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Utopía contra realidad

Ninguna utopía es para siempre, y nada es imposible cuando se desea con vehemencia y se trabaja ardua y específicamente sobre un determinado fin. Así resumiría el presidente electo de México su actividad frenética a partir del 2 de julio.

México tiene hoy en día mil y un problemas que integran la agenda de la nueva administración, cuyo titular es Andrés Manuel López Obrador; y no son problemas cualesquiera. Entre los principales se pueden citar la corrupción, la inseguridad, la delincuencia organizada, la justicia corrompida, la impunidad, la mega deuda externa, la pobreza extrema de millones de mexicanos, el desempleo, desigualdad social, la reforma energética y los contratos leoninos, la reforma educativa y los opositores de ella, el polémico NAIM, etc.

Sin embargo, es loable la actitud optimista, proactiva y propositiva del próximo presidente, quien ha venido estableciendo puentes con diplomacia tal que muchos nunca lo imaginamos como asertivo estadista, no sólo con altos funcionarios nacionales, sino del extranjero; pero lo más importante: ante los grandes empresarios y emisarios del poder su personalidad tiene la dimensión adecuada al momento y la ocasión, mientras que con las clases más vulnerables muestra la sencillez, humildad y empatía que le hizo ganar la confianza y el voto popular; y lo más importante: no ha olvidado su proyecto de nación.

A los ojos y entendimiento de cualquier lector, los párrafos precedentes parecerían una loa, una lisonja, mas no es la intención.He aquí el propósito de mi comentario: Mucho se ha escrito y hablado del perdón como condición para la reconciliación y la pacificación; acerca de lo primero, me pregunto: ¿Quiénes necesitan reconciliarse con quiénes? Si se refiere al sentimiento de los políticos perdedores y los ganadores, me parece innecesario, pues todo cae por su propio peso y lo perdedores se ubicarán en su papel de oposición; y sobre lo segundo, supongo que se refiere a las condiciones de seguridad que deben imperar en una sociedad, a fin de vivir con tranquilidad.

Por otra parte, si la reconciliación y la pacificación se refieren al perdón (y olvido) que deben otorgar los agredidos, las víctimas de delitos en algunos casos y los familiares de las víctimas en casos de asesinatos y desapariciones forzadas; entonces sí que estaríamos en un punto crucial, pues si algo tenemos los seres humanos es sed de justicia; esto es, que se castigue conforme a la ley a quien ha cometido un delito.

Nada es más difícil que perdonar, aunque sepamos que todos somos imperfectos, y por ello, susceptibles de cometer errores y delinquir, a veces por maldad pura, otras por necesidad o por influencia negativa de terceros; el caso es que las víctimas de robo, de extorsión, de violación, de…exigen justicia, igual que sus familiares más cercanos que también sufren por el agravio a un ser querido; lo mismo pasa pero con mayor razón con los familiares de las víctimas que han sido privadas de la vida-

En cierta forma “perdonar”, según el diccionario, significa “olvidar” la falta que ha cometido una persona contra ella o contra otros; no guardar rencor ni exigir castigo para el ofensor. En menudo lío se ha metido AMLO al pretender que la sociedad injuriada perdone. Tendrá que ceder AMLO, si no quiere perder adeptos a su proyecto de nación, empezando por enderezar el aparato de justicia, pues parece que estamos detenidos en el tiempo de Colosio, cuando dijo: “Veo un México con hambre y con sed de justicia…”

Sr. presidente electo, si quiere el respeto de los ciudadanos, tiene que procurar la justicia.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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