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De la mentira al 'bullshiting'

EDGAR SALINAS

La mentira es muy común y ha encontrado refugio en los brazos abiertos de la tecnología de las comunicaciones digitales. Eso le ha significado ser parte del hábitat social contemporáneo. Sí, la mentira es un lugar común.

No obstante, no toleramos que alguien nos mienta (pero nos permitirnos decir algunas mentiras). Nos enfurece saber que alguien nos mintió (pero tenemos la capacidad para explicar por qué nosotros mentimos tal o cual vez). Detestamos al político que miente (pero sabemos que la mentira campea en los pasillos del poder público y no dudamos en tratar de justificar lo absurdo de alguna acción del político o partido con el cual nos identificamos). Somos feroces defensores de la verdad (pero no pestañeamos al escribir un texto o hacer un comentario afín a nuestras creencias sin contrastar más allá).

La mentira, sin embargo, no es como se pinta. Por extraño que parezca, a los humanos nos parece detestable pero no hemos podido vivir sin ella. En la maleta de las grandes transformaciones de aldeas en pueblos y de estos en naciones, no se ha olvido cargar a la mentira. La detestamos, pero la subimos a la mudanza. Tal vez es mentira decir que la mentira es tan mala como por siglos y siglos se ha dicho. Los códigos religiosos más antiguos y las leyes más arcaicas la condenan, pero las instituciones que velan por el cumplimiento de unos y otras no parecen tan incómodos al convivir con ella.

En un interesante texto, Joaquín Aguirre, de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que en buena medida nuestro éxito en la carrera de la evolución lo debemos a la mentira. Otras especies poseen mecanismos naturales de simulación. Por ejemplo, aquellos animales que se mimetizan para lograr atrapar a su presa o para defenderse de posibles atacantes, como esas serpientes que fingen ser coralillo cuando en realidad son unas temerosas y frágiles viborillas. Así han evolucionado y sobrevivido miles de años. La mentira, en cambio, no es simple mimetismo o mecanismo de defensa. La mentira solo es viable en quien posee significados complejos en su lenguaje, es decir, en el humano.

En la obsesión milenaria por la verdad, a la mentira se le ha asignado el papel de la mala de la película. Sin embargo, dice, Aguirre, los humanos mentimos por necesidad, enfermedad, utilidad, placer. Hemos hecho un uso estratégico de ella y quizá hasta hemos mentido cuando hemos dicho que la detestamos y que solo la verdad cuenta (no porque sea esto falso, sino porque no lo creemos, o porque eso de la verdad ¡vaya usté a saber!…). Estoy seguro de que algunas de estas líneas son chocantes, como lo son todas aquellas que cuestionan los lugares comunes.

En su Ethics of the Lie, Jean Michel Rabaté también hace un recuento de la mentira en la historia humana y observa que va más allá de la sola enunciación de una u otra o muchas mentiras. Al final, sin embargo, su presencia es por lo general catastrófica. Y retoma el cuento de Pinocho, no para poner atención en la consecuencia de la mentira sino en el aprendizaje, lo que nos colocaría en un camino de crecimiento. Habría que crecer como humanos, como Pinocho hubo de crecer. Antes de que la mentira sea catástrofe.

Darnos cuenta lo que provoca la mentira, como sistema de relación, podría ser suficiente para que cambiáramos nuestro sistema de relación social. Más aún, si la verdad no ha sido revelada en plenitud, es innegable los avances que la ciencia y el amor, la tecnología y el arte nos han descubierto. Hace unos días una nave china llegó al lado oscuro de la luna y otra estadunidense nos ha mandado fotos de la superficie marciana y ello gracias a que ha sido posible descifrar misterios y convertirlos en realidades comprensibles. Hay allí un camino de crecimiento de la especie: la realidad como hábitat comprensible.

Sin embargo, para sorpresa descomunal, atravesamos una época que Harry Frankfurt resumió en su libro de 2005 con el nombre "On bullshit". Básicamente es que más allá de la tradicional disputa entre la mentira y la verdad, atravesamos una época donde prevalece la invención y en la que no importa no decir la verdad, pero tampoco se trata de que algo sea enteramente falso. Y lo que he tratado de decir en esta entrega es que no es una cuestión meramente ética o moral, sino que atraviesa planos políticos, psicológicos, científicos, colectivas y personales, de sistema.

Si la mentira ha causado catástrofes de muchos tipos, pienso que el "bullshiting" conlleva un riesgo de consecuencias aún no vistas al socavar la confianza en la comunicación, pues la lleva a un plano de intercambio de creencias donde prevalecerá la obsesión con más fuerza y no la comprensión. Es un viaje a la disputa permanente.

Twitter: @letrasalaire

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