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Regeneración del priismo

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La reaparición de Elba Esther Gordillo Morales en público, libre de su encierro en prisión, rejuvenecida y poseedora de una riqueza ahora judicialmente incuestionada, convierte a la Maestra en un emblema de la reconstitución del viejo partido de estado, ahora bajo el rostro de López Obrador y el Partido Morena.

La otrora dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación SNTE, se presentó a rueda de prensa el lunes pasado en el Hotel Presidente Chapultepec, frente a la casa de la Maestra, un lujoso departamento estilo francés ubicado en la zona de Polanco en la Ciudad de México, y la aparición de la dirigente sindical coincide con el día de inicio del año escolar, mandando con ello un mensaje que dice: Estoy de regreso a clases.

El regreso de la Profesora bajo las circunstancias descritas con anterioridad, evidencia la existencia de un acuerdo cupular justo en la etapa de transición en el Gobierno federal, entre las administraciones de Peña Nieto y López Obrador. El viejo sistema ya recargado de energía, aprovecha para mandar un mensaje que con toda claridad y hasta con deliberado cinismo, enseña que el sistema de justicia de este país, sirve de modo eficaz para castigar la disidencia y para cimentar acuerdos políticos.

Con este botón de muestra y el que ofrece el regreso de Napoleón Gómez Urrutia a la vida pública nacional, la regeneración del viejo sindicalismo mexicano como pilar del sistema, es más que una simple sospecha.

La situación es más confusa que nunca, en cuanto a saber a ciencia cierta qué es lo que quieren decir con la expresión Reforma Educativa, los diferentes actores políticos que han tremolado esa bandera en la historia reciente de nuestro país. La propia Elba Esther fue en su momento abanderada de la Reforma Educativa desde los inicios de la etapa neoliberal, propuesta sucesivamente desde tiempos de Salinas de Gortari hasta nuestros días y en su declaración de antier, hace un denuesto de la Reforma de Peña Nieto, y refiere a la Reforma de López Obrador, sin que nadie ni ella misma, sepamos en que consiste.

Es de suponer que a raíz de la aprehensión y encarcelamiento de la Maestra ocurrida al inicio del sexenio, la designación de Juan Díaz de la Torre como sucesor de la Gordillo en la dirección del SNTE fue también un producto negociado desde el cautiverio, por lo que también es causa de desconcierto, que la lideresa arremeta en contra de quién la sucedió en el cargo que a no dudarlo, estuvo tan preso del Gobierno como lo fue la propia Elba Esther.

Más allá del comentario anecdótico sobre la farsa del encarcelamiento y el proceso, que dio oportunidad hasta para las operaciones estéticas, la situación incierta, conflictiva y mediocre en la que se encuentra hundida la educación en nuestro país, pone los pelos de punta porque en ello nos jugamos una competencia que como país estamos perdiendo. Lo que ocurre, hace recordar de modo inevitable un pasado que hace mucho tiempo deberíamos de haber superado.

En efecto, entre los años de 1970 al inicio del sexenio de Luis Echeverría hasta 1985, a la mitad del período de José López Portillo, hubo al menos tres intentos de reforma educativa de modo tan errático y desafortunado, que el sistema colapsó y cayó en completo desorden. López Portillo designó a José Miguel González Avelar como secretario de Educación Pública, y al ser cuestionado por la prensa sobre el rumbo que habría de tomar la función a su cargo, el recién estrenado secretario respondió él mismo azorado, que lo mismo daba un sistema que otro, de los que en aquellos días estaban siendo objeto de ensayo, y que lo importante era concretar cualquiera de ellos.

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