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EL PERRO Y EL LEÓN

EL PERRO Y EL LEÓNEL PERRO Y EL LEÓN

Cuenta la fábula, que hace ya muchos años se encontraba un pequeño perro deambulando por la selva, olfateando las hojas de los arbustos, las patas de los insectos, la corteza de los árboles, la humedad de la tierra, las gotas de la lluvia, la brisa del aire, los rayos del sol, hasta la médula de los huesos de algún animal que había pasado a mejor vida, en fin, todo lo que su nariz encontrara en su camino, todo indicaba que sería un día tranquilo. Así como su olfato era de gran agudeza, su oído no se quedaba atrás, cuando a lo lejos oye un crujir de ramas y escucha que alguien se acerca sigilosamente, inmediatamente su olfato capta a uno de los depredadores más fieros de la selva, el león. Sabía que venía por él para devorarlo, imposible correr, puesto que él era más veloz, tampoco enfrentarlo, pues era más fuerte, así que pensó rápidamente que hacer y recordó aquél esqueleto que había visto con anterioridad, fue hacia los huesos y empezó a morderlos y a saborearlos como si acabara de cazar a su presa, el pequeño perro sabía que el león se encontraba oculto tras los arbustos esperando el momento idóneo para el ataque, cuando empezó a decirse a sí mismo en voz alta: ¡Qué sabroso se encontraba este león que acabo de cazar! Al escuchar esto el león, se dio media vuelta y se fue trotando con la cola entre las patas diciendo entre dientes: que suerte que lo escuché, sino, yo también acabaría como mi pariente, en el estómago de ese pequeño perro glotón. Encima de un árbol colgado de su cola se encontraba un pequeño mono, que se había dado cuenta del truco realizado por el perro hacia el león, ni tardo ni perezoso fue en busca del león para contarle la burla que había sido objeto por parte del perro. Al escuchar la historia del changuito, el león se puso furioso y se dio media vuelta y sus rugidos se escuchaban a grandes distancias, todos los animales se empezaron a ocultar al ver el gran enojo del rey de la selva. El león se dirige a toda velocidad en busca de su presa para devorarla, el perro alcanza ver al chango soplón y al león hecho un energúmeno; al ver esa terrible escena, se quería desmayar del miedo, pero afortunadamente no perdió la calma y se preguntaba así mismo: ¿Qué hago ahora?, sabía que era cuestión de segundos, en eso se le vuelve a ocurrir de nuevo otra gran idea. Sin titubear y sabiendo que el león se encontraba a escasos centímetros, sentado y dando la espalda empezó a decir en voz alta, simulando no darse cuenta que estaba detrás él león y el mono: ¡Qué chango tan irresponsable, lo mandé a traer otro león para devorarlo y es hora que aún no regresa!

Ante momentos de angustia, es cuando más debemos de conservar la calma y pensar.

"En momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento". Albert Einstein.

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