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Reformar la calidad de la educación

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

En días pasados el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) publicó los resultados de la Prueba Planea Educación Básica, destacando la evaluación aplicada en cinco municipios de la Comarca Lagunera, cuatro de ellos de la Zona Metropolitana (ZM), cuyos resultados nos indican que debemos preocuparnos seriamente por el nivel de preparación que alcanzan nuestros escolares que egresan de primaria. Vale la pena reflexionar dichos datos en vísperas de que el nuevo gobierno federal anuncie la cancelación de la reforma educativa aprobada en el anterior.

La prueba se aplicó en 2018 a 21,334 estudiantes de sexto de primaria de 807 escuelas, 130 son privadas, 671 públicas y seis comunitarias ubicadas en los municipios de Torreón, Matamoros y Francisco I. Madero en Coahuila, Gómez Palacio y Lerdo en Durango, evaluándoles el aprendizaje en el campo de Lenguaje y Comunicación (LC) y Matemáticas (MAT), considerando cuatro niveles: insuficiente, entendimiento básico, satisfactorio y sobresaliente.

Los resultados indican que el promedio de escolares evaluados en LC que se encuentran en el primer nivel, el insuficiente, es de 52.85%, destacando Matamoros como el que tiene el mayor porcentaje (63.41%), mientras que el promedio de los evaluados en el cuarto nivel, el sobresaliente, es de 3.66%, donde Torreón tiene el más alto (5.87%). En MAT la evaluación no cambia significativamente ya que el promedio es 61.37% en el nivel insuficiente y el 8.76% es sobresaliente, volviendo a destacar Matamoros con 68.97% para el primer nivel y Torreón con 12.65% para el cuarto.

Como dice el reporte del IMPLAN, quienes se ubican en el primer nivel, el insuficiente, es decir, más de la mitad de los escolares evaluados en ambas pruebas (LC y MAT) no desarrollan capacidades mínimas de comprensión del conocimiento y razonamiento abstracto que les permitan evaluar textos complejos y gráficas y, lamentablemente, en LC se encuentran por debajo del promedio nacional que es de 49%, mientras que en el cuarto nivel, el sobresaliente, casi empata con el promedio nacional de 3%.

Al desagregar estos promedios se verán contrastes marcados si se consideran las diferencias entre escuelas públicas y privadas, donde las primeras alcanzan en LC un 59% de escolares evaluados en el primer nivel y las privadas un 20%, o en MAT un 66% en las públicas y 34% en las privadas; las diferencias también sobresalen en los porcentajes alcanzados en el nivel sobresaliente de LC con 14.83% en las privadas y 1.53% en las públicas, o en MAT 23.27% y 5.58% respectivamente. El reporte indica que hay 53 escuelas evaluadas que obtuvieron un 100% de escolares con nivel insuficiente en LC y 73% en MAT.

Si bien es cierto que los resultados anteriores no podrían considerarse como un efecto de la reforma educativa, puesto que esta apenas empezó a instrumentarse, si reflejan el desastre del sistema educativo de nivel básico, particularmente en las escuelas públicas evaluadas, las cuales tampoco son el total, pero constituyen una muestra que indica sus limitadas capacidades institucionales, como para ponerse a pensar qué es lo que debe reformarse. Quienes nos hemos desempeñado profesionalmente en el sistema educativo a nivel superior damos cuenta que aun entre el bajo porcentaje de jóvenes que logran ingresar y cursar una carrera profesional, arrastran deficiencias básicas en aspectos como ortografía y sintaxis, basta con pedirles que redacten un texto para que estas emerjan, o cuando al pedirles lean un texto científico presentan dificultades serias para interpretar sus contenidos.

Detrás de estos datos subyace una problemática más compleja que tiene que ver no sólo con las deficiencias del sistema educativo, es ineludible considerar otros aspectos que se originan en las condiciones sociales en que se encuentran los escolares: el ingreso que se percibe en sus familias, la vivienda en que reside, la alimentación, salud y otros indicadores que les determinan desde antes de acudir a sus escuelas, quizás por ello podríamos entender los resultados desafortunados que se obtienen en las escuelas públicas evaluadas.

Tales deficiencias que los escolares arrastran desde el nivel básico repercutirán en sus trayectorias educativas y laborales futuras, como se indica en un reportaje publicado en la revista Nexos donde se analizan los resultados de la prueba ENLACE aplicada a los estudiantes de educación media superior, comparando las probabilidades que tienen los niños que estudian en escuelas ubicadas en zonas de alta o baja marginación. Señalan que el niño que concluyó la primaria en una escuela de alto nivel de marginación tiene una probabilidad de 15% de terminar preparatoria seis años después, probabilidad que aumenta a 35% si lo hace en una escuela de baja marginación.

Hace algunos años cuando se implementó la reforma educativa se discutieron varios tópicos, pero quizás si se revisan concienzudamente todas estas evaluaciones y se consideran las condiciones sociales en que viven los millones de escolares que acuden a escuelas públicas, marcadas por esa inefable desigualdad social que viven los mexicanos, sobre todo ese ejército de millones de pobres que nos heredan los gobiernos neoliberales, la preocupación debe centrarse en cómo mejorar la calidad de la educación pública y dentro de ella el referente a la comprensión del conocimiento que permita a nuestros jóvenes desarrollar capacidades de razonamiento abstracto a la par de habilidades operativas, esto sin soslayar como se mejoran los equipamientos de las escuelas y las condiciones sociales precarias en que se encuentran sus familias.

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