por los conservadores de la época como irreverente, rebelde y disoluto, a 79 años de su muerte, su música y su recuerdo se han sobrepuesto a todo prejuicio gracias a los investigadores, artistas y públicos que se han interesado por su obra.

IMAGINACIÓN DEL SUFRIMIENTO

En 1970, la imagen de Revueltas era la de un compositor relegado, poco conocido y mucho menos estudiado por los expertos. Su conflicto con el compositor Carlos Chávez enterró su recuerdo en una caja de arena. En ese entonces, el también compositor Julio Estrada había regresado de Europa y se percató de la poca atención que tenía su música en el campo académico mexicano.

Tras realizar un análisis de la obra Sensemayá, que Estrada publicó luego en la enciclopedia de la que es editor, La música de México (UNAM, 1984), se amplificó su interés por conocer más a fondo lo que buscaba la imaginación de Revueltas.

Una suma de varios ensayos en torno a la vida y la obra del duranguense le condució a publicar Canto roto: Silvestre Revueltas (UNAM y FCE, 2012). En dicho libro, hoy agotado, la indagación de Estrada se concentra en el desglose de la creatividad y la emotividad musical del mayor de los Revueltas.

"Mi intento de esbozar un nuevo perfil del compositor consiste en mostrar sus vínculos íntimos con el dramatismo de Dostoievsky y el mundo trágico de Mussorgsky. Ambos aspectos tienen mucho mayor peso que incluir a ciegas a Silvestre en la corriente oficial del nacionalismo musical mexicano, cuando la percepción de las peculiaridades de su música (humor, nostalgia o duelo, entre otras) revelan la originalidad de su obra como un territorio privado y social que propongo denominar como 'mexicanismo'", explica el compositor Julio Estrada, en entrevista exclusiva para esta casa editora.

"Silvestre se sentía olvidado por la sociedad, en desventaja, como lo indica. También su lucha política se asoció a ese sentimiento de abandono. Como creador, era alguien que supo transmitir el sentido de la tragedia, porque él mismo era un ser trágico. Visto en retrospectiva, Revueltas no deja una escuela, pero sí una herencia que se aleja de la versión oficial de la historia musical. Su mexicanismo es un ejemplo singular que muestra cómo entender al país y sus culturas desde una visión íntima que no excluye al sentimiento colectivo."

Estrada continúa: "Un caso interesante del deslinde de Revueltas del esquema nacionalista es Sensemayá, basada en un poema homónimo de Nicolás Guillén, cuyos ritmos y giros melódicos en ostinato provienen de la intensa identificación del autor con la música negroide, elemento que pertenece a nuestra génesis triple (indígena, hispano y negro) […] Pienso que en el canto para matar la culebra de Guillén, el propio Silvestre se representa dentro de la persecución colectiva, sentimiento que le produce la pérdida de dos de sus hijas, la temprana muerte de su hermano Fermín, el encarcelamiento de su otro hermano, José, el arrinconamiento musical que padece al tener a Carlos Chávez (su antiguo amigo) como enemigo político, cuyos celos por el éxito de Revueltas le orillan a excluirlo como director de orquesta y como autor musical. Esos sufrimientos, y su propia tendencia a la depresión psíquica, son parte de la sustancia que mueve su imaginación".

Silvestre Revueltas falleció hace 79 años, pero su música parece estar más viva que nunca. No obstante, Estrada critica la superficialidad con la que algunos intérpretes han tratado su obra, porque no entienden el ser humano que emana de la o del duranguense.

Para el autor de la ópera Murmullos del Páramo: "Escuchar a Revueltas bajo la idea de perfección, de luz, de claridad, de transparencia, no ilumina sino empobrece, porque Silvestre es más la proclamación de la imperfección, del claroscuro, de la multiplicidad anímica, de la contradicción psíquica. Interpretar su música requiere, más allá del código escrito, reconocer el dolor, saber viajar por su fantasía, por su sentido de la ironía y por su entrega generosa a la destrucción, incluso la propia. Es inútil y contraproducente el ensayo mercantil, que no artístico, de purificar a Revueltas para hacerlo pasar como un santón racional."

LEGADO

El cenit de Revueltas se manifestó en 1937; era secretario general de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y fue invitado al II Congreso de Escritores Antifacistas, en España. En la península ibérica tuvo la oportunidad de presentar varias de sus obras. La crítica Europea se rindió ante él y elogió su arte.

En su retorno a México, Silvestre no dejó de trabajar. Sin embargo, el destino marcó su último compás en sus partituras. Así surgieron muchas leyendas sobre su muerte, especialmente aquellas que narran el ocaso de un bohemio, ahogado de alcohol en la calle a las afueras de una cantina.

Pero en realidad fue una neumonía quien atacó a Revueltas, como aquella culebra que lo perseguía en Sensemayá. Silvestre no soportó el embate y el tempo de su vida se detuvo la madrugada del 5 de octubre de 1940, momentos después de que en Bellas Artes se estrenara su obra infantil El renacuajo paseador. Murió en su casa, acompañado de su familia. Tenía 40 años.

Después de su fallecimiento, algunos de sus colegas pretendieron olvidarlo.

"He podido documentar en Canto roto: Silvestre Revueltas cómo Chávez, músico político, influye para que Revueltas permaneciera, en vida y después de su muerte, como un artista infravalorado. De joven escuché con frecuencia a Chávez intentando humillar, disminuir o degradar a Revueltas, esgrimiendo el argumento de que bebía, era bohemio, improvisado o que su talento sólo se guiaba por el ostinato. En el fondo, su encono nacía sólo de la envidia."

Por estos motivos,"Revueltas es el ejemplo fundamental para los jóvenes creadores de hoy, para quienes más allá de aspirar al éxito, la aceptación, el predominio de la técnica o el poder, puedan aprender a proyectar la riqueza recóndita y los anhelos del universo íntimo", finalizó.

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