El Señor hizo al hombre.
Del barro de la tierra le hizo el cuerpo, y puso en él la proporción y armonía del universo.
Luego el Creador dio forma a la mujer.
Dotó al cuerpo femenino no sólo de atractiva belleza, sino también de sabia ingeniería.
Por último Dios hizo para sus criaturas el acto del amor, de modo que mediante él perpetuaran la especie, gozaran la dicha de su unión y buscaran el uno en el otro compañía y felicidad.
El Espíritu, admirado y conmovido, le dijo al Señor:
-¡Qué hermoso es todo esto! ¡Cuánta belleza hay en los cuerpos del hombre y la mujer, y qué maravilla es el acto de su amor! ¡Esto es lo más bello y lo más noble entre todo lo noble y bello que has creado!
Pero el Señor dijo con preocupación:
-Me temo que a los predicadores todo esto del cuerpo y el amor no les va a gustar.
