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De palabras, bombas y otros explosivos

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
El odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás”.

— Plutarco

Gracias a la rapidez y eficacia de las autoridades federales y el propio Servicio Secreto -órgano responsable de velar por la integridad del escalafón político triple “AAA” que incluye a los ex presidentes de Estados Unidos- ayer se descubrieron una serie de artefactos explosivos que iban dirigidos a figuras e instituciones de primer orden.

Lo anterior puso en estado de alerta a todas las agencias de seguridad nacional norteamericanas. Al momento de escribir estas líneas, pocos son los detalles dados a conocer a la opinión pública, así que no habremos de espetar teorías de la conspiración ante lo delicado del tema.

Lo que sí sabemos es que dichos paquetes y cartas con material explosivo fueron colocados en el servicio postal e iban dirigidos a las viviendas de Barack y Michelle Obama, en Washington, y a la residencia de Bill y Hillary Clinton que se localiza al norte del estado de Nueva York. Por fortuna, el Servicio Secreto realiza inspecciones de rutina a toda la correspondencia que reciben los ex mandatarios y sus familias; fue así que lograron dar con dichos paquetes antes de que llegaran a la puertas de los destinatarios.

También, otro artefacto sospechoso apareció en las residencias del multimillonario y filántropo George Soros, Eric Holder –ex procurador general en tiempos de Barack Obama-, John Brennan, ex director de la CIA, además de los enviados al edificio Time Warner de Nueva York, sede de la cadena de noticias CNN. También habría recibido paquetes similares la congresista demócrata Debbie Wasserman.

Aunque aquí nos referimos a una investigación en curso sobre la cual la propia Casa Blanca pondrá especial interés y los recursos a su alcance, no podemos soslayar que quienes recibieron los explosivos comparten un común denominador: todos momento han sido blanco de férreas críticas por parte de Donald Trump.

Bien sabemos que la retórica incendiaria de Trump va mucho más allá de las diferencias políticas e ideológicas y a menudo invade el terreno de lo personal. También, lo más grave, es que quizá sin quererlo el propio Trump incita a sus seguidores a tomar justicia por propia mano y más de un extremista ha emprendido acciones de odio so pretexto las palabras del presidente. Aunque ayer el propio Trump condenó la intentona cuasi terrorista y dijo que no tolerará expresiones de violencia política, lo cierto es que él ha sido su principal promotor.

Ante los hechos aquí narrados, no pocas voces tanto en Estados Unidos como en la esfera internacional hoy se preguntan si en gran medida no ha sido dicha retórica la que contribuyó a suscitar lo ocurrido ayer por la mañana.

En el marco de un evento, Hillary Clinton se refirió a los hechos y puso hincapié en cuán dividida y polarizada se encuentra la sociedad en Estados Unidos tras el triunfo de Trump. Cuidadosa de sus expresiones, Clinton consideró que “vivimos un tiempo de profundas divisiones y tenemos que hacer todo lo que podamos para unir al país”.

A mayor escala y sin matices se expresó Jeff Zucker, presidente de CNN. “Existe una total y absoluta incomprensión por parte de la Casa Blanca en la gravedad que implica sus constantes ataques a la prensa. El presidente, y en especial el secretario de prensa de la Casa Blanca, deberían comprender que sus palabras y lo que dicen importa mucho. Hasta ahora, no han dado indicios de que lo comprenden”, dijo.

Más allá de las reflexiones que podamos hacer en el futuro, más allá de las consideraciones políticas y la gravedad de lo ocurrido a semanas de las elecciones intermedias en Estados Unidos, es menester recordar, en estos tiempos particularmente convulsos que sí, las palabras importan y mucho.

Durante la campaña, Donald Trump no sólo degradó a la política en su país, sino que enrareció el ambiente e hizo de la contienda un asunto personal. Hoy continúa operando del mismo modo como presidente. Las palabras importan. Trump, con sus insultos colectivos, abrió la Caja de Pandora. Va a ser muy difícil cerrarla.

Ahí, a modo de explosivos, está el resultado. En ocasiones las palabras pueden ser más letales y mortíferas que la más poderosa de las bombas. Por desgracia, el presidente de Estados Unidos no lo entiende.

Twitter: @patoloquasto

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