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El aeropuerto y el TLCAN y China

JULIO FAESLER

Nunca he estado de acuerdo con que una mentira repetida una y mil veces se convierta en verdad. La condición de falsedad es intrínseca y, si el asunto se acaba aceptando será porque hay deseo de que así sea o por simple pereza mental o ignorancia del engañado.

Sucede así con el asunto del Aeropuerto de la Ciudad de México. Llevamos décadas de oír que la actual facilidad, dotada de sus dos terminales, una vieja y otra más reciente, no es funcional y que no puede atender más vuelos ni frecuencias ni nuevas líneas ni ofrecer "slots" para recibirlos.

También llevamos años de oír que por estar rebasada su capacidad hay que abandonar el aeropuerto actual, buscar una nueva ubicación y en ella construir otro que sería, por necesidad, uno de los más grandes del mundo funcional para muchos más millones de pasajeros y de toneladas de carga que el actual. Así se difunde la versión de que un segundo aeródromo supone la desaparición del primero. Esta falsa conclusión se ha aceptado de manera acrítica desde el principio.

Excuso decir que tal perspectiva da origen a una vorágine de expectativas ya en marcha de negocios inmobiliarios y de proyectos de infraestructuras e ingeniería civil. El aspecto lucrativo es amplísimo ya que abarca construir y demoler… La codicia inmobiliaria que seguramente ya entró en juego seguramente presiona por la especulación sobre el uso que se le dará a los terrenos del aeropuerto actual en caso de desmantelarse, y la expectación que se desata respecto de los terrenos aledaños al nuevo que se decida.

Lo que no es definitivo, empero, es que la construcción de un nuevo aeropuerto requiera la eliminación del viejo.

Seguir usando el aeropuerto viejo y suplementarlo con otro es lo que se hace en todos los países donde la gran ciudad lo necesita lo que desde luego es nuestro caso. Nueva York cuenta con La Guardia, JF Kennedy y hasta Newark. Igualmente Buenos Aires tiene Ezeiza además de Aeropark, o Londres con Heathrow y Gatwick, Washington con el National y el Foster Dulles, Paris tiene Le Bourget y Charles de Gaulle, Roma tiene Ciampino y Leonardo da Vinci, como también sucede en otras conglomeraciones urbanas.

En todos esos casos el aeropuerto, ya rebasado su capacidad original, sigue en uso complementado con otro más nuevo que bien puede encontrarse a muy respetables distancias, a veces más de una hora de camino, o bien comunicado con el centro de la ciudad por un tren ligero. La fórmula alivia congestionamientos y reparte el tráfico de carga y de pasajeros.

Lo que llama poderosamente la atención es el grado y amplitud a que ha llegado de la discusión política sobre un asunto que es básicamente una cuestión de sencilla geografía combinada con ecología y financiamiento bien calculado. La politización del tema en que se ha caído encubre no tanto los aspectos técnicos que están ahí encerrados. Nada de lo que se está discutiendo ha puesto en duda el que el aeropuerto Benito Juárez opera con sus pistas y sus dos terminales cumpliendo a cabalidad las funciones para las que originalmente fue diseñado.

El caso se ha vuelto confuso. No es materia de consulta popular más que en el caso de querer sujetarse a opinión de la comunidad rural

Lo del aeropuerto de la Ciudad de México es importante para la mobilidad y manejo logístico de cientos de miles de pasajeros y millones de toneladas de carga. La decisión sobre la ubicación de un nuevo aeropuerto no implica el cierre del actual. Los criterios que hay que tenerse en cuenta son los de la aeronavegación y los ecológicos. Se dice que el nuevo aeropuerto tendrá 4 pistas pero solo hasta 2034. De mantenerse el aeropuerto Benito Juárez sus dos pistas actuales acompañarían a las dos del aeropuerto alternativo como el de Santa Lucía. En el eventual caso de Santa Lucía, los aspectos militares tienen son estratégicos y llegado cualquiera situación exigencia siempre tendrán preferencia sobre vuelos civiles o comerciales.

La trascendencia del nuevo aeropuerto es importante, pero tampco hasta el grado que se le ha dado en la política y los medios haciendo depender el prestigio del gobierno saliente o del entrante.

Mucho más importante es la suerte que corren en estos días las relaciones económicas, que son los que dan trabajo a los transportistas y aeropuertos, de la región norteamericana que a su vez se ligará cada vez más con China y Asia.

China, que ha estado aumentando su presencia en América Latina, podrá ser socio en la realización de un nuevo aeropuerto aportando capital y técnicas de punta.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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