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Foro del lector

Esopo y sus fábulas (II)

Han pasado muchos años, siglos, y estas fábulas no han perdido brillo ni interés en las nuevas generaciones de lectores. Algunas de las más famosas y que la mayoría de las personas hemos leído o escuchado acerca de ellas son: La gallina de los huevos de oro, La zorra y el cuervo, El lobo y las ovejas, El león y el ratón, El lobo con piel de oveja y La tortuga y la liebre.

Es posible que sean más de trescientas, y todas tienen una moraleja o enseñanza para que aprendamos a comportarnos, y es desde luego una lectura recomendable para jóvenes y adultos.

Una fábula se intitula El granjero y el zorro; esta trata de un zorro que se llevaba las gallinas del granjero. Este lo captura, y para vengarse le amarra unas hilachas al rabo y le prende fuego y lo suelta. Este corre por el campo, y pasa por un plantío de maíz, ya maduro, el cual se incendia y el granjero pierde toda su cosecha. La moraleja es que la venganza es una espada de dos filos. Estas fábulas están llenas de ingenio y humor y dan valor al trabajo duro. Y la perseverancia, compasión por los otros y honestidad son sabiduría antigua en forma agradable, y a jóvenes y adultos nos puede servir para ser mejores personas.

Raymundo Portilla

Ciudadano de Torreón

Ejercicios que nos dulcifican (I)

De un tiempo a esta parte he descubierto el encanto de recluirme con el silencio y de dejar que la soledad me custodie para fortalecer el interior y proseguir un andar más sosegado. Reconozco que me abochorna la multitud de actividades, tantas prisas a ninguna parte, cuando lo que realmente me pide el cuerpo es el descanso para poder reconocer agobios y levantar otros vuelos más contemplativos de aquello que nos rodea. Estamos llamados a desvivirnos los unos por los otros, pero también requerimos tiempo para esa marcha responsable y generosa que hemos de llevar a cabo, si en verdad queremos incorporarnos a esa paz interior que a veces nos falta a nosotros mismos. Quizá el desafío sea vivir desprendido de ese mundano afán dominador, pues, a mi modo de ver, es el espíritu de la quietud lo que realmente nos transforma.

En efecto, hemos de modificar actitudes, con menos pregones y más latidos. Deambulamos empachados de palabras vacías, asqueados de tantas mentiras que nos dejan sin aliento. Nos han robado todas las poéticas que la propia existencia nos concede. Todo se ha ido agravando a causa de situaciones injustas, que han acrecentado las desigualdades como jamás, lo que genera una espiritual insatisfacción y desesperación. Por eso, necesitamos recuperarnos de este frenético movimiento de intereses y rescatar nuestro propio espacio personal para poder crecer humanamente. Será bueno que estemos más vivos que nunca, más alerta que nunca, al menos para despojarnos de cadenas y sentirnos liberados de esta mediocridad sin alma que nos circunda. Al fin y al cabo, existe una sola congoja, la de no ser justos.

Víctor Corcoba

Ciudadano de Torreón

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