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Irremediables

Diálogo

YAMIL DARWICH

Leyendo la cabeza del ´Diálogo´, pareciera determinista y derrotista: no tener remedio es conclusión cargada de frustración y entrega ante la pérdida del bien espiritual o material, sin esperar recuperación.

Dicen que los mexicanos padecemos el grave defecto del "dejar pasar y dejar ser" … mientras no nos afecte de primera intención. Somos irremediablemente descuidados con nuestra vida social, particularmente con la urgente participación política.

Déjeme fundamentarle la entrega en el mes independentista:

En nuestra vida social nos mostramos impuntuales, muchas veces desconsiderados y otras irresponsables. Nada raro dejar esperando a una persona o grupo faltando a la cita, aunque luego llamemos disculpándonos, cumpliendo con el protocolo de cortesía mexicana-social. ¿Recuerda el Manual de Carreño?

Ser solidarios ni lo mencionemos, pocos participamos en algún grupo asistencial o asociación promotora del bien común, buscando compensarlo dando moneditas a los mendigos, quedando satisfechos.

En lo familiar, manifestamos un sentimiento amoroso inmaduro; cumplimos caprichos cediendo a chantajes de menores, olvidamos reconocer el esfuerzo de la pareja, a veces entregar la quincena y somos poco solidarios en los quehaceres del hogar, dejando en segundo o tercer término la atención a la afectividad. Recuerde eso de "perdón, pero estamos en confianza".

Los mexicanos somos reconocidos por trabajar intensamente, considerando horarios y tiempos extras que reportamos a los medidores internacionales; claro, ellos no contabilizan las horas desperdiciadas en saludar a amigos, tomar café, testear, comentar los partidos de fútbol y hasta ir al sanitario. De mediciones de objetivos alcanzados en tiempo y forma, mejor ni lo tratamos.

Habrá que considerar nuestro compromiso con la política nacional y regional:

Los esfuerzos del INE para que votemos son extremadamente onerosos y pobremente efectivos (recuerde Gómez Palacio). Anteriormente teníamos la excusa de la manipulación de nuestro sufragio y ahora empezamos a inventar otras novedosas, incluyendo el temor a agresiones y represalias.

Así, con el paso de los sexenios, hemos ido transitando en la vida nacional con tropezones y decepciones, siempre molestos con el sistema, los jefes y/o otros compañeros de labores, el mal comportamiento de miembros de la familia y con los politiqueros que abusan del puesto, como nos sucede por ser mexicanos indolentes, preocupados solamente de lo nuestro (no convenientemente ocupados), incapaces de reaccionar, intentando retener nuestro estado de aparente confort o resignados a la pobreza, según cada cual.

Es probable que usted sea la excepción, en cuyo caso le pido una disculpa por la recriminación que, por generalizar en el "diálogo", seguramente le ofende, pero … ¿estaré exagerando?

Si es así, le pido analice casos de nuestra vida nacional.

Hace años, repetidamente fuimos advertidos sobre Trump y sus problemas de xenofobia, psicopatía, incongruencia, inmoralidad y racismo; nuestra respuesta desde la vida confortable fue: "no va a ganar", "no lo van a permitir los pensantes norteamericanos", "Hilary tiene ventaja y será la triunfadora" y "no les conviene a los estadounidenses".

Trump ganó y ahora es una verdadera pesadilla para todo el mundo, particularmente para nosotros, entre otras cosas con su muro y mayores aranceles.

También hace años AMLO se mudó del PRI al PRD, luego construyó su propia organización política (se define como movimiento) y expertos de mercadotecnia le construyeron una imagen de personaje mítico, solidario, prometedor de justicia y cambio.

El sistema putrefacto trabajó a su favor, rompiendo los límites de nuestra imaginación en cuestiones de corrupción, violencia, inseguridad e injusticia social.

Con ello, los mexicanos, al volver la vista hacia la "salvación" y de paso la justicia revestida de venganza y con desesperanza, votamos en consecuencia, esperando salir del estado de putrefacción política con todas sus consecuencias sociales y económicas.

Estamos acostumbrados al aparente confort y no queremos perderlo, por poco que sea; "cuidamos lo nuestro y que cada quien cuide lo suyo", viendo a politiqueros cambiar su discurso y hasta partido, según conveniencia, porque saben que "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error".

Aceptamos las definiciones de corrupción, pero callamos ante los acusados de defraudar a nuestro país, viendo como reciben fuero político. Recuerde que Nestora es ahora diputada, Napito senador y Gordillo activista.

Leemos sobre liberación de maestros y nos exaltamos conociendo las barbaridades cometidas por afiliados al sindicalismo magisterial; nos enfurece lo publicado sobre el huachicol y su fuente PEMEX, pero no protestamos por la desvergonzada libertad de los denunciados, además: ¡todos logran ampararse!

Y seguiremos enojados, exigiendo justicia desde la mesa del café, club o cantina; afirmamos nuestra postura democrática, aunque no la cultivamos; hasta aceptamos los artículos de algunos editorialistas que van cambiado el tono en sus entregas, ahora favorecedoras al sistema. Afortunadamente hay excepciones, quienes aún tienen tinta valiente en su pluma.

Los empresarios, engranes vitales de la economía, bajando el tono en declaraciones y propuestas, transformándolas en respetuosas peticiones y/o recomendaciones, porque "hacienda los vigila".

¿Somos irremediablemente esos mexicanos?

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