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No me llamen 'primera dama'

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
Feminismo no es repartirse el pastel entre ambos sexos, es hacer uno nuevo”.

— Gloria Steinem

Hiperactiva, luchadora desde la cuna, rostro humano y sensible del matrimonio, por eso hicieron tan buena mancuerna. Él simulaba, animal político por los cuatro costados, pero con ella todo parecía mucho más auténtico.

Quiso que recuperáramos el orgullo de ser ciudadanos y extirpar la concepción de que nuestra mexicanidad era un tanto charra, vernácula y demodé. Tiró a la calle jarrones y antigüedades francesas, vistió a Los Pinos con equipales, grandes muralistas del siglo veinte y transmitió el gusto por las artesanías. En ocasiones, el poder se comparte y la política se juega en equipo tal como hicieron los Echeverría.

“Corría como si se le acabaran las horas para salvar al país”, escribió Julio Scherer sobre María Esther Zuno a quien jamás le acomodó el mote de primera dama. Nunca quiso serlo, enemiga de las distancias y de un cargo que a la fecha, además de existir en una suerte de limbo jurídico, también acusa inevitables diferencias sociales.

“Llámeme compañera”, pedía Doña María Esther, contenido su clamor de justicia revolucionaria dadas las ambiciones políticas de su marido. Y en efecto, hace cuarenta años la esposa de Luis Echeverría logró con cierto éxito, no ser vista como un apéndice, prolongación o mero adorno a la sombra de su muy poderoso marido. Sin embargo, muchos buscaron cumplir los caprichos de la compañera María Esther para halagar al presidente.

A la distancia, guardadas las proporciones, algo parecido quiere Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador. Está en su derecho y desde aquí se lo aplaudo, sin embargo ambas circunstancias, la de profesionista y a la vez esposa del Presidente de México, son indivisibles dado el andamiaje de nuestro sistema político. Quizá en Europa u otros sitios con democracias avanzadas se logra desdibujar y encapsular al cónyuge pero aquí, además de presidencialistas, somos guadalupanos y, por ende maternales. Aunque suene extraño, muy en nuestro fuero interno precisamos de una suerte de madre de la patria y benefactora. Por el otro, mantenemos afanes independentistas y de abierta rebeldía frente a las figuras de autoridad, especialmente cuando a las políticas se refiere.

Beatriz rogó que no se le otorgue el título de “primera dama” pues quiere brillar con luz propia pero es ya larga la lista de lambiscones que la persiguen y han llegado al extremo de bautizar algún sitio con su nombre. Más temprano que tarde, escuelas, calles y monumentos llevarán sus apellidos y quizá sus virtudes se elevarán al rango de la erudición y lo divino. Sin embargo, las lisonjas duran seis años y después nada de nada porque así es el poder: ingrato, perenne, sexenal.

Desde tiempos de campaña advino a Beatriz impetuosa, interesada en una y mil cosas más allá de lo político. Mientras Andrés Manuel jugó con tres o cuatro ejes discursivos hasta el cansancio, Beatriz se divierte grabando canciones, recomendando libros y compartiendo fragmentos de poesía.

Nos agrade o no la dupla que vendrá, es justo reconocer que tras seis años de frivolidad y arribismo y el imperio de las telenovelas llevado a las más altas esferas de lo público, con la llegada de Gutiérrez Müller vuelve un poco de la substancia perdida. Claro, riesgos hay como los advierte Pablo Majful, al percibir una veta de presunta superioridad intelectual en Beatriz, de la que bien haría en alejarse. “Aun sin incursionar en lo doctrinario, la falsa cultura implica otro riesgo: la pedantería. También se entrevé ya en sus participaciones cierta jactancia, como si la intelectualidad fuera superior per se, una idea muy de izquierda”.

Gutiérrez Müller tiene méritos de sobra: académica, escritora, poeta y periodista. Hace meses incursionó por vez primera en Twitter y como muchos de nosotros, lo padece y disfruta en esta eterna ambivalencia que mantenemos con la tecnología y la exposición a lo público.

Yo soy yo y mi circunstancia, intenta decir Beatriz al poner énfasis en la virulencia de las redes, los ataques que recibe y al no querer que se le relacione con su marido. Estamos en diferentes trincheras, dice, pero para cualquiera resulta complicadísimo disasociar a la pareja.

Por lo pronto, Gutiérrez será encargada de la Coordinación Nacional de Memoria y Cultura de México, esfuerzo que busca recuperar bibliotecas y acervos culturales que se encuentran en manos extranjeras. En lo que ello ocurre, Gutiérrez está avocada a participar, construir un legado y definirse dentro de la zona pantanosa que implica ser esposa del presidente.

No es cosa sencilla…

Twitter @patoloquasto

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Escrito en: sin lugar a dudas

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