— Potter Stewart. Juez de la SCJ de EUA
Turing Pharmaceuticals, empresa propiedad de Martín Shkreli patentó "Darapim", un fármaco que, según la OMS, es único para combatir la toxoplasmosis; una infección parasitaria que mata a cientos de miles de personas; ese medicamento costaba, originalmente, $13.50. Shkreli elevó el precio a $750.00; un 5,555% de aumento. Legalmente Shkreli, como propietario de la patente lo puede hacer y lo hizo, pero éticamente condenó a millones de enfermos imposibilitando su cura.
La filosofía práctica aristotélica consideraba toda actuación humana a la vez ética y política, y tal unidad es lo que atañe íntegramente al ser humano. Para el estagirita, todo humano sólo puede realizarse a sí mismo en cuanto sea ético, y ello se logra solamente en la polis; con instituciones sociales justas. Aristóteles concebía la ley más allá de un puro principio jurídico abstracto, le otorgaba validez siempre que beneficiara. Sólo bajo la fusión de lo ético y lo jurídico surgirán principios idénticos que permitirían a los ciudadanos encontrarse a sí mismo y realizarse felizmente. Así pues, la respuesta a cómo lograr una vida buena es: "hacerse ciudadano de un estado de leyes virtuosas".
Entre legalidad, moralidad y eticidad, existen semejanzas para muchos, pero en el campo del comportamiento humano y en especial en cuanto a las relaciones sociales, las diferencias son abismales. La legalidad exige un comportamiento externo, producto de una norma dictada por una autoridad superior con respuestas coercitivas; a ella no le importa que crees o sientes, le interesa que cumplas con el comportamiento exigido. La moral es interna, proviene de una aceptación personal de reglas que no castigan el comportamiento más allá de la conciencia personal o religiosa; en cambio, lo ético supera lo abstracto y se convierte en la praxis de los principios del derecho hipotético y de la moral, más claramente, es la reflexión prudente y sincera del cómo comportarme, más allá de lo estrictamente teórico; lo ético vuela a encontrarse con lo ideal.
El actual ejecutivo federal sigue sacando trapitos sucios de la caja de Pandora de los sexenios pasados y con ello causando enojos, confusiones y hasta problemas filosóficos; la moda se ubica en lo concerniente a lo legal pero no ético; algo así como desarticular y ensombrecer la relación entre el deber moral y la realidad jurídica.
La filósofa española Adela Cortina crea los conceptos "Ética de mínimos y de Máximos", según la cual, mínimo son comportamientos comunes de convivencia en los diferentes ámbitos sociales; hacer más amigables las inevitables relaciones con los demás. Propone mínimos axiológicos y normativos, ínfima legalidad y orden que una sociedad necesita: valores, ideas y normas para vivir pacíficamente. La ética de máximos habla del bien, la felicidad, las virtudes y la prudencia para orientar las acciones; estas éticas consideran que la vida tiene una finalidad que es su plenitud, vivir bien y hacer el bien.
Son modelos de excelencia que cada persona considera como más perfectos y a los que aspira para una vida buena. Son más bien individuales ya que no se pueden exigir a todos, porque no todos compartimos la misma jerarquía de valores. Pero son válidos en personas que han alcanzo un alto grado de servicio a la comunidad y a la humanidad.
Nuestra pregunta es sencilla, ¿Con cuál de ellos deberían empatar sus acciones aquellos que han poseído el poder de una nación a la cual juraron servir para beneficiar a sus ciudadanos? Cuando en realidad terminaron obteniendo beneficios personales y familiares tanto dentro de su gestión gubernativa como después de ella; realizando, por ejemplo, viajes oficiales llevándose a toda su familia, amigos y hasta al maquilador; todo con cargo al erario.
"Todo lo que no está prohibido está permitido" es una expresión común y en ella se basan muchos políticos para realizar transacciones dudosas con y de recursos nacionales, porque la ley no lo prohíbe, ya por considerarse en desuso o fuera de época y porque reformas jurídicas han sido omisas en el castigo a esas conductas. El tema de la eticidad provoca problemáticas filosóficas con la deontología política; justifica acciones y olvida la sentencia: "Una mala acción no se vuelve buena porque todo mundo la ejecute; una buena acción lo seguirá siendo, aunque nadie la practique".
No es ilegal que ex servidores públicos dirijan fundaciones de asistencia social, que reciban fondos del gobierno, perciban sueldos y compren vehículos con ellos; pero que confundan los gastos de estas con sus propiedades personales, que sus ingresos sean cuantiosos y los vehículos de la OSC lujosos, quedando al servicio exclusivo de ese exfuncionario, desde la perspectiva ética, existe incongruencia con el fin social.
Vender empresas y riquezas nacionales con autorización parlamentaria, puede ser legal, pero dejarlas dañarse intencionalmente para justificar su venta es completamente antiético, caso Pemex y CFE. Poseer un contrato obtenido legalmente, aún con beneficios inmensos para una empresa privada con detrimento del país, puede contar con protección judicial, pero destruyendo a la nación no es nada ético; menos cuando dicha empresa presume ser socialmente responsable. Similar es cuando un juez concede la suspensión definitiva a un político acusado por funcionarios brasileños de sobornos en el caso Odebrecht, es legal, pero ¿podría ese juez protector hablar de ética?
El artículo 89 constitucional, en su fracción XIV concede al presidente de la república la facultad de indultar a los reos federales sentenciados; pero ¿será ético que él se niegue a perseguir los agravios contra la nación, dejando a los mexicanos en espera de una justicia que parece nunca llegará?
