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¿Qué pasó el 1 de julio de 2018?

ALBERTO AZIZ NASSIF

Lo primero que resalta es la otra cara de la victoria de AMLO, es decir, la derrota de la partidocracia que formaron en los últimos sexenios PRI, PAN y PRD, y sus aliados menores. Con esa pérdida se modificó de raíz un sistema de partidos que transitó de la etapa hegemónica a la dominante, hasta llegar a la alternancia. Un sistema que administró el reparto de los votos, los recursos y los cargos de una representación democrática, cuya temporalidad más reciente fue de finales del siglo XX hasta 2018. Hoy no se sabe cuánto durará el balance de fuerzas que dejó el 1 de julio de 2018. ¿Se recuperarán los partidos de oposición? ¿Surgirán otros o los mismos, pero reconvertidos? ¿Cuánto tiempo durará la fase de irrelevancia en la que se encuentran en la actualidad?

2.- La derrota de la partidocracia se debió a un gran realineamiento electoral, (grandes cambios en la intención del voto, con lo cual se modificaron las tendencias históricas). Un partido nuevo, que en ese momento tenía sólo cuatro años de haber obtenido su registro, pero con una agenda de larga trayectoria, logró un triunfo general en las urnas. La dimensión de ese triunfo ha modelado el estilo del gobierno actual, sobre todo por los grandes márgenes de maniobra política que tiene.

3.- El realineamiento electoral se generó por múltiples razones, entre las que se pueden destacar está el enorme impacto de una mezcla explosiva de problemas en el ánimo de la ciudadanía. ¿Cómo votar cuando estás contra la pared y hay una opción de salida? El revoltijo de graves abusos y desgobierno tuvo la expresión de una complicada ecuación: una violencia agravada + una corrupción excesiva + una enorme impunidad + un horizonte de pobreza = a una urgente necesidad de cambio por fuera de la caja. Lo cual fue posible porque en el escenario político había un actor, un partido y un movimiento lo suficientemente nuevos y, al mismo tiempo, con signos claros de una conocida identidad en su principal liderazgo. Con esas características se hizo creíble la apuesta (AMLO dobló los votos de 2006 y 2012) con la promesa de recuperar la gobernabilidad de un país que había rebasado a los actores tradicionales.

4.- El liderazgo de AMLO fue determinante porque reunía las características de ser un actor de la oposición ubicado por fuera del sistema que había creado el caos que se experimentaba en el país. Como ha sucedido en otros países, estos liderazgos han tenido éxito por el derrumbe de los sistemas tradicionales de partidos. Un fenómeno que se asocia al populismo, un concepto que se usa muchísimo y se define poco. Frecuentemente se destacan rasgos tan generales para analizar experiencias muy diferentes, con lo cual se entiende poco al famoso populismo. Los casos son tan diferentes que obligan a buscar las singularidades de cada fenómeno.

5.- México, como en otros sistemas políticos, llegó en 2018 a una fase de desestructuración de su sistema de partidos, que ha dado lugar a que se hable de un cambio de régimen, que pasó de un formato plural de tres fuerzas a otro de partido dominante. La 4T se mueve entre la reconstrucción incierta y polémica de un país cuyas soluciones necesitan de un largo periodo de tiempo. La narrativa de AMLO se mueve alrededor de lo nuevo y el fin del viejo sistema, lo cual ha producido -hasta la fecha- un horizonte incierto con logros muy acotados en los primeros siete meses de gobierno.

A un año de aquel 1 de julio tenemos una experiencia de gobierno que se puede entender como escribió alguna vez Norbert Lechner: "la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado".

Twitter: @AzizNassif

Investigador del CIESAS

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