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La marcha

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PATRICIO DE LA FUENTE
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo".— Voltaire

Como muchos -éramos miles- fui a la marcha convocada el domingo en el Ángel de la Independencia sobre Paseo de la Reforma y que culminó en el Monumento a la Revolución. Cada quién acudió por razones personalísimas y motivado por distintos factores. Hoy quiero contarte los míos, querido lector.

Comencemos por lo que no estoy de acuerdo. Por ejemplo, en exigir la renuncia del Presidente de la República. Andrés Manuel López Obrador fue elegido por 30 millones de ciudadanos y ello es algo, nos guste o no, que debemos respetar. Además, en cinco meses sería ilógico pretender que el nuevo Gobierno haya resuelto los grandes males que nos aquejan.

Participé de manera activa en la campaña del Frente en mi carácter de vocero nacional de Movimiento Ciudadano. Si bien el saldo fue muy positivo para nuestra organización política, el voto no nos favoreció a nivel presidencial. El aprendizaje resultó enorme, pero hace mucho que di vuelta a ese capítulo. No se vive de glorias pasadas, sino con la vista puesta en el mañana y sus posibilidades.

El primero de diciembre, López Obrador asumió la titularidad del Poder Ejecutivo Federal. Para la oposición y para quienes mantenemos diferencias con su proyecto político, no fue una escena fácil de digerir. Sin embargo, entiendo y respeto que un gran número de mexicanos le hayan apostado a un cambio abrupto de narrativa, de modelo y en la forma de hacer política.

Por ello, desde el primer minuto deseé el éxito de nuestro nuevo Presidente y su Gobierno. Querer que fracase o le vaya mal, eso nunca. Sería mezquino pensar así.

Antes que participante en política activa, primero soy ciudadano, luego comunicador y periodista. Bajo esa premisa, mi tarea es utilizar los espacios que tengo para señalar la importancia de contar con una sociedad civil que alce la voz y se involucre de manera activa en el proceso de toma de decisiones.

A su tiempo, señalé lo que me gustaba y lo que no de las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Con Andrés Manuel López Obrador no será distinto porque al poder no hay que otorgarle concesiones ni licencia para que opere bajo su libre albedrío.

La Constitución protege mi derecho a disentir, a la protesta y a la libre manifestación de las ideas. Ellos son preceptos no negociables en cualquier democracia que se respete.

Hace mucho que los gobiernos no pueden solos. Como ciudadanos tenemos derechos pero también responsabilidades. La primera recae en vigilar, la

segunda en ser un contrapeso y, la tercera en ofrecer soluciones y vías alternas

cuando algo no nos parezca. También, si se requiere, en acompañar al Gobierno en todo aquello que sea benéfico para el país y su futuro.

La política, y sobre todo el poder, marean y deforman la realidad de cualquiera. Bajo esa premisa y en el entendido que hoy contamos con uno de los presidentes más poderosos de la historia moderna, se requiere que los otros poderes y entes -legislativo, judicial, prensa, organismos autónomos y sociedad- funjan como fiel de la balanza ante cualquier tentación autoritaria porque créeme, las hay.

Por todo lo anterior es que acudí a la marcha del domingo. Acudí porque las etiquetas nos hacen mucho daño, porque el ambiente que se respira en nada nos ayuda, y porque quiero que mi presidente deje de comportarse como si estuviera en campaña y se aleje del discurso que divide a quienes estamos con él y a quienes no. Su tarea es unir a los mexicanos, dar resultados y cumplir con lo que prometió en campaña.

Ante todo, marché porque me parece peligroso que desde el púlpito de la mañanera, López Obrador vierta ataques a la prensa y al ejercicio de una profesión, el periodismo, para la cual existen cada vez menos garantías de protección.

Ni fifí ni chairo ni conservador. Soy, como muchos, un mexicano preocupado por mi país, que no está dispuesto a dejar su conducción en manos de una clase política indolente a la cual, recurrentemente, le falta experiencia, pericia, visión y amor por la Patria. Debo llamarla a cuentas todos los días y a todas horas. Aplaudo y reconozco lo positivo de este Gobierno, pero quiero estar siempre en la posición de incomodarlo cuando así se requiera.

Se llama, supongo, deformación profesional; es la condición de periodista de la cual no me puedo sustraer. También, un poco, la de rebeldía.

Por eso fui a la marcha, para vigilar y alzar mi voz. Por lo que me gusta y por lo que no, y para que sepan que estamos aquí. Porque una sociedad adormilada por el canto de las sirenas, con eso sí que no estoy dispuesto a transar.

Twitter @patoloquasto

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