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El Pueblo Mágico de Viesca y la conservación de su biodiversidad (II)

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En un municipio como Viesca con tanta historia, cultura y tradiciones, difícilmente podría abstraerse de la nueva cultura ambiental que contempla el cuidado de su entorno y la conservación de su biodiversidad. Aunque siendo honestos, tendríamos que reconocer que el deterioro y la degradación ambiental ocasionada por los cambios en la gestión del agua de la cuenca Nazas Aguanaval, redujo notablemente la disponibilidad del vital líquido y dejó a Viesca al borde de la desertificación. Esto quizás tuvo un efecto catalizador y aceleró la toma de conciencia de sus pobladores y empezaron a considerar como fundamentales los temas del ambiente y su relación con el desarrollo humano.

Por eso, los mensajes que se envían desde Viesca nos invitan a reconocer la crisis ecológica actual que recorre el espacio y el tiempo, alejándonos cada vez más de la posibilidad de alcanzar la tan anhelada sustentabilidad. Sería un buen inicio para construir una cultura de la conservación de los recursos, del uso sostenible del agua, aire, suelo, flora y fauna, y que coadyuve a la solución de la problemática socio ambiental.

Viesca lo está haciendo, en un contexto de presión ecológica y social, y de déficit hídrico, dos ejidos decidieron proteger una parte de sus terrenos con el objetivo de conservar sus recursos naturales: un área ubicada dentro del Ejido Villa de Bilbao y otra dentro del ejido Tomás Garrido. Las dos áreas ejidales fueron certificadas en junio de 2014 por el Ejecutivo Estatal, como Área Destinada a la Preservación de los Ecosistemas y su Biodiversidad de Iniciativa Voluntaria, actuando como fedatario la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

Se reconoce por parte de las instituciones y dependencias del sector, la actividad noble y voluntaria de los ejidatarios por conservar los ecosistemas de desierto, sacrificando incluso la obtención de beneficios económicos. No obstante, la conservación implica también un aprovechamiento sustentable de los recursos, esto es, sin afectar la base natural de los mismos.

En la visita que realizamos a Viesca un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Coahuila, tuvimos la oportunidad de conocer una parte del área sujeta a conservación voluntaria en el ejido Tomás Garrido. Está relativamente cerca de la cabecera municipal con dirección al Bajío de Ahuichila, por cierto por una carretera bastante bien conservada. Muy pronto llegamos al entronque con el camino de terracería que nos llevaría a la puerta del predio, atravesamos por un gran abanico aluvial de suelo profundo cubierto por grava y una incipiente vegetación que mostraba los síntomas inequívocos del sobrepastoreo y la pérdida de suelo ocasionada por la erosión hídrica.

Cuando pasamos la puerta del cerco que divide el predio del ejido Tomás Garrido de otros predios, percibimos el cambio a una mejor condición del ecosistema de matorral desértico. El cerco como herramienta de manejo ha tenido un efecto positivo sobre el ecosistema mejorando su condición y capacidad sustentadora, a partir de que el ganado que pastorea los terrenos comunales es excluido. El presidente del comisariado, el Ing. Rodolfo Hernández Vélez nos comentó que en ocasiones, periodos de sequía, permiten que algunos vecinos muevan su ganado a esta parte del predio y se alimenten mientras pasa la mala racha. Esto es una buena medida que evita problemas con los vecinos, y ocasiona una bajo impacto ecológico ya que se retira cuando las lluvias reinician.

Continuamos nuestro camino por un cañón que se fue haciendo cada vez más angosto y sinuoso, la belleza del paisaje mejoró notablemente, la cercanía de unas lluvias pasadas se hacían presentes en el vestido verde del ocotillo y en las florecillas de la candelilla, que contrastaban con el color pardo y sombrío de las inflorescencias secas del maguey y de la lechuguilla, que anunciaban el final de su ciclo vital y el inicio de otros en una importante cantidad de sus hijuelos. En este cañón, el matorral desértico rosetófilo muestra su vocación forestal no maderable: las poblaciones de orégano, candelilla y lechuguilla, muestran una condición excelente.

En lo más angosto del cañón, sobre las fisuras de las rocas sedimentarias, encontramos bellísimas plantas suculentas, y desde el suelo pedregoso escondidos entre los arbustos nos vigilan los cactus. En este sitio, en una de las paredes del cañón, se muestran una serie de capas de rocas plegadas que forman curvas hacia arriba en forma de herradura. Más adelante, la fascinación de Rodolfo nos contagió cuando nos mostró una "ventana" de aproximadamente tres metros de diámetro sobre las rocas, por donde puedes ver hacia el otro lado. Muy cerca de este sitio aparecieron los Ammonites que seguramente pululaban en el antiguo Mar de Tetis.

Cuando retornamos hicimos una parada obligada para ver en toda su extensión, la depresión blanca y plana de lo que fue la Laguna de Viesca, es casi imposible imaginarse que ahí se almacenó en forma natural, durante mucho tiempo, una gran cantidad de agua.

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