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¡Felicidades a Enrique Peña Nieto!

DAVID PÉREZ

Hace seis años, en los días previos al inicio de la administración federal, me preguntaron qué esperaba del próximo gobierno. Respondí: espero que no termine el periodo. La expectativa estaba fundada en que amplios sectores de la sociedad alcanzaran una organización, cohesión y acción tal, que la nueva administración no llegara a término, ya que una organización social robusta podría deponer por la vía democrática a un gobierno con antecedentes de corrupción. No fue así.

Enrique termina triunfante y ufano, da cuenta de ello en las imágenes de despedida que difunde a través de la plataforma "Instagram". Nada pudo con el poder presidencial y los poderes fácticos que le acompañan. Su narrativa de éxito apenas contrasta con los más de 121 mil asesinatos dolosos del sexenio. Era difícil imaginar un escenario peor que el construido por las políticas de militarización de Calderón. EPN lo consiguió, y jugó a su favor el hecho de que el desastre no lo inició él. Lo recibió en herencia y le dio continuidad, "nada más".

El 43 como signo de las más de 35 mil personas desaparecidas. El caso de la desaparición forzada de un grupo de estudiantes provocó una gran movilización en casi todas las zonas del país. Denuncia en las calles, denuncia en instituciones nacionales e internacionales. Los familiares recorrieron buena parte del territorio mexicano para sensibilizar. El hecho permitió visibilizar que el mismo delito de desaparición forzada de personas existe desde antes de lo sucedido en Ayotzinapa. Ese caso emblemático sigue en impunidad y, además, el número de desapariciones continúa en aumento.

La casa blanca. Por una investigación periodística se dio a conocer el posible conflicto de interés en la forma en que se adquirió dicho inmueble. Los periodistas fueron despedidos al poco tiempo. Una investigación oficial terminó con desenlace victorioso para los intereses de EPN. El presidente "pidió perdón" a los que se sintieron ofendidos. El discurso de "perdón" es un anti-monumento del sexenio que termina y su forma de banalizar la democracia. Se puede hacer una larga lista de los triunfos de Enrique sobre la sociedad y sus instituciones: el espionaje a periodistas y defensores de derechos humanos, número de asesinatos de candidatos en campaña sin precedentes, depreciación del peso frente al doral, decretó la corrupción como bien material y cultural de la nación, un largo etcétera.

Ganó hasta en la derrota. Su mala gestión produjo más pobreza, desigualdad, e impunidad al grado tal que contribuyó a acrecentar el hartazgo de muchos. Abonó la causa del personaje que antes venció: AMLO. Al ser uno de los factores que explican la amplia victoria electoral del futuro presidente, Peña Nieto se convierte en agente activo de la consolidación de la política partidista. Lo que de positivo tienen las candidaturas independientes y algunos de sus dignos ejemplos, se vio reducido por el "carro completo" logrado a través de la estructura y maquinaria de un partido político tradicional (MORENA).

El mismo López Obrador la semana pasada en entrevista afirmó sentirse agradecido con el presidente Peña por su desempeño en las elecciones pasadas, por no intervenir en el proceso. "Faltaba más" afirmó la periodista con asombro e ironía, a lo que el presidente electo respondió ratificando su declaración de aprecio, al tiempo que anunció una ley de "punto final" con la que exonera a expresidentes y demás funcionarios públicos señalados por corrupción.

El legado vergonzoso en materia de violaciones a derechos humanos que dejará EPN también provocó el efecto involuntario de activar un gran número de colectivos ciudadanos en defensa de las víctimas. Este efecto no deseado por el presidente de ocaso victorioso será de gran utilidad para el próximo sexenio en el que se anuncia que la militarización del país contará con marco legal. En suma, la gestión de Peña Nieto -exitosa para su causa- documenta algunas lecciones, entre ellas: a mayor desarticulación social y menor participación de la ciudadanía en los asuntos públicos, aumenta la concentración de poder en grupos y figuras concretas, al mismo tiempo, se hace evidente la debilidad del Estado de derecho en México.

Twitter: @davidsecular

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Escrito en: David Pérez

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