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¿Dónde está La Laguna con AMLO?

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

En estos meses de transición hacia la tercera alternancia en el gobierno de la República y, según Andrés Manuel López Obrador, la cuarta transformación del país, se han ido esclareciendo los primeros retos que enfrentará La Laguna en la nueva era que comienza. Los desafíos generales ya están definidos: frenar la sobreexplotación de los mantos freáticos y hacer eficiente el uso del recurso agua; detener la contaminación del suelo y aire; construir un modelo funcional e incluyente de gestión y planeación regional y metropolitana; desarrollar una ruta sostenible de crecimiento económico; fortalecer la rendición de cuentas de las instituciones políticas ampliando la representación y participación ciudadanas, y desplegar estrategias a largo plazo de seguridad pública y prevención social. Aunque algo se ha planteado y/o ejecutado en cada uno de los puntos mencionados, es evidente que estamos apenas al inicio del camino, con varios lustros de rezago. Pero hoy me quiero referir específicamente a dos temas que tocan de alguna manera a los seis desafíos planteados y que pudieran definir un primer acercamiento del nuevo gobierno con la región.

Uno de los primeros anuncios de López Obrador luego del triunfo del 1 de julio fue la concentración de las delegaciones federales en una coordinación única por cada entidad que responda directamente a la oficina de la Presidencia de la República. Además de las complejidades que esto implica, ya que se trata de compactar áreas con temáticas muy diversas, la medida tiene un claro impacto político, ya que los coordinadores servirán como figuras de contrapeso y vigilancia de los gobernadores, sobre todo en los estados en donde no gobernará Morena, el partido del presidente electo. Pero en el caso de La Laguna, hay un ingrediente extra que agrega complejidad a la operación de las coordinaciones federales, y es que esta comarca está dividida en dos estados, Coahuila y Durango, y varias de las delegaciones que hoy aún operan tienen carácter regional y abarcan ambos lados de los límites estatales, lo que facilita trámites y la aplicación de políticas públicas. ¿Cómo será tratada La Laguna desde Palacio Nacional? ¿Será posible que haya coordinación fluida en todos los temas entre los dos superdelegados federales que atenderán a la región desde Durango y Saltillo?

Precisamente en ese sentido fue el reclamo lanzado por la novel asociación Democracia y Dignidad por México en una reunión con legisladores electos en donde la demanda fue más fuerte que la convocatoria. Ante las complicaciones que puede traer el tener a los dos más cercanos funcionarios del Gobierno federal a más de 250 kilómetros de distancia, la organización solicitó que se le brinde un trato especial a La Laguna, como si fuera el estado número 33. El reclamo tiene sentido, sobre todo porque en esta región llevamos padeciendo desde hace años la falta de coordinación entre los gobiernos estatales y el descuido generalizado de los mismos a los temas principales de la agenda de la comarca que, social y económicamente es una. El Metrobús, retrasado, desfasado e inconexo, es una prueba fehaciente de ello. Y ahora habrá que sumar la lejanía del gobierno de la República que despacharía en las capitales de las entidades que dividen a la región y apostarle a la buena voluntad de quienes serán los coordinadores para que alcancen acuerdos en beneficio de los laguneros.

Relacionado con este tema de carácter administrativo, en la anunciada desconcentración del gobierno de la República con la que se pretende sacar la mayor parte de las secretarías e institutos de la Ciudad de México para instalarlas en los estados y con ello aumentar la presencia de la administración federal en todo el territorio nacional, aún no se ha definido si La Laguna será sede de Nacional Financiera, como se había dicho, siendo ésta una de las pocas instancias que sigue sin ser confirmada. Ambos asuntos, la concentración de delegaciones y la desconcentración de secretarías e institutos, refleja en una primera percepción que la comarca no está entre las prioridades del futuro gobierno, a pesar de la cantidad de votos que La Laguna le aportó a López Obrador, con la consideración del fuerte bipartidismo que ha hegemonizado la vida política regional.

Pero lo que debe ser un motivo de preocupación aún mayor es que dentro de los grandes proyectos de infraestructura que contempla, por ahora, el plan de López Obrador, no figura La Laguna. De hecho, ni siquiera el pujante norte del país. Los obras prometidas son: el corredor transístmico (Oaxaca y Veracruz), el tren maya (península de Yucatán), dos refinerías (Tabasco y Campeche), tren México-Querétaro y el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, herencia de Peña Nieto y que aún está en el "aire". Es claro que la prioridad del futuro presidente electo es detonar el desarrollo del sur del país, pero llama la atención que hasta el momento no haya hablado de un proyecto concreto para la región, aunque falta ver qué es lo que se incluye en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024. Lo único que se sabe por ahora es la promesa de crear un plan de modernización de La Laguna que todavía es general y ambiguo.

No es un asunto menor, ya que la comarca forma parte del Corredor Económico del Norte que va de Mazatlán, Sinaloa a Matamoros, Tamaulipas. De hecho, el proyecto original contemplaba que La Laguna fuera el corazón de dicho corredor, ya que es un importante cruce de caminos de sur a norte y de poniente a oriente. Pero la región no ha podido capitalizar esto debido a que requiere un fuerte empujón en infraestructura, además de que la zona de conectividad con recinto fiscal iniciada en Gómez Palacio no ha podido ser concretada. Además, ha comenzado a crecer la voz de la necesidad de contar en la comarca con un aeropuerto de carga que permita desarrollar más la industria y dar salida a los bienes que ya se producen aquí y los que pueden llegar a producirse en el futuro. Si a esto sumamos el desarrollo o adelanto de otras regiones que no se está dando o proyectando en la nuestra, es posible plantear que el riesgo de estancamiento económico de La Laguna es alto. Por eso, es necesario que los alcaldes y legisladores de la zona metropolitana, la Iniciativa Privada y sociedad civil regional comiencen a tejer puentes de diálogo con el futuro gobierno para la construcción de una agenda de asuntos que le interesan a los laguneros, y levantar la voz para preguntarle a López Obrador dónde está La Laguna en su proyecto alternativo de nación y su cuarta transformación.

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