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Trump, en graves aprietos

SIN LUGAR A DUDAS

PATRICIO DE LA FUENTE

Era cuestión de tiempo; ese tiempo ya llegó. Donald Trump está metido en un lío de los mil demonios que marcará un antes y un después en la historia de su administración y habrá de definir la forma en que recordemos su paso, tan accidentado, errático y disruptivo, por las grandes ligas de Washington. Acostumbrado desde siempre a transgredir las normas y salirse con la suya, esta vez el presidente de Estados Unidos parece haber ido demasiado lejos, en apariencia imposibilitado para comprender que cada palabra o expresión del hombre más poderoso del mundo pesa, tiene consecuencias y está sujeta al escrutinio público. Aunque a Trump se le investiga desde hace meses por la posible comisión de varios delitos, esta semana las cosas tomaron un rumbo inesperado. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y quien hasta hace poco se mostraba renuente a emprender acciones judiciales pues serían divisivas para el país, según dijo, anunció el inicio de una hoja de ruta que lleva al juicio político de Trump.

La conversación que sostuvieron Donald Trump y el líder de Ucrania es, por donde se le mire, radioactiva y Nancy Pelosi, la mujer políticamente más poderosa Norteamérica y toda una veterana del Congreso, así lo considera. Pelosi ha optado por un camino que sabe en extremo riesgoso y que marcará los ritmos, tiempos y el desenlace no sólo de la campaña, sino quizá incluso la forma de hacer política en el tercer milenio.

Pero también, como efecto colateral, el posible juicio de Trump no hará sino ahondar y agudizar las profundas divisiones y heridas que existen en el electorado desde su irrupción en la arena política nacional.

Además, es de esperarse que al verse presionado y acorralado, el presidente de Estados Unidos haga pronunciamientos erráticos o tome decisiones poco afortunadas que busquen distraer la atención del electorado.

“Esta semana el presidente ha reconocido que le pidió al presidente de Ucrania que tome acciones que lo beneficiarían políticamente; la acción del gobierno de Trump revela un hecho deshonesto, una traición del presidente a la seguridad nacional, al cargo que asumió y una traición a las elecciones. Las acciones que hasta la fecha ha tomado el presidente han vulnerado seriamente la Constitución”, afirmó Pelosi.

A partir de la transcripción de la llamada entre Trump y Volodímir Zelenzky, presidente de Ucrania, podemos advertir que Donald Trump llegó al extremo de solicitar en reiteradas ocasiones al mandatario de una potencia extranjera, que investigue al rival más fuerte del Partido Demócrata rumbo al 2020, Joe Biden, y a su hijo, por lo que él considera un comportamiento delictivo. Rudolph Guiliani, ex alcalde de Nueva York y abogado personal de Trump, ha admitido que el presidente habría condicionado a Ucrania la entrega de 250 millones de dólares a cambio de que se investigara a Biden y a su hijo.

Como era de esperarse, Trump reaccionó al anuncio de Nancy Pelosi negando cualquier tipo de presión al líder ucraniano, al tiempo que afirmó ser víctima de una cacería de brujas por parte de los demócratas y los medios de comunicación.

A decir del presidente de Estados Unidos, la llamada telefónica con su homólogo de Ucrania fue una plática perfectamente amistosa y normal entre dos mandatarios.

Lo cierto, querido lector, es que Trump le solicitó ocho veces a Zelenzki que abriera una investigación en contra de los Biden.

En este momento, resulta improbable que el Congreso eche a Trump a la calle, pero el proceso será muy desgastante, oneroso y complicado para todas las partes involucradas.

Diversas comisiones investigadoras –seis para ser precisos- están obligadas a determinar si se cumplen los requisitos para que el Congreso inicie un proceso de “impeachment” al presidente.

Entre los delitos para enjuiciar a un mandatario, la Constitución de Estados Unidos contempla traición, soborno, abuso de autoridad en el ejercicio del cargo, además de crímenes considerados graves.

De resultar factible el “impeachemt”, es decir, de haberse probado que Donald Trump cometió un delito, primero debe ser votado por mayoría en la Cámara de Representantes, donde los demócratas llevan la voz cantante, y luego turnado a la Cámara Alta, es decir, al Senado que en la actualidad es controlado por los republicanos. Ahí se requiere de dos terceras partes (66 de un total de 100 escaños) para remover a un presidente en funciones, algo que no ha sucedido en toda la historia de Estados Unidos. Recordemos que Richard Nixon renunció antes de ser enjuiciado.

Se avecinan tiempos complicados no sólo para el presidente de Estados Unidos, sus amigos y detractores, sino también en lo que a otras naciones respecta. La ratificación del T-MEC ha quedado en veremos, ocupado como está el presidente Trump en armar su defensa legal.

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