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Zermeño, un año para calentar motores

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Zermeño, un año para calentar motores

Zermeño, un año para calentar motores

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

La segunda administración municipal de Jorge Zermeño, quien gobernó Torreón por primera vez hace poco más de 20 años, ha estado marcada por la anormalidad y las turbulencias derivadas en parte de la extraordinaria duración del período de gestión, apenas un año. Su evaluación se torna complicada dado que se trata de un alcalde que, dadas las circunstancias, la mitad del año no pudo -y tampoco quiso- dejar de estar en campaña -ni sus opositores-, con miras a la reelección que al final consiguió. Sin duda, el hecho de que el pasado 1 de julio el electorado le haya dado el triunfo nuevamente con un porcentaje similar al de 2017 (alrededor del 46 %), habla de un voto de confianza sustentado en la percepción de una buena parte de la ciudadanía respecto al desaseo de las dos administraciones priistas anteriores y el contraste que Zermeño ha intentado marcar con su discurso de honestidad a toda prueba, muy parecido, por cierto, al enarbolado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero con todo y las limitantes, es posible valorar este ejercicio de un año en sus líneas tendidas como preámbulo de la próxima administración, esta sí regular, que arranca el 1 de enero próximo.

La principal responsabilidad de un ayuntamiento es la dotación de servicios públicos de calidad a la ciudadanía. En este sentido, el alcalde torreonense presume de cara a su informe de gobierno inversiones en materia de bacheo y pavimentación y de rehabilitación de espacios públicos. No obstante, el rezago es tan grande, del orden de los 20 años, que esta inversión apenas si tiene impacto. Basta recorrer las calles de la ciudad para percatarse del nivel de deterioro en un rubro que, curiosamente, todas las administraciones aseguran dar cabal atención destinando ingentes recursos. El propio Zermeño ha apuntado que mejorar este tipo de servicios será uno de los retos de su próxima gestión al frente de la ciudad. Habría que sumar la histórica falta de atención a las banquetas, no sólo del sector Centro que en varios tramos es intransitable, sino también de las vías y colonias de la periferia en donde el espacio para el peatón o no existe o es continuamente invadido.

Otros de los servicios más sentidos de la ciudadanía son agua potable, drenaje y saneamiento, que ofrece el Simas, empresa municipal descentralizada cuyo consejo directivo es presidido por el alcalde. En este rubro los problemas siguen siendo los mismos de años anteriores, a saber: la escasez de líquido en la temporada de alto consumo, la ineficiencia en el cobro, la antigüedad de las redes que se traduce en constantes fugas, y el deterioro creciente del drenaje sanitario, evidente por la caída de colectores y los brotes de aguas negras. Al igual que el pavimento y los espacios públicos, es uno de los compromisos principales que hacen todos los aspirantes a la alcaldía, y que se sigan prometiendo soluciones habla del rezago que se enfrenta. Además, queda pendiente el caso heredado por la pasada administración de la planta tratadora de aguas residuales, la cual aún enfrenta un litigio por el cambio de manos de una compañía privada a la empresa municipal.

Mención aparte merece el tema del drenaje pluvial, que en este año se convirtió en uno de los principales reclamos de la ciudadanía debido a las copiosas lluvias que se registraron. Hay que decirlo, no se trata de una demanda nueva, ya que cada vez que llueve con cierta abundancia, los problemas son los mismos: vías anegadas, colonias inundadas, familias que pierden su patrimonio, drenajes colapsados, etc. Y ya lo hemos dicho en este mismo espacio, una buena parte del problema se deriva de las fallas en la planeación del crecimiento de la mancha urbana durante décadas y la nula supervisión de las autoridades para el cumplimiento de los reglamentos en materia de áreas inundables y desagües. El gobierno zermeñista, ante el creciente y justificado reclamo, ha prometido una fuerte inversión con mezcla de recursos aunque aún no queda claro de cara a la población el proyecto que se seguirá para resolver de una vez por todas el problema de los anegamientos.

En cuanto a los servicios concesionados, limpieza y alumbrado público, mantienen su relativo buen nivel de eficiencia con la gran duda pendiente por resolver de si valen lo que se está pagando por ellos. En el caso del primero, se ha dicho en varias ocasiones que el monto de la factura es superior en Torreón al que la misma empresa cobra en otras ciudades de dimensiones similares, además de que el barrido manual sigue quedando a deber en amplios sectores. Respecto al segundo, el alumbrado, no se ha hecho público el estudio que se supone el ayuntamiento llevaría a cabo para evaluar el servicio de la concesionaria y, sobre todo, revisar si es justo el cobro tan alto que se realiza por un contrato que, como el de limpieza en su momento, estuvo rodeado de polémica desde el principio en la pasada administración por el sobrecosto detectado en un estudio realizado por Fomec. Del transporte, pocos avances se han visto debido a que se está a la espera de la entrada en funciones del Metrobús, proyecto coordinado por el estado que muestra un notable retraso.

Respecto a la seguridad pública, tras una serie de desencuentros con el gobierno del estado, el ayuntamiento logró coordinar los esfuerzos para unificar el operativo de vigilancia, así como la revisión de los indicadores delictivos con los otros dos niveles de gobierno. Además, la administración municipal se ha empeñado en sacar adelante su propia Academia de Policía, de la cual ya egresaron los primeros cadetes para hacer frente al déficit de elementos que tiene la Dirección de Seguridad Pública Municipal. No obstante, si bien los índices de ilícitos se han mantenido sin repuntes significativos en comparación con el año pasado, debe tomarse como un signo de alerta los hechos registrados en los últimos días relacionados con robos violentos en los que, incluso, ha habido asesinatos. Lo hemos comentado desde años anteriores: el hecho de que hayan bajado la criminalidad y los delitos de alto impacto, en relación con los picos experimentados entre 2010 y 2013, no significa que la situación no pueda volver a descomponerse. Falta trabajo de prevención de fondo en ese sentido.

En el rubro financiero, lo que se observa de entrada es que el ayuntamiento continúa batallando para bajar los mismos renglones que han prometido las administraciones pasadas: nómina y deuda a corto plazo. La primera se mantiene por el orden de los 60 millones de pesos mensuales y con la incorporación de más policías no se espera que vaya a disminuir. En paralelo, los pasivos han aumentado alrededor de 25 millones de pesos, en comparación con diciembre de 2017, para llegar a unos 115 millones que tendrán que ser saldados por la próxima administración. En cuanto al desarrollo económico, no se aprecia todavía una estrategia clara de promoción para la atracción de inversiones y la generación de empleo, así como tampoco una coordinación eficiente con el gobierno estatal para tales efectos.

Por último, en el aspecto político al gobierno de Jorge Zermeño le ha faltado tacto e inteligencia para abordar la crítica, ante la cual se ha mostrado poco tolerante. Ha tenido que sortear también movimientos sindicales dentro del ayuntamiento por decisiones tomadas por Antonio Loera, director de Servicios Administrativos, el principal colaborador del alcalde y que en el transcurso de los meses ha ido ganando no sólo protagonismo sino también poder a pesar de las críticas dentro y fuera del ayuntamiento. En suma, el gobierno zermeñista no ha terminado de cuajar, ya que presenta áreas en donde el trabajo no es evidente y en las que seguramente habrá ajustes el próximo año, tal y como ya lo ha adelantado el propio alcalde. La pregunta que surge es si en los cambios por venir se privilegiará ahora sí la eficiencia por encima de la lealtad. Y la percepción es que 2018 fue un año apenas para calentar motores, por lo que todavía falta ver de qué está hecha esta nueva era de Zermeño al frente de la principal ciudad de La Laguna.

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