'Gasto una cuarta parte de mi día en cruzar'

Es la una de la madrugada y Joaquín debe apagar el despertador, luchar para abrir los ojos, levantarse y, como lo hace seis de los siete días a la semana, bañarse antes de que le gane el sol para ser uno de los casi 50 mil vehículos que cruzan diariamente de Tijuana hacia Estados Unidos.

Es ciudadano de aquel país y prefiere trabajar en ese lado de la frontera para garantizar a su familia una mejor calidad de vida. Estudió y vivió en California, entre San Diego y Los Ángeles, pero finalmente eligió a México como su hogar.

La vida de Joaquín, dice, prácticamente está partida a la mitad, dividida entre dos países en los que pasa más tiempo esperando para ir y venir de un lugar a otro, además de estar despierto durante las madrugadas y las mañanas para regresar en las tardes y dormir desde muy temprano, cuando el resto tiene los ojos bien abiertos. "Te pierdes de mucho, (...) cuando estaba soltero no había problema, el cuerpo aguantaba más y hasta alcanzaba para darse lujos, ahora todo es para la familia", platica. La Smart Border Coalition calcula que actualmente alrededor de 45 mil vehículos cruzan diariamente la frontera a través de la garita San Ysidrio, el puerto fronterizo que, según el mismo organismo, es el más importante en América Latina.

La rutina es la misma, dice Salvador, un rescatista en San Diego: despertar, llegar a la garita entre dos y tres de la mañana, cruzar en una o dos horas y pararse en un estacionamiento para dormir hasta las seis o siete, luego ir a trabajar. "Estamos hablando de al menos una cuarta parte de mi día gastada en cruzar", dice el joven, quien conoce la rutina desde muy joven porque siendo adolescente sus padres lo llevaron a estudiar a una escuela estadounidense, de nuevo, al otro lado de la frontera.

Para los dos la amenaza de Trump de cerrar la frontera no es posible: simplemente inconcebible.