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OTRA VEZ LA BURRA AL TRIGO

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La legislación siempre protegió fuertemente la vida por nacer. Actualmente, la tendencia ha cambiado retirando casi por completo la protección y pretenden utilizar los impuestos públicos para cubrir los gastos del aborto. Cada uno tenemos la responsabilidad de proteger toda vida humana y evitar, en la medida de lo posible, las causas que conducen al aborto. Estamos por tanto ante algo fundamental de la sociedad y del Estado. ¿Qué sentido puede tener un Estado que declara el aborto como un derecho de los ciudadanos? ¿No es el primer deber de un Estado y de la sociedad proteger cualquier ser humano en sus derechos fundamentales a la vida, desarrollarla y, sobre todo, proteger a los más débiles?

La sociedad se ha manifestado ayer en forma multitudinaria en más de doscientas ciudades del país, para protestar contra los intentos de legislación de leyes que atentan contra la vida. Si el Estado persiste en su empeño de legislar por el aborto, marcará una separación con la sociedad que había votado por él con casi el 60% de los electores.

Y sin embargo, esta unidad es necesaria para poder realizar los cambios para los que fue elegido, que nada tienen que ver con leyes abortistas, sino con la superación de la impunidad, de la corrupción y de la injusticia.

La celeridad con que se quieren imponer estas impopulares leyes antes de que el nuevo presidente tome posesión, busca inútilmente conservar el idilio que ha comenzado a romperse en la misma luna de miel entre el pueblo y el nuevo gobierno. La sociedad comienza a ver las infidelidades y a perder la esperanza. La unidad entre los legisladores y el gobierno es una realidad y legislar contra la vida será un error garrafal.

De nada sirve tratar de argumentar ante el rechazo de las evidencias biológicas, filosóficas y sociales que testifican inequívocamente que el aborto es un asesinato con todas las agravantes. De nada sirve razonar ante quienes se sienten amenazados por un ser humano indefenso. El hombre actual está movido por la exasperación de la libertad humana que huye de las obligaciones demasiado gravosas y de las intromisiones legales; la superficialidad pone en discusión todo principio ético. El legislador renuncia a favorecer una formación progresiva más humana de la sociedad y permite decidir sobre la vida del ser humano ya existente.

Es cierto que la decisión individual de practicar el aborto es una situación compleja; es un suceso trágico. Pero convertir el aborto en parte de un plan fundamental y en un derecho garantizado de los ciudadanos, apoyado incluso por la profesión médica y por los impuestos públicos, cambia todas las relaciones humanas.

En primer lugar, las relaciones entre el hombre y la mujer se dañan; en vez de defender a la mujer, como erróneamente pregona, este "derecho" la convierte en un objeto de explotación sexual. Todas las expresiones sexuales quedarán marcadas por la decisión de "resolver" con el aborto un embarazo. Cuando se practica el aborto, se aborta también el significado más profundo de la vida de los hijos ya existentes (diría el adolescente en sus crisis de identidad: "¿por qué él no y yo sí?". "¿Por qué no me abortaste también a mí?").

También, la relación con la profesión médica cambiaría por completo; como paciente no quisiera caer en manos de quién es capaz de ganar dinero con el aborto como cualquier otro tratamiento.

Un Estado que comienza su período de gobierno negándose a proteger la vida aún no nacida, e incluso nos pide unos impuestos (tan escasos) para financiar el "derecho" al aborto, creará una profunda desconfianza.

Negar el aspecto social del aborto es tanto como negar la dimensión social de la persona humana. La responsabilidad social de la sexualidad no puede negarse sin hacer caer la sexualidad en un desorden profundo. Quien está dispuesto a poner fin a una vida como si se tratara de una mercancía, considera toda la vida humana como un mero producto. Si el Estado mexicano declara que el aborto es un derecho ciudadano, declara también que las irresponsables relaciones sexuales y la irresponsable transmisión de la vida son un derecho. Prácticamente está declarando el consumismo del sexo como una norma social.

Es verdad que no se puede pedir sanciones contra la mujer que ha abortado si no se promueven primero la responsabilidad en las relaciones y la protección de la vida nacida o no. Aprobando el aborto, el Estado declara que ha fracasado en garantizar las medidas mínimas necesarias a favor de la mujer embarazada y del niño que va a nacer. Por el contrario, los legisladores serán dignos de alabanza si sanciona a las personas e instituciones nacionales e internacionales que hacen dinero con el aborto.

En vez de resolver la situación con la falsa salida de dar muerte a seres humanos indefensos, la famosa "cuarta transformación" anunciada para el país, contará con la simpatía y el apoyo de todos, si se decide a incluir la promoción de políticas sociales positivas, para hacer desaparecer las causas principales que llevan al aborto: más ayuda y mayor apertura hacia las madres solteras, mejores condiciones de vida para las madres sin esposo, consultas fácilmente accesibles para quienes las necesitan, garantía de salarios adecuados para las familias, una más justa distribución de los impuestos en alimentación, salud y educación a los hijos, mejor educación sexual en vez de la imposición de una "ideología de género…".

De esta forma, y en estrecha colaboración con el Estado, la familia mexicana no será más una poderosa enemiga (como ya lo demostró ayer en la marcha por la vida), sino una gran aliada contra presiones nacionales e internacionales, y el principal motor de tan anhelada transformación. Si el gobierno abiertamente se declarara a favor de la vida, tendrá no sólo el reconocimiento de la población, sino la unidad necesaria para sus proyectos.

¡Otra vez la burra al trigo? ¿Continuarán obstinadamente en la irracional promoción de la cultura de la muerte contra una sociedad mexicana que les exigen que protejan las dos vidas? ¿Podrán unirse el Estado y la sociedad en una poderosa fuerza transformadora que brote de la fragilidad de un niño en el vientre materno?

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