Olga de Juambelz en los infiernosOlga de Juambelz en los infiernos
Permita Usted que me queje.
Ya ni mi nombre recuerdo:
¿Luzbel, Satanás, El Peje?
¡Olga me quitó lo cuerdo!
Cumple su segundo año,
y ya me armó un gran relajo
en este inferno que antaño
era mío de arriba abajo.
Poniendo un rostro muy tierno
a mi tropa le dio coba,
y hoy Olga es en el infierno
quien me joroba y joroba.
Déjeme que le comente
lo que pasó en el averno:
La Doña clavó en su mente
cumplir el sueño paterno.
Ahora sí ya queda clara
la causa de mis pesares:
Qué idea tan loca y tan rara…
¿Un Siglo por estos lares?
¡Vaya que lo llevó a cabo!
Dio chamba a todo el diablaje.
¿Requisitos? ¡Limpio el rabo!
Y muy pulcro el reportaje.
Redactores, reporteros,
y hasta cada secretaria,
todos parecen corderos,
ante Olga, la propietaria.
A mí nadie me hace caso.
Pido algo y requete aprisa
como si fuera un payaso,
se doblan todos de risa.
No se acaba aquí lo malo.
Yo esperaba una gerencia
y un sueldito no tan ralo.
¡Jamás esta decadencia!
No termina aquí mi ruina.
Le molesta hasta mi olor,
ni me quiere en una esquina
chambeando de voceador.
No me gusta ser rejego.
Le pido a Dios que me oiga.
Y haga caso de mi ruego:
¡Que se lleve al Cielo a Olga!