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La columna del perro

MAL DE MUCHOS

M.V.Z. Miguel Dávila Dávila

En la actualidad, tal parece que las autoridades, las leyes, la sociedad, la familia y la iglesia están siendo rebasadas.

El cumplimiento de la ley parece ser que sólo aplica a ciertos tipos de personas, es decir, sólo va a la cárcel el que no tiene dinero para defenderse o el que no tiene conocidos que lo ayuden.

La ley no aplica para los que tienen muy buenos abogados, para su defensa o sobre los muy pobres que no tienen nada que perder, claro que siempre habrá sus honrosas excepciones, pero por lo general, así es nuestro país.

Esto no empezó este año, esto se viene gestando desde hace cuando menos dos décadas. Me cuenta mi papá, que por allá por los años 50 o 60, estando en el Estadio de la Revolución, viendo un partido de beisbol, uno de los aficionados bebió de más y estaba gritando incoherencias, sin ton ni son, tanto a los dos equipos que contendían como para el umpires y también al público en general, que por aquellos tiempos estaba compuesto por muchas familias. Después de un buen rato de proferir improperios a todos sin ton ni son, llamó la atención de quienes estaban a cargo de la seguridad, que por aquellos entonces era el ejército, quien destacaba para su cuidado sólo unos pocos soldados… Bastó, me platica mi papá, que uno de los militares se acercara y llamara la atención al aficionado que se había salido de control, para que éste al ver al soldado se calmara y a una seña siguió al militar, que se lo llevó y lo sacó del estadio.

En tiempos del Presidente Fox, me tocó ver por televisión que en un poblado de Chiapas, hubo un problema por no sé qué causa, pero la cuestión es que el ejército se hizo presente y formó una línea para controlar los ánimos de los inconformes, y bastó sólo un puñado de aproximadamente 20 mujeres que empujaron físicamente a la línea de soldados para hacerlos retirar del lugar… esto para que a partir de ahí se sembrara un precedente.

No se trata de utilizar la fuerza pública, sólo por hacerlo y sin ton ni son, no se trata tampoco de una demostración excesiva de fuerza para contener a las multitudes… Se trata de que volvamos a tomar el control los civiles, empezando por respetar las leyes… como queremos que el Gobierno sea del partido que sea controle mi vida y corrija mis errores y los de mis hijos, si yo como ciudadano, como padre, como maestro, como ministro de culto, no hago lo que a mí me toca, sino que espero que otro, en este caso el gobierno, lo haga por mí y luego me quejo de sus excesos.

Y así vemos que hordas de "inconformes por oficio" en el D.F. atacan a la policía que no se defiende… así vemos que la impunidad llega a tal grado que la Cruz Roja o los Bomberos no pueden prestar sus tan heroicos servicios, pues a veces son atacados por grupos de personas escudadas en que son muchos y cubiertos de la cara.

Vemos también que cientos de maestros desquician las ciudades y ponen de rodillas a las autoridades.

Entonces, no se trata de quién tiene la razón, no se trata de quién tiene la ley de su parte, se trata de quien tiene poder de agrupar a muchas personas y de oponerse a tal o cual cosa, para que las autoridades se queden sin actuar temerosos de lo que se opine en los medios de comunicación y lo que piensen los de los "Derechos Humanos".

El remedio, por ridículo y simple que parezca, radica en nosotros, en todos y cada uno de los mexicanos… debo de obedecer la ley por principio, por respeto y porque vivo en una sociedad y no debo de hacerlo sólo por miedo a las autoridades, yo debo de cumplir con mis obligaciones de ciudadano porque es mi deber hacerlo y no sólo porque si no lo hago puedo ir a la cárcel, yo debo de respetar los derechos y bienes de los demás, siempre y no sólo hacerlo cuando alguien me ve.

Y así podemos enumerar, desde las pequeñas hasta las grandes faltas que a veces cometemos, y que por ser nosotros pensamos que son pequeñas y deberían de pasárnoslas.

No nos escudemos en el anonimato, ni en las masas, para hacer cosas que con el tiempo se voltearán en nuestra contra.

Y AHORA, PARA TERMINAR, UNA GOTA DE FILOSOFÍA: NO PREGUNTES QUÉ PUEDE HACER TU PAÍS POR TI… PREGÚNTATE QUÉ PUEDES TÚ HACER POR TU PAÍS. JOHN F. KENNEDY.

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Escrito en: La columna del perro

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