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La común traición política

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Se aproxima el cierre del año y la conclusión de sexenio federal, con lo cual el ambiente público y de las empresas está ya la expectativa real de qué es en realidad lo que sucederá con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha generado incluso una contracción de la economía, según los reporte especializados. Esto no ocurría desde la crisis del 2009, y aunque la contracción es marginal y explicable hasta por el asunto del temblor del año pasado, no es más que un indicio que abajo de los saludos y actos de allanamiento del sector privado, la duda persiste de la conducción que el presidente electo hará de la economía una vez que asuma su cargo. La Bolsa Mexicana de Valores y el tipo de cambio, no han dado muestras de fortaleza sustantivo ni siquiera con la certeza que se habrá de mantener el libre comercio con Estados Unidos y Canadá.

En tanto en el ámbito local el gobierno de Coahuila encabezado por el ingeniero Miguel Riquelme Solís ha transitado más bien con un bajo perfil, acomodando piezas y conviviendo con la estructura del moreirismo, mientras logra de paso estabilizar las finanzas maltrechas que heredó de las administraciones pasadas. En el plano municipal, don Jorge Zermeño logró reelegirse con amplio margen que le da un enorme margen de maniobra, mismo que en los últimos meses se ha empezado a desgastar por el mismo trámite del ejercicio del poder y porque sus subordinados y cercarnos a su gobierno intentan cometer actos de corrupción, justo lo contrario a lo que el prestigio de Zermeño representa.

En esas circunstancias el día de antier se dio a conocer la renuncia del diputado federal Luis Fernando Salazar al PAN para incorporarse a la bancada de MORENA. El anuncio fue con un día de anticipación a que López Obrador visitara Saltillo en gira de agradecimiento y previo a su toma de protesta, lo que Salazar aprovechó para sacarse fotografías con el hombre más poderoso del país.

La decisión de Salazar si bien no fue del todo sorpresiva, ya que en El Siglo se había dado a conocer que el joven legislador estaba ya en contacto con el nuevo partido gobernante, no deja de llamar la atención la atención del aguerrido político el dar un salto de esa manera.

¿ Cómo puede ser posible que una persona que ingreso al PAN justo cuando alcanzó la mayoría de edad, que hizo un muy considerable patrimonio sirviéndose del mismo, que estudió en la IBERO Torreón, que tuvo una educación basada en principios muchas veces contradictorios a los que profesa MORENA, engrose ahora sus filas? tal vez la respuesta es muy sencilla. Así como el origen político de Luis Fernando es de todos conocidos, también es público su propensión a la traición política, práctica común en el gremio, también hay que decirlo.

Cuando llego hace dos décadas atrás al partido político que acaba de abandonar, su madre doña Carmiña Fernández había encabezado unos meses antes una movimiento denominado Mujeres Por Torreón, quienes se inconformaron por los turbios manejos que se hacía en el administración de Mariano López Mercado. Ese movimiento ejemplar donde participó la señora Fernández, fue la punta de lanza para que se diera la primera alternancia en la presidencia municipal de Torreón, con el arribo del propio Jorge Zermeño a la alcaldía. Doña Carmiña fue la primera regidora de ese trienio.

Ahí empezó Luis Fernando, como pupilo de don Jorge. Pasó el tiempo y hoy morenista se acercó a Guillermo Anaya, quien en pocos años se convirtió en el mandón del PAN estatal, mientras la cauda zermeñista disminuida en la primera década del siglo XXI. Diputado Federal, Alcalde y Senador, Anaya era cabeza real del panismo coahuilense, y Luis Fernando ya había dejado a Zermeño, creciendo a la sombra del anayismo. Tan dejó a su primer mentor Salazar que en el 2012 le enfrentó para competir a la senaduría la cual le ganó, pero además de eso lo combatió cuando Zermeño quiso ser candidato en 2013 a alcadía de Torreón inclinándose por Jesús de León, y nuevamente lo abandonó cuando el hoy presidente municipal de Torreón compitió por una diputación federal hace 3 años.

Corrió el tiempo y ya sentado en la senaduría, decidió enfrentar a su jefe político con el cual se habían hecho del control del partido: José Guillermo Anaya Llamas, quien en 2011 ya había perdido la gubernatura y estaba decidió a ir por una segunda oportunidad. Salazar no fue capaz de aceptar ls derrota que le infringió su jefe Anaya. Esta segunda traición no le fue como en la primera y quedó tocado.

Es importante aclarar que en el tiempo, por supuesto que Salazar Fernández acumuló un capital político que nadie puede regatearle; su intenso trabajo y valentía cuando fue opositor del asfixiado régimen de los Moreira, que le valió para llegar hasta donde está. Tan es así que luego de su desilusión en 2017 un año después y con todo el efecto de AMLO en contra, ganó la diputación federal por el PAN que hoy entrega al régimen morenista como moneda de cambio para sus futuras aspiraciones, constituyendo su tercera traición política, en esta ocasión a sus votantes.

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