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La sobreviviente y el ginecólogo

DAVID PÉREZ

Cuando la violencia se materializa para destrozar el interior de los cuerpos femeninos y, al mismo tiempo, algunos se esfuerzan por recomponer la dignidad de las personas. El pasado viernes cinco de octubre fueron anunciados los que recibirán el Premio Nobel de la Paz 2018: Nadia Murad y Denis Mukwege. Ambos fueron seleccionados por su contribución a tratar de poner fin a la violencia sexual como arma de guerra. Esta designación permite apuntar al menos tres cosas: el cuerpo femenino como territorio de guerra, los márgenes de ese territorio y la idea de paz implícita en el premio.

Nadia Murad originaria de Sinjar en Irak. Pertenece a la minoritaria tradición religiosa del yazidismo. A los 19 fue capturada, vendida y convertida en esclava sexual de fuerzas armadas del Estado Islámico. Fue sometida por tres meses hasta que logró escapar. Su madre y seis hermanos fueron asesinados. Tuvo que sobrevivir, también, a los campos de refugiados hasta que encontró acogida en Alemania. Actualmente, con 25 años, es activista contra los genocidios y la violencia sexual.

Denis Mukwege nació en Bukavu, República Democrática del Congo (antes Congo belga). De tradición evangélico pentecostal. Estudió medicina general en la Universidad de Burundi, en el país del mismo nombre (antigua colonia alemana y, después de la Gran Guerra, colonia belga). Se especializó en ginecología en la Universidad de Angers, ubicada en la región de los Países de Loira, al poniente de Francia. Realiza tratamientos a las víctimas de violación en contextos de guerra. Denuncia activamente el abuso sexual como arma de guerra.

La violencia armada en el contexto de un modelo clásico de guerra se desarrolla más allá del frente. Las fuerzas bélicas se disputan las fuentes de poder que hay en una sociedad, los símbolos y discursos que dan sentido a la vida cotidiana. También se disputan las corporalidades. Los cuerpos masculinos normalmente son considerados como un posible rival en las batallas, basta con eliminarlos para mermar el "arsenal" del enemigo. Los cuerpos femeninos, sin embargo, son asumidos muchas veces como botín de guerra.

Se arrebatan los cuerpos femeninos del rival y sobre ellos se extiende el campo de batalla. Estos "objetos" sirven para comunicar al enemigo el nivel de poder que se tiene. Los cuerpos de las mujeres son sometidos a la violación sexual como procedimiento que sirve para demostrar superioridad, dominio y control. Bajo esta lógica, se considera necesario garantizar que sobreviva el número suficiente de cuerpos femeninos para prolongar el disfrute del vencedor, así como también, para ser utilizados como medio de producción económica mediante la venta o explotación.

Los márgenes del territorio de guerra. El horror no se detiene en el cuerpo femenino. Suelen existir otros cuerpos que quedan en las orillas del "campo de batalla", pero que experimentan las mismas u otras tácticas de violencia sexual. Menores de edad, ancianos, lesbianas, homosexuales, transexuales, otras corporalidades que son sometidas por las dinámicas de poder bélicas y que siguen quedando fuera de las miradas que vigilan y denuncian violaciones de los derechos humanos en contextos de guerra.

El colonialismo de la paz. Las dos personas que recibirán el Premio Nobel este año lo harán con méritos personales más cualificados que los mandatarios que lo recibieron en años recientes. Al mismo tiempo, son activistas que permiten ver solamente a un tipo de grupo armado y a un cierto bloque de intereses. Si junto con ellos fueran galardonados activistas de los mismos delitos, pero donde los perpetradores son los miembros de los ejércitos "liberadores" o de las fuerzas que llegan para establecer democracia en zonas que fueron desestabilizadas por intereses colonizadores, de ser así, se contaría con un escenario de violencia más completo.

Continuar con una idea de paz dominada por un discurso unívoco de los que ésta es, y no se realicen esfuerzos por armonizar con otras experiencias y concepciones de paz que existen en sociedades no occidentales, mientras eso no suceda, premios a tan nobles causas como las galardonadas este año, sirven también para imponer una idea de paz que enfrenta una crisis aguda en muchas de las sociedades que la reivindican.

Twitter: @davidsecular

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