Seguimos en temporada de interrogantes, por todas partes llueven. Todavía no sabemos bien a bien en qué dirección vamos. Hay desde luego la claridad en cuanto a que se trata de limpiar la estructura nacional vista en su conjunto de los vicios y lastres que se fueron acumulando a lo largo de más de un siglo de abusos confiados en la generosidad de los vastos recursos y por las negligencias que dejaron anquilosada la capacidad de respuesta de una población temerosa y desorientada. Estamos por entender si estamos forjando una sociedad lista para enfrentarse a futuros retos o simplemente estamos reponiendo tiempos perdidos. Debemos prever con los datos socioeconómicos cada vez más abundantes y disponibles, todo lo que pueda pasar en los escenarios por venir.
En todo el mundo están siendo cuestionados los clásicos regímenes y se exploran fórmulas de posibles cambios. El modelo republicano, con su sistema de separación de poderes ejecutivo y legislativo y la Democracias misma está propiciando dar poder a grupos menores que se convierten en los "quicios" que llegan a romper impasses y de repente deciden los rumbos que se han de tomar en todo el país. Hoy el sistema de partidos en México se ha vuelto vulnerable.
Varios de los principales países se encuentran en graves coyunturas políticas en que las elecciones no son vistas como eventos que decidan entre alternativas aceptables sino ocasión para que candidatos, con o sin partido, intentarán conquistar el poder con poco respaldo electoral. No hay posiciones ni liderazgos suficientes para resolver los problemas que cada país tiene y que les urge superar. Sabiendo esto, surgen "terceras vías" que hasta ahora no pasan de ensayo.
El exceso de información no calificada y la acumulación de situaciones pendientes ha convertido a las redes sociales en portavoces de "verdades", cada una tan válida como cualquiera otra, que se transforman en canales que penetran hasta los últimos rincones.
A falta de capacidad de decisión y dominando el escenario prevalece la crítica a las autoridades por las "clases medias" y las "populares" que oscilan en Francia, Reino Unido, Alemania, Italia Bélgica y otros más, de una marca política a la otra demandando mejores condiciones de vida, que es lo que realmente urge.
La crisis de los gobiernos estriba en que los partidos políticos se han debilitado en términos de amplitud de áreas que atienden y el número de beneficiados. Aunque se especula que se reduce en porcentajes atendidos, crece en términos en términos demográficos.
Todos los mexicanos esperamos que el gobierno actual atienda los huecos pendientes en el esquema nacional. No todo, sin embargo, puede descansar en la persona del presidente. Aunque su responsabilidad se distribuye y delega en los miembros del su gabinete, en realidad sigue siendo siempre la del Presidente.
Las ventajas del sistema parlamentario que reúne a los poderes ejecutivo y legislativo en un solo espacio en un diario dialogo no las tenemos en el sistema presidencialista, modelo norteamericano que se escogió en el siglo XIX. Las reuniones mañaneras de López Obrador en el salón de la Tesorería con la prensa son extremadamente útiles y sirven de directa y continua comunicación entre la máxima autoridad y las opiniones que nacen y circulan en el electorado. Con ello AMLO le da el sistema presidencial una fuerza desconocida. Pero el que acertadamente el Presidente López Obrador haya provocado instaurar su diaria comunicación con el pueblo le permite presenciar personalmente e irse informando, tema por tema, lo que sus secretarios están haciendo en sus respectivos campos de acción. Cada uno de ellos se exhibe, se desnuda, ante los medios y ante el propio Presidente. Queda a la vista de todos sus capacidades y deficiencias.
Las sesiones matutinas sirven para que el presidente evalúe si deben seguir al frente de sus carteras. Este es un asunto de la máxima importancia. Hasta ahora, varios de los titulares de secretarías u organismos no convencen y el presidente de República no debe cegarse por compromiso ni partidario ni personal.
