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De Política y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

El seductor galán estaba refocilándose con mujer casada en el lecho conyugal de la señora. En eso se oyeron grandes golpes acompasados como de enorme martillo mecánico que golpeaba una y otra vez el piso. Temblaron los cimientos de la casa; vinieron al suelo varios cuadros que colgaban de la pared; se agitaron los candiles; vibraron los cristales de las ventanas. El asustado follador pensó que aquello era un terremoto, pero la mujer lo sacó de su equivocación. Le dijo: "Es mi marido. Conozco bien sus pasos". La mamá y la hija de don Chinguetas le pidieron dinero para comprar el vestido de novia de la chica. El genitor le preguntó a su esposa: "¿Por qué no usa el vestido con el que tú te casaste?". "No le queda -repuso la señora-. Ella no está embarazada". Susiflor le contó a su amiga Rosibel: "Mi matrimonio es un paraíso. Una vez por semana mi marido y yo salimos a tomar una copa, a cenar, a bailar y luego, a manera de aventura, vamos a un motelito a hacer el amor. Yo salgo el viernes y mi marido el sábado". A la prima Celia Rima, versificadora de fin de semana, se deben estos traviesos versillos a propósito del primer Informe de AMLO: "Si habla palabras sinceras / informará el informante / que su única obra importante / han sido las mañaneras". En efecto, hasta la fecha López Obrador ha dado más palabras que obras; más destrucción que construcción; más desorden que orden, más política que administración. Se me dirá lo mismo que dicen que dijo Mao cuando se le pidió su opinión acerca de la Revolución Francesa: es demasiado pronto para opinar. Lo cierto, sin embargo, es que los días, las semanas y los meses han pasado, y el Presidente nos ha dado más motivos para la inquietud que para la esperanza. Cabe pensar que ese acto protocolario, el del Informe, será una ocasión más para que López Obrador repita sus estribillos cotidianos: la reprobación del neoliberalismo, la lucha contra la corrupción, los pobres primero, la Cuarta Transformación, su honestidad. Insistirá en proclamar de nueva cuenta sus obras emblemáticas: Santa Lucía, Dos Bocas, el Tren Maya. Muchas palabras; pocas cifras verdaderas. Estamos retebien y somos muy felices. Otro sermón, otro discurso de campaña, otra mañanera. Y después de ese paréntesis a que la ley lo obliga AMLO seguirá dándonos más de lo mismo: palabras, palabras, palabras, y lo que haga será para deshacer. El padre Arsilio notó que doña Facilisa no se daba golpes de pecho al decir "Por mi culpa, por mi culpa, por mi grave culpa". Los golpes se los daba en la región correspondiente a la entrepierna. Al terminar la misa la llamó y le preguntó por qué hacía eso. "Padre -razonó la feligresa-, los golpes de arrepentimiento se los debe dar uno en la parte donde he pecado más". "Si no te casas conmigo -amenazó Babalucas- me arrojaré por la ventana". La chica se burló: "Estamos al nivel de la calle". Declaró Babalucas, terminante: "¡Me arrojaré 10 veces!". El tipo le dijo a la hermosa mujer que tenía al lado en el bar: "Daría 500 pesos por posar mis labios en esa boca suya tentadora". Replicó la mujer: "¿Y por qué no optas mejor por el gran premio de los 5 mil pesos?". Un tipo le informó a otro: "Tu mujer hace el amor con todos los hombres del pueblo". "No es cierto -negó terminantemente el otro-. Conmigo no lo hace". Le nueva secretaria de don Algón le comentó a una compañera: "Me dicen que el jefe es muy buena onda con las empleadas de la oficina; que todas lo aman". "Sí -confirmó la otra-. Por cierto, hoy te toca a ti amarlo". El sacerdote maya apartó a la linda doncella del borde del cenote. "Vamos a mi casa, linda -le indicó-. A los dioses les voy a echar una pizza". FIN.

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