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¿Benditas redes sociales?

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

El comportamiento en las redes sociales, tras darse a conocer el accidente que ocasionó la muerte de la gobernadora de Puebla Martha Erika Alonso y de su esposo el senador Rafael Moreno Valle, debería servir de señal de alarma ante el evidente encono sembrado y cultivado entre los mexicanos. Las múltiples acusaciones sin evidencia; los insultos y descalificativos; las burlas y demás expresiones de intolerancia que se publicaron en las redes dejaron ver con claridad a ese México profundamente dividido en el que la frustración, los agravios y los resentimientos dominan, incluso, a aquellos que buscan con honestidad una explicación. Aunque hay muchos solamente afanados en divertirse de manera malsana "troleando" a sus congéneres.

No es la primera vez y lamentablemente no será la última. Cada caso que cobra relevancia en la opinión pública se convierte en las redes sociales en un pretexto para que, algunos usuarios, muestren su peor cara. Lo mismo sucede con la repentina notoriedad cobrada por Yalitza Aparicio gracias a su actuación en Roma, que por la negativa de ministros y jueces de reducir sus ingresos. Todo sirve para ofender, desde aquéllos que lo hacen de manera sofisticada, mostrando su capacidad para la satirizar e ironizar sobre los acontecimientos, hasta aquéllos que burdamente lanzan insultos y diatribas sin importarles un ápice si lastiman o no a otros.

Para colmo, hay quienes hacen negocios financieros y políticos atizando el fuego. Desde cuentas apócrifas difunden calumnias y difamaciones que saben contribuirán a sembrar odios y rencores; dan rienda suelta a las teorías de la conspiración, sobre todo, a aquellas que conducen a culpabilizar a individuos concretos, a los que se quiere dañar su prestigio y honorabilidad; llenan de evidencias inventadas y de declaraciones de falsos especialistas para apuntalar sus acusaciones y crear en la opinión pública convicciones convenientes para sus intereses politiqueros.

Ojalá y su material dañino, pagado en más de una ocasión con recursos provenientes de nuestros impuestos por los partidos políticos, sólo fuera consumido por aquellos que no han tenido acceso a niveles académicos elevados. Sin embargo, es fácil constatar cómo personas que realizaron estudios universitarios y de posgrado se suman a la difusión de todas esas mentiras, sin que medie en ellos esfuerzo alguno por corroborar su origen y su veracidad. El colmo es que, hasta profesionales de la comunicación y funcionarios gubernamentales, que deberían ser sensiblemente más responsables de lo que comparten a través de sus redes sociales, se suman al festín del escarnio y la descalificación sin pruebas.

Si estamos buscando evidencias sobre el fracaso educativo allí las tenemos, no sólo entre quienes difunden sus sospechas y contribuyen a fomentar el odio hacia los demás, sino también, en aquellos que observan con indiferencia, sin fijar posturas claras a favor de la verdad. Por eso me pregunto: ¿son, como afirma López Obrador, benditas las redes sociales? Aunque por lo visto el presidente ya no está tan seguro de que así sea, yo respondo con toda certeza que sí lo son, porque nos retratan tal y como somos: una sociedad que dedica mucho tiempo, dinero y esfuerzo a destruirse a sí misma. Seamos, por nuestro propio bien, un poco más responsables.

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