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Presunto asesinato en consulado saudí: el contexto

MAURICIO MESCHOULAM

El 3 de octubre, Jamal Khashoggi, un conocido periodista saudí, severo crítico de su gobierno, entró al consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía, para tramitar papeles de rutina relacionados con su próximo matrimonio. Khashoggi no ha sido visto desde entonces. Tres días después, las autoridades turcas anunciaron que tenían motivos para creer que un grupo de 15 personas entró al consulado para torturar y asesinar al periodista. Más allá de si esto se confirma, los hechos están ya teniendo diversas repercusiones internacionales.

Lo primero, la rivalidad turco-saudí en la región. A pesar de que, durante un tiempo, Arabia Saudita, Turquía y otros como Qatar, se encontraban en un mismo bloque sunita contra Teherán y sus aliados chiítas, la competencia entre Ankara y Riad terminó por imponerse. Esto se fue haciendo cada vez más evidente en distintos sitios como Egipto, donde cada una de esas dos potencias apoyaba a bandos opuestos. Ya para cuando sobrevino el conflicto diplomático entre Arabia Saudita y Qatar en 2017, los bloques regionales estaban sellados. De un lado estaba Riad junto con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, entre otros, y del lado opuesto quedaba Qatar apoyado solo por Turquía. Bin Salman, el príncipe heredero saudí, llegó a declarar que Turquía era parte del "Triángulo del Mal", en el que, además de Ankara, se ubicaban Irán y los grupos extremistas islámicos. Por consiguiente, no debe sorprendernos que el presidente turco esté tomando el caso del consulado como un asunto personal.

Quizás podríamos preguntarnos qué lógica podría haber detrás de la decisión de asesinar a Khashoggi por sus críticas. Una hipótesis es que la monarquía saudí busca enviar un mensaje hacia toda la disidencia, dejando claro que nadie que se dedique a dañar su imagen se encuentra seguro. Si esto es cierto, es probable que los saudíes habrían hecho el cálculo de que las condenas internacionales serían limitadas o que no tendrían mayores repercusiones. Para Trump, claramente, la relación con Riad es estratégica. Las naciones europeas tienen una alta dependencia del petróleo saudí, sin mencionar que países como RU, Francia, Alemania o Italia tienen acuerdos de armamento con Riad que valen millones y que nadie desea arriesgar.

El problema, no obstante, podría estarse saliendo de las manos toda vez que las intrigas del consulado se están ya entretejiendo con cuestiones políticas en EU. La administración Trump ha sido muy criticada por sus relaciones especiales con el reino saudí. Incluso se ha llegado a sostener que el peculiar aprecio que hay entre el presidente estadounidense o su yerno, Kushner, con los saudíes, tiene que ver con sus negocios personales. Así que la administración Trump se está viendo en la necesidad de exigir cuentas a Riad por los hechos del consulado. Muchos actores están presionando por llevar el caso de Khashoggi hasta las últimas consecuencias. Incluso un grupo bipartidista en el Senado escribió una carta a Trump exigiendo una investigación a fondo.

En suma, tanto por las implicaciones regionales como por las posibles consecuencias que el asunto pudiera tener en cuanto a las relaciones entre Riad y Washington, es posible que, una vez más, al príncipe Bin Salman, la situación se le está complicando (ya sea porque los saudíes son culpables de lo que Turquía los acusa, o bien, simplemente porque parecen culpables y no están haciendo lo suficiente por demostrar lo contrario). Es verdad que el reino saudí tiene mucho poder. Pero sus errores estratégicos se siguen acumulando.

Twitter: @maurimm

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Escrito en: Mauricio Meschoulam

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