Los códigos culturalesLos códigos culturales
A lo largo de la historia, los diferentes grupos humanos que viven en el mundo, han ido acumulando sus parámetros culturales que les dan el sentido de la vida. Todos estos elementos les dan las directrices para significar hasta los actos más intrascendentes: El vestido, el comer, las relaciones familiares o interpersonales. Fuera de una cultura determinada, las mínimas acciones pueden interpretarse como lo opuesto. A la liberación de la mujer occidental, se le opone la manera de vestir de la mujer musulmana que tiene que ir cubierta.
Usos y costumbres cambian de una cultura a otra y por ello, la mayoría de las veces, están imposibilitados para comunicarse si no cuentan con un amplio criterio que los capacite para entender lo que ellos no aceptan.
El deseo de tener una cultura única con una sola interpretación de los sentidos de la vida y la naturaleza, es lo que ha hecho que los hombres se enfrenten entre ellos mismos para imponerse y detentar el poder absoluto en todos los sentidos. Las religiones lo hacen entre sí, con el propósito de imponer su punto de vista teológico; occidente contra oriente en las cruzadas, y las guerras europeas después del renacimiento entre la reforma y contra reforma. Pero también el poder religioso se enfrenta al poder político, defendiendo que uno debe de estar encima del otro, o en una misma religión, las diferentes consideraciones en los principios de fe hace de que exista la oposición: ortodoxos contra católicos, católicos contra protestantes o los sunitas contra los chiitas.
Las diferencias no se han dirimido con fundamentos racionales, sino a partir de la imposición por la fuerza. El resultado es que la teoría no concuerda con la práctica. Los excesos de los cruzados en oriente no va de acuerdo con el espíritu del cristianismo, lo mismo podría decirse de la santa inquisición, como tampoco los excesos de otros grupos religiosos que bajo el pretexto de la guerra santa se han olvidado de los otros propósitos de concordia que proponen su misma religión.
Poder y riqueza es lo que hay detrás de muchas de las acciones de los hombres y de los pueblos, pero se disfrazan o se esconden, buscando tergiversar el significado de las cosas. La conquista se hace amparados de expandir la religión y bajo ese mismo pretexto se permite la encomienda. España corre de su territorio a los musulmanes y a los judíos, perdiendo con ello un capital humano que le pudo haber dado grandeza. Los corre por infieles. Los musulmanes obligan también a la conversión de cristianos y judíos en su territorio. Al enfrentarse el poder papal con el poder del emperador, ambos inventan teorías de que el poder les viene directamente de Dios, que si nos ponemos a indagar en la historia, vemos que las familias nobles proceden del mismo lugar que las otras familias, pero que en un momento dado logran imponerse, por la fuerza, por la traición o por la suerte. Los carolingios derrocan a los merovingios. Los borbones llegan al trono, por ser línea colateral de la monarquía anterior y Enrique IV se convierte al catolicismo por conveniencia. De él es la frase: París bien vale una misa.
Liberalismo y socialismo, son diferentes definiciones de cómo organizar a la sociedad, diametralmente opuestas entre sí. Dentro del mismo socialismo hay formas de interpretación; Stalin contra Trotski, el socialismo ruso frente al socialismo chino. El mismo liberalismo puede llevar a los excesos del capitalismo brutal, o de un capitalismo con más espíritu humanista, donde no se considere al hombre como una extensión de la máquina o como un ser de consumo.
Cuando hay libertad es posible la crítica. Cuando ésta no existe, el hombre se supedita al poder y se acostumbra a las migajas que el poder quiera darle, o a lo que le dejen ver de la realidad, por no tener otro medio de acercarse a ella. En eso se convierten las dictaduras o los estados paternales. Un Stalin que explota a sus obreros para obtener sus fines macroeconómicos. Otros estados que al repartir crean pobreza.
La cultura es muy complicada. En todas partes se propone un paraíso terrenal que nunca llega, tal vez porque nunca parte de lo que en realidad es el hombre. La única manera de seguir adelante es defendiendo el derecho a la crítica, la libertad de expresión (artículo sexto de la constitución). De tener el hábito de informarse y de pensar, cosa que las escuelas están dejando de cultivar.
